"Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de
cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado".
"Cuando era pequeña solía decirle que era una solitaria, y él nunca imaginó de dónde había sacado esa palabra. Solitaria. Una palabra muy triste oída a una niña de dos años. Pero ella había aprendido a decir muchas cosas demasiado pronto, al principio había hablado de una manera tan fácil, tan inteligente… tal vez era ésa la causa del tartamudeo, todas esas palabras que conocía misteriosamente antes de que otros niños supiera pronunciar sus nombres, la sobrecarga emocional de un vocabulario que incluso incluía la expresión «soy una solitaria»."
"-Al protegernos de lo que tememos, no paramos de construirlo dentro de nosotros mismos. Mientras no cesamos de engrasar y afilar las armas, mientras reforzamos sin parar murallas y parapetos, sofísticas, trucos, drogas, vamos elevando la torre. Al perfeccionar todas las protecciones nos vamos haciendo cada vez más negligentes respecto a aquello de lo que con tanta diligencia nos protegemos. Hemos organizado una prisión que es el único motivo del miedo del que ella nos defiende. Y cuando no hay más remedio que afrontar aquello que tanto tememos, ya no somos capaces ni siquiera de reconocerlo, ni siquiera de percibirlo. Hasta el punto de que de vez en cuando nos sorprendemos defendiéndonos de aquellos a los que amamos".
"El camino verdadero va sobre una cuerda que no está tensada en la altura, sino muy cerca del suelo. Seguro que parece hacer tropezar más que ser andada".
"Vivimos prisioneros de la realidad, y quienes quieren huirle acaban recayendo en otras, que sueñan o que inventan, pero que por eso mismo quedan realizadas; y ésas a que nos evadimos, soñadas o inventadas, están construidas con elementos que hemos conocido a través de la experiencia [...] Pero, así como decimos que nada hay en el arte que no haya estado antes en la realidad, decimos también que nada está en el arte al modo como estuvo en la realidad".
"Es lo que llevo en mí de desconocido lo que me hace yo.
Es lo que tengo de inhábil, de incierto, lo que es más yo.
Mi debilidad, mi fragilidad...
Las lagunas son mi base de partida. Mi impotencia es mi origen.
De vosotras sale mi fuerza. Mi movimiento va de mi debilidad a mi fuerza.
Mi carencia real engendra una riqueza imaginaria; y yo soy esa simetría; soy el acto que anula mis deseos".
"Es muy cierto aquello de que nos confiamos muy raramente a quienes son mejores que nosotros. Más bien huimos de su sociedad. Lo más frecuente, en cambio, es que nos confesemos a quienes se nos parecen y comparten nuestras debilidades. No deseamos, pues, corregirnos ni mejorarnos: primero tendría que juzgársenos como que estamos en falta. Y lo que deseamos únicamente es que nos compadezcan y que nos animen a seguir nuestro camino. En suma, que al propio tiempo querríamos no ser culpables y no hacer el menor esfuerzo por purificarnos. No tenemos ni suficiente cinismo ni suficiente virtud; no poseemos ni la energía del mal ni la del bien".
"El gesto directo, espontáneo, invencible, con que K. alargó la mano sobre la mesa para acariciar mi recio cabello. Eso vale más que una posesión, que mil posesiones. Aun si no hubiera dormido con ella me hubiera sentido reconfortado. La caricia, cuando es franca y, si se quiere, cuando está despojada de todo erotismo, es el presente más bello que puede recibir una persona. Es el reconocimiento de nuestra condición de «cosas» en el mundo, de cosas acariciables".
"Me fastidia ser tan influenciable y dependiente de una sociedad con la cual no comparto la mayor parte de sus opiniones, motivaciones, objetivos y creencias. Pero uno no tiene casi significación como ser aislado, por más que se haya fortalecido como individuo y por más que profese un acentuado individualismo. La verdad de los hechos es que no somos otra cosa que un punto de cruce entre hilos que nos trascienden, que vienen no se sabe de dónde y van no se sabe adónde, y que incluyen a todos los demás individuos".
