"AMOR 77.
Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son".
"Cada ochenta o cien años le nace a la literatura y a las artes un hombre bueno. No es necesario ser una buena persona para escribir un libro meritorio o pintar un aceptable cuadro, por aquello de que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Pero cuando eso ocurre, cuando un hombre bueno y con talento se pone a hacer algo en unas cuartillas o en un lienzo o, como en este caso, sobre unas placas fotográficas, el resultado es casi un milagro. Los milagros son siempre lo evidente sin una explicación lógica [...]"
"[...] no leo para divertirme, ni para pasar el rato, ni para conciliar el sueño; yo, que vivo en un país donde la gente sabe leer y escribir desde quince generaciones atrás, bebo para que el texto me despierte, para que la lectura me produzca escalofríos, porque comparto la opinión de Hegel de que una persona noble no es necesariamente un aristócrata, ni un criminal un asesino. Si supiera escribir, haría un libro sobre la mayor suerte y la mayor desgracia de los hombres".
"Tu sueño, bien entrada la mañana, es el grillo del hogar que pone un cimiento leve y consistente a mi vida, María. Tú también tienes obligaciones profesionales como yo, María, pero quizá esto distingue al hombre de la mujer: que la mujer no está histérica de profesionalismo y encuentra siempre un paraíso de sueño o amor, entre urgencia y urgencia".
"Eres, poema, lugar donde la oscuridad descansa sobre mi rostro demasiado expuesto. Mi esplendor y mi sufrimiento se han deslizado entre los dos.
Arrojar al suelo la existencia feamente acumilada y volver a encontrar la mirada que la amó, en su hora inicial, lo bastante como para desplegar su fundamento. Cuanto me queda por vivir está contenido en este asalto, en este temblor".
[...] mucho antes de tomar la forma de las desigualdades matemáticas a las que debe su incomparable belleza, el principio consistió primero en su convicción de que nunca llegaremos al fondo de las cosas, no en virtud de una maldición o de la debilidad de nuestras facultades, sino por la razón definitiva y radical que, justo antes de despedirse de mí, la joven profesora, tendida hacia mí por encima de la mesa que me protege de su furor y de su indignación, me revela en ese instante: porque las cosas no tienen fondo".
"Si hay otra cosa que se pueda aprender del periodismo deportivo es que en la vida no hay nada trascendental. Las cosas siempre vienen y se van, y eso es ley de vida. Todo lo demás es una mentira de la literatura y por eso fracasé como profesor y por eso metí mi novela en el cajón y no volví a sacarla de allí".
"Soy consciente de que mi escritura no surge sólo de la imaginación, si hay algo de ella su dimensión es minúscula. En buena parte la imaginación deriva de mis experiencias reales, pero también de los muchos libros que he transitado. Soy hijo de todo lo visto y lo soñado, de lo que amo y aborrezco, pero aún más ampliamente de la lectura, de la más prestigiosa a la casi deleznable. Algunos vasos comunicantes no fácilmente perceptibles transmiten lo que soy yo a mi lenguaje y lo que el lenguaje es a mí".
"Conocemos el proceso, pero no lo suficiente para explicarlo. Hay una especie de economía del alma. Es algo parecido al hecho de que los ricos se hagan más ricos y los pobres más pobres. La gente que está llena de amor tiende a llenarse de más amor. Los que están llenos de odio suelen volverse más odiosos. Pero lo que realmente no comprendemos acerca de la línea divisoria entre ambos sentimientos es por qué una persona va por un camino y otra por otro".
"Porque si el contacto con la realidad sólo se produce a través de esa inconsútil franja de eternidad que llamamos presente, y el presente siempre se escabulle, resulta que la realidad siempre es ficticia.
O sea, construida".
"A la escritura hay que dejarla suelta, para que retoce en libertad, sin preocuparnos de que rompa unos cuantos jarrones. La escritura es como un perro con temperamento al que se le permite salir al campo, después de meses de reclusión. Desobedece los silbidos, se pone a vagar a su libre albedrío, si detecta una presa la acecha y persigue hasta atraparla entre sus fauces... Y todo empeño por traerla a rastras es inútil".
"No dejemos que nada se pierda, ni de nosotros ni de la vida; aceptémosla tal y como viene; todo puede ser muy hermoso, hasta las lágrimas que nos guardamos de derramar... Nada puede hacer que esto no exista; nunca nada podrá hacer que esto no haya existido. Me gustaría dejarte de este momento un recuerdo que te elevara por encima de ti misma y te transportara... durante mucho tiempo"
"Todas las historias del mundo se tejen con la trama de nuestra propia vida. Lejanas, oscuras, son mundos paralelos, vidas posibles, laboratorios donde se experimenta con las pasiones personales.
Los relatos nos enfrentan con la incomprensión y con el carácter inexorable del fin pero también con la felicidad y con la luz pura de la forma".
"Ibiza, 31 de julio de 1966. Esta noche, sobre las 3, completamente despierto. Imposible seguir más tiempo en la cama. He ido a pasear por la orilla del mar, acompañado de los más sombríos pensamientos. ¿Y si me arrojara desde lo alto del acantilado? He venido hasta aquí por el sol, y yo no puedo soportar el sol. Todo el mundo está moreno, pero yo seguiré blanco, pálido. Mientras me entregaba a toda suerte de reflexiones amargas, contemplaba los pinos, las rocas, las olas visitadas por la luna, y de repente me di cuenta de hasta qué punto estaba yo ligado a este hermoso y maldito universo".
