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"Diarios", Iñaki Uriarte

"Tienes todo el tiempo que quieras. Por qué esta prisa, esta ansiedad repentina. Nadie te exige nada. Exígete, si quieres, apuntar cosas de vez en cuando. Ninguna prisa. Y no dejes de leer y hacer extractos. La típica anotación de un día con nervios. María no tiene estas turbulencias anímicas. Ni las violetas. Ni el gato. Aquí el más frágil soy yo."

Diarios (Iñaki Uriarte)

Iñaki Uriarte

"Diarios", Iñaki Uriarte

"Los buenos libros tratan siempre de lo mismo, de unas pocas cosas que no sólo son las más importantes, sino que son las cosas que nos pasan todos los días [...] La novela no es ‘un espejo a lo largo del camino', como dijo Stendhal. Es un espejo que nos ponemos delante para mirarnos. Es como una foto o una película en la que también salimos nosotros. Aunque en ella aparezcan Claudia Schiffer o el Papa en pelotas, lo primero que hacemos es buscarnos y mirarnos".

Diarios (Iñaki Uriarte)

Iñaki Uriarte

"Diarios", Iñaki Uriarte

"La prueba de una inteligencia de primera clase es la capacidad para retener en la mente dos ideas opuestas a la vez sin perder la capacidad de funcionar" (Scott Fitzgerald). Esta frase ha sido citada muchas veces, pero a mí me parece que eso lo hace todo el mundo. Lo que tenemos ahí dentro es un hervidero de pequeñas ideas luchando entre ellas. A veces se acoplan unas a otras, a veces se enfrentan ferozmente. Nunca logran un todo confortable en el que instalarse. Y si lo hacen, el resultado es la cabeza de un fanático".

Diarios (Iñaki Uriarte)

Iñaki Uriarte

"Diarios", Iñaki Uriarte

"Dije que había estado leyendo libros que no entendía bien y que por eso me encontraba algo cansado. Nunca he sabido estudiar. En el colegio no me hizo falta. Lo de la universidad no me interesó nada. En general, lo que he leído en mi vida no ha sido por afán de hacerme con «una cultura». Me ha impulsado sobre todo una curiosidad errática. [...] Esto de la curiosidad por el saber no es tan general como se podría creer. Me parece que solo aprenden y se hacen con una «cultura» los que la utilizan para revenderla después. Sobre todo los profesores y los escritores. Casi nadie se acerca a los libros como no sea para obtener de ellos un resultado inmediato: dinero, lucimiento, poder".

Diarios (Iñaki Uriarte)

Iñaki Uriarte

"Cecil", Manuel Mujica Lainez

"Lo primero que percibí, en su penumbra interior, fue la jerarquía esencial que concede a los objetos. Quizás crea en ellos más que en las personas. Entiendo que ha subrayado esa relación en alguno de sus libros. Los objetos lo preocupan y, no obstante el largo tiempo transcurrido desde que empezó a interesarse por ellos, continúan hechizándolo. Por eso no me equivoco si digo que el interior de su cabeza está amueblado como su casa; que su casa se reproduce en esa zona invisible, con exacta precisión, y que aunque suele parecer distraído y su vista no es demasiado buena, nada escapa a su inventario cuando recorre sus vastas habitaciones".

Cecil

Manuel Mujica Láinez

"Cecil", Manuel Mujica Lainez

"Creo que lo he fascinado, y sé que él me ha fascinado también. Presumo que nos perteneceremos el uno al otro hasta que la muerte ocurra. ¿Cuál vendrá primero, desnuda, fría y alta, a visitarnos? ¿La suya, la mía? La mía, probablemente, pese a que él está lejos ya de ser un niño, porque mi vida, por inexorable capricho biológico, cuenta con un plazo mucho más corto que el acordado en general por el Destino a los de su privilegiada especie".

Cecil

Manuel Mujica Láinez

"La Sombra del Viento", Carlos Ruiz Zafón.

"Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece".

La sombra del viento

Carlos Ruiz Zafón

"Cuadernos de la romana", Gonzalo Torrente Ballester

"Si alguna vez un joven me hace caso [...] suelo recomendarle estudio y más estudio, trabajo y más trabajo. La obra de arte, en este nuestro y en cualquier otro mundo, es cualquier cosa menos un milagro. Nadie se las saca de la manga, aunque a veces lo parezca. Y, sobre todo, no surgen por generación espontánea. El pasado gravita en toda obra nueva, y si lo es de verdad, entonces encontramos en su interior, aunque de varias maneras instalado, todo lo que antes se hizo".

Cuadernos de La Romana

Gonzalo Torrente Ballester

"Confesión", Lev Tolstói

"La fe es el conocimiento del sentido de la vida humana, gracias al cual el hombre no se aniquila, sino que vive. La fe es la fuerza de la vida. Si un hombre vive, es porque cree en algo. Si no creyera que debe vivir por algo, no viviría. Si no ve ni comprende el carácter ilusorio de lo finito, cree en lo finito. Si comprende el carácter ilusorio de lo finito, es preciso que crea en lo infinito. Sin fe es imposible vivir".

