"Nos han engañado y nos seguirán engañando. Sin embargo es imposible vivir creyendo que en cada ocasión se requiere un examen cuidadoso o una contraprueba [...] Creer en el mundo externo, en la existencia del prójimo, en ciertas irregularidades, creer que de algún modo somos únicos, confiar en determinadas informaciones, corresponde no tanto a una sabiduría adquirida o a un conjunto de conocimientos, sino más bien a lo que Santayana llamaba la fe animal, aquella que nos orienta sin demostraciones o razonamientos, aquella que, sin garantizarnos nada, nos separa de la demencia y nos restituye a la vida".
"Al destino le gusta inventar dibujos y figuras. Su dificultad está en lo complicado. Pero la vida es difícil por su simplicidad. No tiene más que algunos elementos de una grandeza que nos sobrepasa [...] Siempre la amante supera al amado, porque la vida es más grande que el destino. El don de sí misma puede ser infinito; ésa es su felicidad. Pero la miseria sin nombre de su amor ha sido siempre ésta: que se le ha pedido limitar este don".
"Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella [...] A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes de que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde".
"Tengo pocas esperanzas de resolver algún día este pequeño misterio. El bromista ha borrado hábilmente sus huellas, y no ha vuelto a dar señales de vida. Lo que no acabo de entender de mi propia actitud es que nunca he tirado la carta, aunque sigue dándome escalofríos cada vez que la miro. Un hombre sensato la habría tirado a la basura. En vez de eso, por razones que no comprendo, la conservo en mi mesa de trabajo desde hace tres años, y he dejado que se convirtiera en un objeto más, permanente, entre mis plumas, cuadernos y gomas de borrar. Quizá la conservo como un monumento a mi propia locura. Quizá sea el medio de recordarme que no sé nada, que el mundo en el que vivo no dejará nunca de escapárseme".
"Aquel jueves de comienzos de abril, mi sabio amigo el maestro Martial Canterel me había invitado a visitar, con otros de sus íntimos, el inmenso parque que rodeaba su hermosa villa de Montmorency.
Locus Solus -tal es el nombre de la propiedad- es un sereno retiro donde a Canterel le gusta proseguir con toda calma espiritual sus múltiples y fecundos trabajos. En ese lugar solitario se encuentra suficientemente al amparo de los ajetreos de París, y puede no obstante trasladarse a la capital en un cuarto de hora cuando sus investigaciones le exigen demorarse en cierta biblioteca especializada o llega el momento de comunicar al mundo científico, en una conferencia extraordinariamente concurrida, algún descubrimiento sensacional".
ESCRITURA /
"Cuando sobre el papel la pluma escribe, /
a cualquier hora solitaria, /
¿quién la guía? /
¿A quién escribe el que escribe por mí, /
orilla hecha de labios y de sueño, /
quieta colina, golfo, /
hombro para olvidar al mundo para siempre? /
Alguien escribe en mí, mueve mi mano, /
escoge una palabra, se detiene, /
duda entre el mar azul y el monte verde. /
Con un ardor helado /
contempla lo que escribo. /
Todo lo quema, fuego justiciero. /
Pero este juez también es víctima /
y al condenarme, se condena: /
no escribe a nadie, a nadie llama, /
a sí mismo se escribe, en sí se olvida, /
y se rescata, y vuelve a ser yo mismo.
"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerle todo. ‘No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte'. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro."
"(Erosión). Aumenta cada vez más la tendencia a decir ‘el planeta', en sustitución de la expresión ‘el mundo'. Es que notan, o adivinan sin pensarlo, que el mundo está tan tremendamente desgastado sin duda por el acelerado e inconmensurable aumento de los viajes, las comunicaciones, las construcciones que siempre comportan cimientos y, por lo tanto, erosión, corrosión del suelo, que casi no queda ya más que su soporte astronómico, su desnudo, que es propiamente el planeta".
"Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente. Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse. La ruina de muchos comenzó con un pequeño asesinato al que no dieron importancia en su momento. Principiis obsta: tal es mi norma. Esto fue lo que dije, ésta fue siempre mi manera de actuar y si esto no es ser virtuoso me gustaría saber lo que es".