"El paseante atento entra lentamente por medio de su oído en sus variados círculos, accediendo a cada instante a un nuevo universo sonoro de los que pueblan el interior del silencio. Descubre así un sentido nuevo; no una simple agudización del oído, sino un sentido íntimamente ligado a la percepción del silencio. Pues si su oído es lo bastante sensible, el hombre puede oír como crece la hierba, o cómo las hojas se despliegan en la copa de los árboles, o incluso cómo maduran las frambuesas y la savia fluye lentamente por el tallo de las plantas".
"Dos defectos de la literatura:
1. Cuando el escritor se ocupa única y exclusivamente de sí mismo, de sus debilidades y de su vida, y olvida el mundo objetivo y la búsqueda de la verdad.
2. Cuando el escritor se ocupa única y exclusivamente de la verdad del mundo, de la realidad objetiva, imparte justicia, juzga al prójimo, censura la época y sus costumbres y se olvida de sí mismo, de sus debilidades y de su propia vida".
"En última instancia, el hombre no debería cuestionarse sobre el sentido de la vida, sino comprender que la vida le interroga a él. En otras palabras, la vida pregunta por el hombre, cuestiona al hombre, y este contesta de una única manera: respondiendo de su propia vida y con su propia vida. Únicamente desde la responsabilidad personal se puede contestar a la vida. De tal modo que la logoterapia considera que la esencia de la existencia consiste en la capacidad del ser humano para responder responsablemente a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular".
[...] Pero él, Jakob Mendel, a tan sólo dos pulgadas de distancia y ya tiznado por el humo, no había notado nada, pues leía como otros rezan, como juegan los jugadores, tal y como los borrachos, aturdidos, se quedan con la mirada perdida en el vacío. Leía con un ensimismamiento tan impresionante que desde entonces cualquier otra persona a la que yo haya visto leyendo me ha parecido siempre un profano. En Jakob Mendel, aquel pequeño librero de viejo de Galitzia, contemplé por primera vez, siendo joven, el vasto misterio de la concentración absoluta, que hace tanto al artista como al erudito, al verdadero sabio como al loco de remate, esa trágica felicidad y desgracia de la obsesión completa".
"¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno 'tropieza' si tiene suerte? Este libro se basa en la primera premisa, si bien es indudable que la mayoría de la gente de hoy cree en la segunda.
No se trata de que la gente piense que el amor carece de importancia. En realidad, todos están sedientos de amor; ven innumerables películas basadas en historias de amor felices y desgraciadas, escuchan centenares de canciones triviales que hablan del amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor".
"A todos, en algún momento, se nos ha revelado nuestra existencia como algo particular, intransferible y precioso. Casi siempre esta revelación se sitúa en la adolescencia. El descubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como un sabernos solos; entre el mundo y nosotros se abre una impalpable, transparente muralla: la de nuestra conciencia. Es cierto que apenas nacemos nos sentimos solos; pero niños y adultos pueden trascender su soledad y olvidarse de sí mismos a través de juego o trabajo. En cambio, el adolescente, vacilante entre la infancia y la juventud, queda suspenso un instante ante la infinita riqueza del mundo. El adolescente se asombra de ser".
"Centro discreto del mundo. La casa centra el mundo y el hogar centra la casa. El hogar es el fuego de una casa, centro que calienta, en el que se hacía hervir el caldero y alrededor del cual se sentaban los de casa para calentarse y para conversar. Ese centro, no geométrico sino existencial, reúne y orienta".
"Hay tardes de primavera en París, como esta de hoy, soleada, dorada, que no se viven, sino que se desgajan y manducan como una mandarina. Y para ello nada mejor que una terraza de café, una bebida tonificante, una vacancia de la atención, un dejar que nuestra mirada en reposo reciba y archive las imágenes del mundo, sin preocuparse de encontrar en ellas orden ni sentido ni prioridad. Ser solamente el cristal a través del cual nos penetra intacta la vida".
"Tan sencilla que me había parecido la vida aquella mañana, cuando me desperté y vi la falsa primavera, y oí la flauta del hombre de las cabras, y salí a comprar el periódico especializado en carreras de caballos.
Pero París era una ciudad muy vieja y nosotros éramos jóvenes, y allí nada era sencillo, ni siquiera el ser pobre, ni el dinero ganado de pronto, ni la luz de la luna, ni el bien ni el mal, ni la respiración de una persona tendida a mi lado bajo la luz de la luna".
"Debió haber instantes, incluso en aquella misma tarde, en que Daisy no llegó a ser el vértice de sus sueños, y no precisamente por su culpa, sino por la colosal vitalidad de su ilusión. Había ido más allá de ella, más allá de todo. Se había entregado, con creadora pasión, acrecentándolo todo, adornándolo con toda brillante plumita que en su camino hallara. No existe fuego ni lozanía capaz de desafiar a lo que un hombre es capaz de almacenar en su fantasmal corazón".