Confesión

Lev N. Tolstói

poema "Cinco rosas", Goethe

"Hay cinco cosas que no generan otras cinco, / abre tus oídos a esta lección: / del pecho orgulloso no brota la amistad; / la descortesía es compañera de la ruindad; / el malvado nunca llega a la grandeza; / el envidioso no se apiada de la flaqueza; / el mentiroso espera en vano lealtad y crédito; / tenlo en cuenta, y que nadie te lo robe".

Cinco rosas

Goethe

"Panfleto desde el planeta de los simios", Manuel Vázquez Montalbán

"[...] hay una relación de dependencia entre desarrollo y subdesarrollo. [...] Sin embargo, los medios de comunicación hoy no se hacen eco de esa visión dialéctica: la pobreza en el mundo está en buena parte condicionada por la riqueza de la otra parte, y esa interrelación explica las diferencias cada vez más abismales que se producen en el seno de todas las sociedades. Esa óptica ha desaparecido también de las programaciones académicas y de las universidades como inculcación del saber, ni siquiera se conserva en las universidades de verano, que suelen ser algo más frívolas".

Panfleto desde el planeta de los simios

Manuel Vázquez Montalban

"Discurso sobre la felicidad", Madame du Châtelet

"A nosotros nos corresponde hacer que contribuyan a nuestra felicidad, que es algo que depende a menudo de nosotros. Quien haya sabido ajustarse tan bien a su estado, y a las circunstancias en las que le colocó la fortuna, quien haya conseguido asentar su espíritu y su cuerpo sobre un cauce tranquilo, quien esté abierto a todos los sentimientos, a todas las sensaciones agradables que este estado pueda suponer, es con seguridad un excelente filósofo y debe estarle agradecido sobremanera a la naturaleza".

Discurso sobre la felicidad

Madame du Châtelet

"Reflexiones de Robinsón ante un bacalao", Vázquez Montalbán

"Me fatiga mi cerebro sensorial, del que entro y salgo entre cansancio y cansancio de mi cerebro racionalista, para no dejarme caer en la amargura de mi cerebro sentimental. Tengo miedo y hambre mental. Y si me arrodillara pidiéndole ayuda al Dios de los náufragos, traicionaría mi fe racionalista, con toda seguridad ningún Dios mayor ni menor me escucharía, pero me sentiría algo más reconfortado, desde la complacencia de haber cumplido con lo esperado en todo buen robinsón".

Reflexiones de Robinsón ante un bacalao

Manuel Vázquez Montalban

"Prólogo para una guerra", Iván Repila

"Todo era ya ciudad entonces: quince, veinte millones de fantasmas vinculados por puentes y edificios con los siguientes quince, veinte, formando parte de la retícula de un mundo en expansión dispuesto en avenidas, barrios, municipios, provincias y países; un racimo sin fruta, una malla voraz consigo misma, poseída por un hambre estructural que era, al mismo tiempo, alimento y cadena, con una perseverante voluntad de asimilarse y entender qué, quién, cómo, cuándo. Por qué".

Prólogo para una guerra

Iván Repila

"Hermosos y malditos", Francis Scott Fitzgerald

"- Anoche -dijo ella gravemente, jugueteando con el pelo de Anthony mientras hablaba-, me pareció que la parte de mí que amabas, la parte que merecía la pena conocer, todo el orgullo y todo el fuego, había desaparecido. Supe que lo que aún quedaba de mí te amaría siempre, pero que ya nunca sería igual. Gloria se daba cuenta, sin embargo, de que terminaría por olvidar y de que la vida raras veces aniquila, aunque siempre desgaste. Después de aquella mañana nunca se volvió a mencionar el incidente y su profunda herida se curó con ayuda de Anthony…, y si hubo triunfo, estaba en posesión de una fuerza más oscura que ellos y que, junto con el triunfo, poseía también el conocimiento de los hechos".

Hermosos y malditos

Francis Scott Fitzgerald

"La carretera", Cormac McCarthy

"No había visto un fuego en mucho tiempo, eso es todo. Vivo como un animal. Ni le cuento las cosas que he llegado a comer. Cuando vi al chico creí que me había muerto. ¿Pensó que era un ángel? No sabía que era. Pensaba que nunca volvería a ver un niño. No sabía qué iba a pasar. ¿Y si le dijera que es un dios? El viejo sacudió la cabeza. Yo ya he superado todo eso. Hace muchos años. Donde los hombres no pueden vivir a los dioses no les va mucho mejor. Es preferible estar solo. O sea que espero que no sea verdad eso que ha dicho porque coincidir en la carretera con el último dios sería terrible y por eso confío en que no sea verdad".