"Debemos seguir siendo lectores; no nos investiremos con la gloria que pertenece a esos raros seres que son también críticos. Pero aun así tenemos nuestras responsabilidades como lectores e incluso nuestra importancia [...] Si detrás del errático fuego de la prensa el autor sintiera que hay otra clase de crítica, la opinión de la gente que lee por amor a la lectura, lenta y no profesionalmente, y juzgando con una gran comprensión, y sin embargo con gran severidad, ¿no podría esto mejorar la calidad de su obra? Y si gracias a nosotros los libros pudieran llegar a ser más robustos, más ricos y más variados, ese sería un fin digno de alcanzar".
"Los cuentos son mensajeros que llegan a nuestra vida para ayudarnos a mirar los hechos con sencillez y ánimo abierto desde otras ópticas [...]
La mayor parte de estas historias han surgido desde hace siglos intentando, desde el principio, ser señales que descubran el lugar del extravío, maestros que nos enfrenten al desafío de crecer a partir de lo que somos, y no de lo que desearíamos ser. Debemos evocar a Bruno Bettelheim cuando nos apuntaba que los cuentos no deberían usarse solamente para ayudar a dormir a los niños, sino también para ayudar a despertar a los grandes".
"El corazón sobre el que tan hondo marcaste tus pasos, amplia sombra, consiguió reverdecer de nuevo; sin duda, tanto o más que antes. Pero nadie logró ocupar el espacio del que tú te adueñaste. Nadie estuvo a la altura; nadie tenía la exigencia ni la generosidad necesarias.
Puesto que sólo yo sobrevivo; puesto que, después de tantos años, mis recuerdos pueden ver la luz sin herir ya a nadie a mi alrededor, te los regalo, querida sombra. Es lo más hermoso que he cosechado para regalarte, y la sed que me dejaste sigue siendo tuya".
"Dicen que la verdadera reflexión filosófica empieza con el asombro y la admiración ante el mundo. Yo creo que empieza con una sacudida más vital que mental, con un desconcierto no sólo teórico sino también, y sobre todo, personal [...] Pero en cualquier caso se trata de una sacudida emocional, de un choque que nos lleva a hacernos preguntas de mayor envergadura o más retorcidas de la cuenta. Al fin y al cabo, eso es lo que nos hace dar el paso decisivo que rompe la telaraña de itinerarios preestablecidos de ‘hojas de ruta' y de sinapsis ya programadas con las que habíamos afrontado el mundo y ordenado hasta entonces nuestro cerebro".
"Era su sino, su peculiaridad, queriéndolo o no, el desembocar siempre en una lengua de tierra, lentamente socavada por el mar, y estarse ahí como un pájaro marino desolado: solo. Tenía la facultad, el don, de poder despojarse repentinamente de todo lo superfluo, encogerse y disminuir de modo que parecía más desnudo y se sentía más enjuto, incluso físicamente, sin perder por eso la intensidad de su espíritu, quedándose ahí de pie, en aquella lengua de tierra, cara a cara con las tinieblas de la ignorancia humana; pues que nada sabemos, y el mar sigue socavando el suelo que pisamos. Era su sino, su peculiaridad".
"- ¿Se puede saber qué hacemos aquí, trasegando cerveza como dos gilipollas?
Garzón se quedó muy sorprendido. Me miró sin comprender.
- El inspector Fraile está redactando el informe y esperamos sus órdenes.
Por mí como si quiere redactar la segunda parte de Los hermanos Karamazov. Vamos a ponernos inmediatamente en acción.
¿En qué acción, inspectora?
He dicho en acción, Fermín. Voy a pagar.
Nos fuimos de comisaría sin avisar a nadie, dirigiéndonos al centro del ayuntamiento de la calle Madrazo. Peinaríamos los bares de los alrededores, esperaríamos la hora de apertura del centro viendo si alguien se presentaba con anticipación. Cualquier cosa antes que permanecer allí en estado vegetativo. El mundo lo mueve la pasión y quien diga lo contrario es porque nunca la ha experimentado, con lo cual casi no tiene derecho a vivir".
"Pensad en ese viejo cliché que dice que la mente ‘es un siervo excelente pero un amo terrible'.
Igual que tantos otros clichés, tan banales y pobres en la superficie, en realidad expresa una verdad grandiosa y terrible.
No es para nada una coincidencia el que los adultos que se suicidan con armas de fuego casi siempre se peguen un tiro en… la cabeza.
Y la verdad es que la mayoría de esos suicidas en realidad ya están muertos mucho antes de apretar el gatillo.