"A este no-amante le gustaba asustarlo con sus cambios bruscos, con sus calculados actos sorprendentes, con sus hechizos y opiniones desconcertantes pero siempre convincentes. En una ocasión lo asustó explicándole la índole de su ser: "Tú eres mejor que yo, ese es el problema", le dijo. "La diferencia entre tú y yo es que tú posees un alma inmortal y yo no la tengo. Así sucede con las sirenas o las hadas del agua, tampoco ellas la tienen. Viven más tiempo que los que poseen un alma inmortal, pero cuando mueren desaparecen completamente y sin dejar ningún rastro. Pero, ¿quién puede entretener y agradar y extasiar a la gente mejor que el hada acuática cuando está presente, cuando juega y hechiza y hace a la gente bailar más enloquecidamente y amar más ardientemente de lo que nunca es posible? Pero mira, ella desaparecerá, y sólo deja tras de sí una línea de agua en el suelo".
"La justicia no es función humana. No puede serlo. La justicia opera tácitamente, más adentro de todos los adentros, de los tribunales y de las prisiones. La justicia, ¡oídlo bien, hombre de todas las latitudes! se ejerce en subterránea armonía, al otro lado de los sentidos, de los columpios cerebrales y de los mercados. ¡Aguzad mejor el corazón! La justicia pasa por debajo de toda superficie y detrás de todas las espaldas [...]
La justicia, pues, no se ejerce, no puede ejercerse por los hombres, ni a los ojos de los hombres.
Nadie es delincuente nunca. O todos somos delincuentes siempre".
"Es sabido cómo nuestros pensamientos, tanto los de inquietud como los de satisfacción, y otros que no son ni de esto ni de aquello, acaban, más tarde o más pronto, por cansarse y aburrirse de sí mismos, es sólo cuestión de dar tiempo al tiempo, es sólo dejarlos entregados al perezoso devaneo que les viene de naturaleza, no lanzar a la hoguera ninguna reflexión nueva, irritante o polémica, tener, sobre todo, el supremo cuidado de no intervenir cada vez que ante un pensamiento ya de por sí dispuesto a distraerse se presente una bifurcación atractiva, un ramal, una línea de desvío".
Dime desde allá abajo /
la palabra te quiero. /
¿Hablas bajo la tierra? /
Hablo con el silencio. /
¿Quieres bajo la tierra? /
Bajo la tierra quiero /
porque hacia donde corras /
quiere correr mi cuerpo. /
Ardo desde allí abajo /
y alumbro tus recuerdos. /
"Helena había triunfado sobre Sophia, la belleza sobre la sabiduría, el vicio sobre la virtud, la carne siempre dispuesta sobre el espíritu, variable y despótico. Una vez más se había demostrado aquello sobre lo que ya Job se quejara en su memorable monólogo: que al malvado le va bien en la tierra, mientras que el piadoso fracasa y del justo se hace mofa."
"Nuestros sentidos guardan la ilusión fundamental de que las formas permanecerán inmutables, cuando no es advertida su inmediata mudanza. Hallamos que las cosas son lo que son, por lo que tienen en sí de más durable, y amamos aquello donde se atesora una fuerza que oponer al Tiempo. De todas las cosas bellas para los ojos, ninguna tanto como los cristales. El goce de los ojos al mirarlos es un sentimiento sagrado, porque para los ojos los cristales no tienen edad. Cuando pensamos que su ayer es de mil años y que permanecerán sin mudanza al cumplirse otros mil, sentimos la emoción religiosa de considerarlos fuera de Tiempo"-
"Hay que estar siempre preparado para las mayores decepciones que quepa imaginar; y dentro de esas decepciones hay que hacer sitio a la alegría, sí, a la alegría.
Porque la alegría es mi responsabilidad como ser humano. Es la fundación de mi naturaleza.
Lo único sagrado es la alegría.
Ojalá Valdi lo descubra pronto.
A lo mejor él ya lo sabe. Al fin y al cabo, a mí me ha costado siempre mucho tiempo y mucho trabajo descubrir las verdades esenciales de la vida, y una de ellas es que la vida siempre te decepciona, porque es imperfecta".
"La felicidad existe. La felicidad es la sabiduría, y ésta es el arte de vivir. Arte que se resume en pocas palabras: hacerse una vida confortable con personas, libros, cuadros, música, muebles... Y, desde luego, alejar y expulsar fuera de sí lo estúpido, lo feo, lo cruel, incluso lo incómodo".