La carretera

Cormac McCarthy

"El hombre invisible", de H.G. Wells

"La gente seguía gritando excitada: «¡Agárrenlo! ¡Es invisible!» Y un joven, que no era conocido en el lugar y cuyo nombre no viene al caso, cogió algo, pero volvió a perderlo, y cayó sobre el cuerpo del policía. Algo más lejos, en medio de la calle, una mujer se puso a gritar al sentir cómo la empujaban, y un perro, al que, aparentemente, le habían dado una patada, corrió aullando hacia el patio de Huxter, y con esto se consumó la transformación del hombre invisible. Durante un rato, la gente siguió asombrada y haciendo gestos, hasta que cundió el pánico y todos echaron a correr en distintas direcciones por el pueblo."

El hombre invisible

H. G. Wells

"¿Qué? La Eternidad", Margueritte Yourcenar

"Aquel mar a la vez humano y divino por el que los cuerpos medio desnudos, apenas medio sinuosos, por las olas se dejan acariciar y llevar a la vez, yo no lo apreciaría hasta mas adelante… La "mar solitaria" en la que yo pensaría tantas veces durante mis travesías, en presencia de esa inmensidad siempre vacía…"

Qué? La Eternidad

Marguerite Yourcenar

"El buen relato", J.M. Coetzee y Arabella Kurtz

"El arte que me encanta parece estar diciéndome esto: Mira lo que está pasando a tu alrededor, fíjate en toda su riqueza y lujo de detalles y colores; no dejes de mirar y de pensar en lo que ves; pero tampoco olvides que eres tú quien está mirando, que tú tienes una posición y un lugar desde los que miras, y que también los tiene otra gente. Habita plenamente en ese lugar".

El buen relato

J. M. Coetzee

"Foe", J.M. Coetzee

"Para contar la verdad en su más pura expresión se requiere tranquilidad, y una silla confortable lejos de toda distracción, y una ventana por la que mirar al exterior; y luego esa facultad para ver olas cuando lo que se tiene delante son campos, y de sentir el sol de los trópicos cuando lo que hace es frío; y en la yema de los dedos las palabras precisas para aprehender la visión antes de que se desvanezca".

Foe

J. M. Coetzee

"La edad de hierro", J.M. Coetzee

"¡Vivir! Tú eres mi vida. Te quiero en la misma medida en que quiero la vida. Por las mañanas salgo de la casa, me chupo un dedo y lo levanto para sentir el viento. Cuando sopla desde el noroeste, desde tu dirección, me quedo un rato de pie oliendo, concentrando mi atención con la esperanza de que a través de veinte mil kilómetros de tierra y mar me llegue alguna bocanada del olor a leche que conservas detrás de las orejas y en el pliegue del cuello. Mi principal tarea, a partir de hoy: resistir el ansia de compartir mi muerte. Quererte a ti, amar la vida, perdonar a los vivos y marcharme sin amargura. Aceptar la muerte como algo mío y solamente mío. ¿A quién escribo entonces? La respuesta: a ti pero no a ti. A mí. A ti en mí".

La edad de hierro

J. M. Coetzee

"Desgracia", J.M. Coetzee

"Ese es su temperamento. Su temperamento ya no va a cambiar: es demasiado viejo. Su temperamento ya está cuajado, es inamovible. Primero el cráneo, luego el temperamento: las dos partes más duras del cuerpo. Sigue el dictado de tu temperamento. No se trata de una filosofía, él no lo dignificaría con ese nombre. Es más bien una regla, como la Regla de los Benedictinos. Goza de buena salud, tiene la cabeza despejada. Por su profesión es, o mejor dicho, ha sido un erudito, y la erudición todavía ocupa, bien que de manera intermitente, el centro mismo de su ser. Vive de acuerdo con sus ingresos, de acuerdo con su temperamento, de acuerdo con sus medios emocionales. ¿Que si es feliz? Con arreglo a la mayoría de los criterios él diría que sí, cree que lo es. De todos modos, no ha olvidado la última intervención del coro en Edipo rey. No digáis que nadie es feliz hasta que haya muerto".

Desgracia

J. M. Coetzee

"Thomas el impostor", Jean Cocteau

"Hay gentes que lo poseen todo y no consiguen hacerlo creer; ricos tan pobres y nobles tan vulgares que la incredulidad que suscitan acaba por hacerlos tímidos y les da una actitud sospechosa. En algunas mujeres, las más hermosas perlas resultan falsas. En cambio, en otras las perlas falsas parecen verdaderas. De igual modo, hay hombres que inspiran una confianza ciega y que gozan de privilegios que no podrían pretender. Guillermo Tomás pertenecía a esa raza de ventura. Se le creía. No necesitaba adoptar precaución alguna ni hacer ningún cálculo. Una estrella de mentira le llevaba derechamente a su objeto. Así, nunca tenía el rostro preocupado, turbado ni ceñudo. No sabiendo nadar ni patinar, podía decir: «Yo patino y yo nado.» Todos le habían visto sobre el hielo y en el agua. Un hada especial da esa suerte en el nacimiento. Hay algunos que triunfan y a cuya cuna no acudió más hada que esa".

Thomas el impostor

Jean Cocteau

"El guardián entre el centeno", J.D. Salinger

"Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera".

El guardián entre el centeno

J. D. Salinger

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