Y yo sostengo que esto es lo que va a acabar siendo el valor verdadero de vuestra educación de humanidades: cómo evitar vivir vuestras cómodas, prósperas y respetables vidas adultas estando muertos, siendo inconscientes, meros esclavos de vuestras cabezas y de vuestra configuración natural por defecto, que os dice que estáis extraordinaria, completa e imperialmente solos, día tras día".
"Las cuatro muchachas que estaban en la amplia sala de estar no parecían muy alegres.
¡Ah! -exclamó Jo, tendida sobre la alfombra, frente a la encendida chimenea-. Este año nos va a parecer que no estamos en Navidad.
¿Por qué? -preguntó Beth, que era la más animosa de las cuatro hermanas.
Una Navidad sin regalos -dijo Jo-, no es Navidad.
¡Es verdad! -intervino Amy, la más pequeña.
¡Qué triste es ser pobre! -suspiró Meg, estirándose la manga de su vestido, viejo y pasado de moda."
"La verdadera razón para planificar aquel viaje era que estaba asustada como no lo había estado nunca. Ni siquiera durante los años silenciosos vividos con Walter había sentido tan cerca la inminencia de su derrota [...] Helena quería escapar de aquel destino, no darle la última palabra al tiempo. Decidir por sí misma cómo y dónde vivir sus últimos días. No quería languidecer encerrada en sus recuerdos como todos aquellos viejos de mirada resignada con los que se cruzaba cada mañana. No le debía explicaciones a nadie".
"Con tal vehemencia el viento / viene del mar, que sus sones / elementales contagian / el silencio de la noche. / Solo en tu cama le escuchas / insistente en los cristales / tocar, llorando y llamando / como perdido sin nadie. / Mas no es él quien en desvelo / te tiene, sino otra fuerza / de que tu cuerpo es hoy cárcel, / fue viento libre, y recuerda".
"[...] Mantén siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te va a ofrecer riquezas.
Ítaca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más que ofrecerte.
Aunque la encuentres pobre, Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido el significado de las Ítacas".
"En las sesiones de terapia, cuando nos tocaba el turno, la mayoría de nosotros sufría para vencer la vergüenza. Yo me retorcía las manos sin querer y los dedos se me enroscaban dolorosamente como si fueran serpientes heridas. Tenía un estropajo en la lengua y balbuceaba cosas que me arañaban los labios. Enfrente, Antonio Ventura deletreaba las palabras con ansia. Permanecía al acecho, ayudando con los ojos, como un intérprete de sordomudos. Y cuando le tocaba a él la sesión de terapia, parecía que el mundo había dejado de ser un caos. La vida, en aquel preciso instante, tenía sentido. Y yo sentía sed. Sed de la fuente de la que nacen los ríos".
"Lo que a menudo he experimentado más tarde, lo presentía entonces en cierto modo: que no se tiene derecho a abrir un libro si no se compromete uno a leerlos todos. En cada línea se sondeaba el mundo. Antes de los libros estaba salvo, y quizá se le encontraba entero después. Pero ¿cómo iba yo, que no podía leer, a absorberlos todos? Los había allí, incluso en aquella modesta biblioteca, en gran número, y formaban conjunto. Testarudo y desesperado, me arrojé de libro en libro y me abrí paso a través de las páginas, como alguien que tuviese que rendir un trabajo desproporcionado a sus fuerzas".
"Si puedes soñar y que los sueños no te dominen;
si puedes pensar y que tus pensamientos no sean tu objetivo;
si puedes encontrarte con el Triunfo y con el Desastre
y tratar a esos dos impostores de la misma forma;
si puedes soportar escuchar la verdad que has dicho
tergiversada por perversos para engañar a los idiotas,
o ver las cosas por las que diste la vida, rotas,
e inclinarte y construirlas de nuevo con herramientas viejas
[...]
entonces tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y, lo que es más, serás un hombre, hijo mío".
"Pretendo dar a los que me leerán fuerza, alegría, valor, desconfianza y perspicacia, pero me guardo muy mucho de darles directivas, pues estimo que no pueden ni deben encontrarlas sino por sí mismos (iba a decir ‘en sí mismos'). Desarrollar a la vez el espíritu crítico y la energía, esos dos contrarios. Generalmente no encontramos, entre las personas inteligentes, más que tullidos, y entre los hombres de acción, más que necios".