"El dinero, sin embargo, seguía desapareciendo. Después de dos días de jolgorio venían otros dos de acrimonia..., un círculo vicioso que apenas admitía variaciones. Los repentinos frenazos, cuando se producían, daban como resultado habitual un fogonazo de laboriosidad por parte de Anthony, mientras Gloria, nerviosa y aburrida, se quedaba en la cama o se mordía las uñas sin darse cuenta. Después de un día, o poco más, de aquella situación se volvían a citar con unos amigos, y luego..., ¿qué más daba? ¡Esta noche, este calor interior, la desaparición de la ansiedad y el convencimiento de que si el vivir no tiene sentido, es al menos esencialmente romántico! El vino daba una especie de gallardía a su propio fracaso".
"Alfanhuí no hubiera sabido decir si en sus ojos había una tenebrosa soledad y en sus oídos un insondable silencio, porque aquella música y aquellos colores venían de la otra parte, de donde no viene nunca el conocimiento de las cosas; traspuesto el primer día, por detrás del último muro de la memoria, donde nace la otra memoria: la inmensa memoria de las cosas desconocidas".
"Una fría noche de invierno, en una pequeña ciudad de Inglaterra, unos transeúntes hallaron a una joven y bella mujer tirada en la calle. Estaba muy enferma y pronto daría a luz un bebé. Como no tenía dinero, la llevaron al hospicio, una institución regentada por la junta parroquial de la ciudad que daba cobijo a los necesitados. Al día siguiente nació su hijo y, poco después, murió ella sin que nadie supiera quién era ni de dónde venía. Al niño lo llamaron Oliver Twist. En aquel hospicio pasó Oliver los diez primeros meses de su vida. Transcurrido este tiempo, la junta parroquial lo envió a otro centro situado fuera de la ciudad donde vivían veinte o treinta huérfanos más. Los pobrecillos estaban sometidos a la crueldad de la señora Mann, una mujer cuya avaricia la llevaba a apropiarse del dinero que la parroquia destinaba a cada niño para su manutención. De modo, que aquellas indefensas criaturas pasaban mucha hambre, y la mayoría enfermaba de privación y frío".
"Sean invisibles: escuchen lo que la gente tiene para decir. Y no interrumpan. Frente a una taza de té o un vaso de agua, sientan la incomodidad atragantada del silencio. Y respeten.
Sean curiosos: miren donde nadie mira, hurguen donde nadie ve.
No permitan que la miseria del mundo les llene el corazón de ñoñería y de piedad.
Sepan cómo limpiar su propia mugre, hacer un hoyo en la tierra, trabajar con las manos, construir alguna cosa. Sean simples, pero no se pretendan inocentes. Conserven un lugar al que puedan llamar «casa».
Tengan paciencia porque todo está ahí: sólo necesitan la complicidad del tiempo. Aprendan a no estar cansados, a no perder la fe, a soportar el agobio de los largos días en los que no sucede nada".
"Antes tenía amigos, me refiero a mucho antes, cuando era un niño. Ahora no sabría decir si eran los mejores amigos del mundo, pero estaban siempre alrededor. La primera gran pérdida de la vida adulta son los amigos. Puede que consigas un amigo con quien hablar, pero no vuelves a dar con uno que se deje abrazar. El período de tiempo que transcurre entre que pierdes los abrazos de tus amigos y encuentras los abrazos de las mujeres puede alargarse tanto que a veces parece eterno".
"Sólo existe una ley y un camino para cultivarse y crecer intelectualmente con los libros, y es el respeto a lo que se está leyendo, la paciencia de querer comprender, la humildad de tolerar, escuchar. El que solamente lee como pasatiempo, por mucho y bueno que sea lo que lea, leerá y olvidará y luego será tan pobre como antes. Pero al que lee como se escucha a los amigos, los libros le revelarán sus riquezas y serán suyos. Lo que lea no resbalará, ni se perderá, sino que se quedará con él y le pertenecerá y consolará, como sólo los amigos son capaces de hacerlo".
"Hubiera preferido ser una de esas personas como Richard, que hacían las cosas por sí mismas, mientras que ella, pensó, esperando a cruzar, la mitad de las veces no hacía las cosas así, simplemente, por sí mismas; más bien para que la gente pensara esto o aquello, una perfecta idiotez, lo sabía (ahora el policía levantaba la mano), porque nunca nadie se creía el cuento ni por un instante. ¿ay! ¡Si hubiera podido volver a vivir! pensó, bajando de la acera ¡si hubiese podido incluso tener otro físico!".