"-Tengo celos de todo aquello cuya belleza no muere. Tengo celos del retrato que me has pintado. ¿Por qué ha de conservar él todo lo que yo he de perder? Cada momento que pasa me va quitando algo a mí, y le da algo a él. ¡Ay, ojalá fuera al revés! ¡Ojalá el cuadro pudiera cambiar, y yo pudiera ser siempre como soy ahora! ¿Por qué lo has pintado? Se burlará de mí algún día; ¡se burlará de mí horriblemente! -lágrimas ardientes le inundaron los ojos; apartó su mano y, echándose en el diván, hundió la cara en los cojines, como si estuviera rezando".
"Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera".
"En rigor, no tomamos decisiones, son las decisiones las que nos toman a nosotros. La prueba la encontramos en que nos pasamos la vida ejecutando sucesivamente los más diversos actos, sin que cada uno vaya precedido de un período de reflexión, de valoración, de cálculo, al final del cual, y sólo entonces, nos declararíamos en condiciones de decidir si iremos a almorzar, a comprar el periódico o a buscar a la mujer desconocida".
"Nací en el año 1632 en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no del país, pues mi padre era un extranjero, oriundo de Bremen, que se había radicado inicialmente en Hull. Gracias al comercio, poseía un considerable patrimonio, y, al abandonar los negocios, vino a vivir a York, donde casó con mi madre, que pertenecía a una distinguida familia de la región, de nombre Robinson, razón por la cual yo fui llamado Robinson Kreutznaer."
"Si vas a leer esto, no te preocupes. Al cabo de un par de páginas ya no querrás estar aquí. Así que olvídalo. Aléjate. Lárgate mientras sigas entero. Sálvate. Seguro que hay algo mejor en la televisión. O, ya que tienes tanto tiempo libre, a lo mejor puedes hacer un cursillo nocturno. Hazte médico. Puedes hacer algo útil con tu vida. Llévate a ti mismo a cenar. Tíñete el pelo. No te vas a volver más joven. Al principio lo que se cuenta aquí te va a cabrear. Luego se volverá cada vez peor".
"Cuando poco a poco un ser al que aún amas empieza a perder para ti la magia sexual, puede suceder acaso un nuevo prodigio: que halles ante ti a la niña que fue esa persona antes de que la abrazases como mujer. Y entonces la querrás aún más que antes".
"¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico".
"El pasado es la vida ya entregada al santo oficio de la oscuridad. El pasado nunca se marcha, siempre puede retornar. Vuelve, siempre vuelve. Contiene alegría el pasado. Es un huracán el pasado. Lo es todo en la vida de la gente. El pasado es amor también. Vivir obsesionado con el pasado no te deja disfrutar del presente, pero disfrutar del presente sin que el peso del pasado acuda con su desolación a ese presente no es un gozo sino una alienación. No hay alienación en el pasado".
"Tienes todo el tiempo que quieras. Por qué esta prisa, esta ansiedad repentina. Nadie te exige nada. Exígete, si quieres, apuntar cosas de vez en cuando. Ninguna prisa. Y no dejes de leer y hacer extractos.
La típica anotación de un día con nervios. María no tiene estas turbulencias anímicas. Ni las violetas. Ni el gato. Aquí el más frágil soy yo."
"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera."
"El escritor no se sorprende al oír su relato: es viejo, ha visto mucho, todo lo que ha visto se ha transformado en parte de él, en algo de su propiedad, y ahora todo lo que tiene es todo lo que fue, que es siempre lo que podía ser en unas circunstancias dadas, pero también todo lo que pudo haber sido y no fue".
"Nada más inútil que un escritor con memoria invulnerable. Un escritor con buena memoria no se acuerda de nada porque no se olvida de nada. Para un escritor, el olvido y la capacidad de olvidar es algo imprescindible.
Un escritor construye su obra haciendo memoria".
"Lo propio de la alegría de vivir, y diría que su privilegio, consiste justo en eso, en experimentarse como algo completamente absurdo e insostenible: en permanecer alegre con total conocimiento de causa, en plena posesión de las verdades que más se le oponen [...] ¿Hay alguna alianza posible entre la lucidez y la alegría? Es cierto que semejante alianza es posible, puesto que llega a darse en la realidad, como lo prueba toda alegría capaz de asociar una indesarraigable jovialidad con la conciencia siempre presente de la absoluta futilidad de todas las cosas".
"Como no podía liberarme de lo infranqueable con un soplo, decidí abrazarlo [...] Adoptar un ritmo más lento por mor de la celeridad, ¿por qué no? Intentar subir es más bonito que estar arriba; me gustaba más a mí mismo cuando miraba hacia arriba que cuando lanzaba una arrogante mirada hacia abajo. Mirar alrededor buscando un camino, un asidero, sentirse necesariamente un poquito angustiado, el instante del peligro fatal, ¡qué interesante es todo eso!".
"La ficción oficial quiere que un emperador romano nazca en Roma, pero nací en Itálica; más tarde habría de superponer muchas otras regiones del mundo a aquel pequeño país pedregoso. La ficción tiene su lado bueno, prueba que las decisiones del espíritu y la voluntad priman sobre las circunstancias. El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros. Y, en menor grado, las escuelas".
"La vida es así. La convivencia es así. Una larga travesía llena de accidentes. Tal vez sea precisamente esa travesía lo que termine uniendo a las personas. Es la construcción de un pasado común, de una vida a dos. Es el recuerdo de los instantes dulces, pero también, y quizá sobre todo, la superación de los malos momentos. Cuando, tras la muerte de Cissy, Chandler describe su matrimonio como algo perfecto, quizá esté dando una de las claves del éxito sentimental: uno sigue amando si insiste en amar, si decide seguir queriendo al otro, si persevera en ello pese a todo. Es algo muy obvio, pero con frecuencia lo olvidamos".
"La Cucaracha soñadora.
Érase una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha".
"Muchas veces me pregunto qué habría sido de mí sin esa farola y aquella caída. Porque, por ejemplo, entrar en Fotogramas y abandonar mis estudios periodísticos fue todo una misma cosa. Y es que, a partir de aquel día en Playa de Aro, comencé a tomar todo tipo de decisiones radicales, a veces tan bruscas como extravagantes.
La decisión, por ejemplo, de ser un fingidor escribiendo".
"Contar, pensó O´Hara. El arte más antiguo que existía. El único imperecedero. Hombres contando asuntos de hombres a otros hombres que escuchan hasta el final de los tiempos. Hombres ante hogueras; hombres en la oscuridad de los bares; hombres en palacios de cristal ante los que la vida pasa en forma de fantasma. Zhao contaba a Cao y, al hacerlo, se contaba a sí mismo. Presintió que estaba al borde de algo importante".
"Todo se puede prever menos el sentimiento que podrá inspirarnos lo que hemos previsto. Sin duda puede preverse, por ejemplo, que debajo de una roca se deslice una serpiente, pero será difícil prever la calidad e intensidad del miedo que nos inspirará la vista del reptil. Yo había imaginado mil veces la salida de Cecilia de casa del actor, en compañía de éste o sola, pero no había previsto los sentimientos que experimentaría al ver a Cecilia salir cogida de la mano de Luciani. Así pues, casi me asombró experimentar, a la vista de Cecilia y del actor inmovilizados, una sensación espantosa, comparable a un desmayo. Sufría horriblemente y al mismo tiempo me asombraba sufrir hasta tal punto y de un modo tan nuevo, después de la preparación de tantas previsiones exactas".
"Cautelosamente, rozando la pared con la mano izquierda, Cipriano Algor comenzó a bajar. A cierta altura le pareció que a su derecha había algo que podría ser una plataforma y un muro. Se dijo a sí mismo que cuando volviera averiguaría de qué se trataba. Probablemente es una obra para retener las tierras, y siguió bajando. Tenía la impresión de que había andado mucho, tal vez unos treinta o cuarenta metros. Miró atrás hacia la boca de la gruta. Recortada contra la luz de los focos, parecía realmente distante, No anduve tanto, pensó, lo que pasa es que estoy desorientándome. Percibía que el pánico comenzaba, insidiosamente, a rasparle los nervios, tan valiente que se imaginara, tan superior a Marcial, y ahora estaba casi a punto de volverse de espaldas y correr a trompicones pendiente arriba. Se apoyó en la roca, respiró hondo, Aunque tenga que morir aquí, dijo, y recomenzó a andar".
"Aquel joven sonreía teniendo respetuosamente en la mano su sombrero verde, adornado con una pluma de garza. Una masa de cabellos negros ligeramente ondulados coronaban una frente ancha más blanca que el marfil. Los párpados, replegados sobre sí mismos, dejaban brotar los fulgores de dos pupilas de un azul oscuro, cuya luz se velaba bajo la franja de las largas pestañas que proyectaban su sombra hasta sus mejillas rosadas [...] Un sombrero con una pluma de garza por penacho, un jubón de paño verde de Lincoln atado a la cintura, botas altas de piel de gamo, un par de unhege sceo (borceguíes sajones) amarrados con fuertes correas por encima de los tobillos, un tahalí claveteado de brillante acero soportando un carcaj lleno de flechas, el pequeño cuerno y el cuchillo de caza en la cintura, y el arco en la mano, constituían el atuendo y equipo de Robin Hood, y su conjunto lleno de originalidad estaba lejos de ocultar la belleza adolescente".
"A fin de librarse del destino que nos impone el ambiente de origen, aquello que los antepasados nos transmiten por la vía de la sangre, ¿existe alguna fisura? ¡Quién sabe! Tal vez, en la claustrofóbica sucesión de generaciones, alguien consigue en un determinado momento atisbar un peldaño un poco más elevado e intenta con todas sus fuerzas alcanzarlo. Romper un eslabón, renovar el aire de la habitación: éste es, me parece, el minúsculo secreto del ciclo de las vidas. Minúsculo, pero fortísimo; terrorífico por su incertidumbre".
"El dios de la Añoranza y de la Nostalgia es un niño con cara de viejo. Su templo se levanta en la isla más lejana, en un valle defendido por montes inaccesibles, cerca de un lago, en una zona desolada y salvaje. El valle está siempre cubierto por una bruma tenue como un velo, hay altas hayas que el viento hace susurrar y es un lugar de una gran melancolía [...] Ya que este dios no concierne únicamente a la Añoranza y a la Nostalgia, sino que su deidad se extiende a una zona del espíritu que alberga el remordimiento, la pena por lo que fue y que ya no causa más pena sino tan sólo la memoria de la pena, y la pena por lo que fue y habría podido ser, que es la pena más lacerante".