"A partir de cierto punto, ya no se puede volver atrás; ese punto es el que hay que alcanzar. Pero ese punto no lo quiere alcanzar nadie. Todo el mundo quiere poder rectificar, arrepentirse, empezar de nuevo, sin querer darse cuenta de que uno nunca rectifica, ni se arrepiente, ni empieza nada de nuevo [...] Ese punto, que sin duda existe, lo cruzamos sin darnos cuenta. Luego no importa ya que nos volvamos atrás, pues nunca volvemos al mismo sitio. Retrocedemos, pero seguimos adelante. O viceversa".
"Fui a los bosques porque quería vivir con un propósito; para hacer frente sólo a los hechos esenciales de la vida, por ver si era capaz de aprender lo que aquélla tuviera por enseñar, y por no descubrir, cuando llegare mi hora, que no había siquiera vivido [...] Quería vivir profundamente y extraer de ello toda la médula; de modo tan duro y espartano que eliminara todo lo espurio, haciendo limpieza drástica de lo marginal y reduciendo la vida a su mínima expresión".
"Pero sólo las sensaciones mínimas, y de cosas pequeñísimas, son las que vivo intensamente. Será por mi amor a lo fútil por lo que esto me sucede. Puede que sea por mi escrúpulo en el detalle. Pero más bien creo -no lo sé, estas cosas nunca las analizo- que es porque lo mínimo, por no tener en absoluto importancia alguna social o práctica, tiene, debido a la mera ausencia de esto, una independencia absoluta de asociaciones sucias con la realidad. Lo mínimo me sabe a irreal. Lo inútil es bello porque es menos real que lo útil [...]"
"La vida está llena de hermosuras impredecibles y sorpresas extrañas. A veces, la belleza me supera y no sé cómo afrontarla. ¿Conoces la sensación? ¿Cuando algo es demasiado hermoso? ¿Cuando alguien dice algo o escribe algo o toca algo que te conmueve hasta las lágrimas, o que llega incluso a cambiarte?"
"Ahora sabe dónde ir. Sabe dónde esconderse, resguardarse del odio. ¿Puede confesarse a sí misma que se siente artista? Artista. Repite esa palabra. Sin ser realmente capaz de definirla. Da lo mismo. Las palabras no siempre necesitan un destino. Se les permite detenerse en las fronteras de las sensaciones. Vagando sin cabeza por el ámbito de lo impreciso. Y tal es, en efecto, el privilegio de los artistas: vivir en la confusión".
"A veces pienso que los átomos son personas diminutas que tienen muchísimo miedo y que están dándose la mano todo el rato. Me imagino que mi cuerpo está formado por gente diminuta y asustada que coge tazas y libros hechos de otra gente diminuta y asustada. Y cuando te acuestas con alguien no sois más que un montón de gente diminuta y asustada que se da la mano. Pienso en la gente diminuta que me compone y me siento menos solo".
"No podía ser un mundo tan malo, ¿no? No con pájaros que trinan y cantan. Quizá ese era el secreto: encontrar las pocas cosas que hacen que la vida sea una fracción mejor, y centrarse en ellas. El trinar de los pájaros. La piel de melocotón. Los cachorros que ladran como si fueran perros grandes. Nada magnífico, ciertamente nada que justifique todo lo demás, pero suficiente como para mantenerte en marcha".
"No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas. Tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir. Ya no estoy muerto: estoy enamorado".
"Sólo el niño tiene la capacidad de la posesión. Luego, de adultos, las cosas se nos despegan, son nuestras por los groseros trámites del dinero, el estupro, la posesión, la conservación, el coleccionismo, la propiedad, que es un delito. Pero al niño le pertenece todo naturalmente, y más lo que enseguida se torna a su imagen y semejanza, lo que enseguida se le parece. Cómo se le parece una pizarra, un elefante de trapo, una sillita de paja. La infancia es la edad taumatúrgica en que todo cuanto tocamos empieza a parecérsenos, se nos incorpora de inmediato. El niño, como Dios, hace el mundo a su imagen".
"Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre la muerte".
"El tipo realmente importante de libertad implica atención, y conciencia, y disciplina, y esfuerzo, y ser capaz de preocuparse de verdad por otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en una infinidad de pequeñas y nada apetecibles formas, día tras día.
Esa es la auténtica libertad.
Y esa libertad consiste en que te enseñen a pensar.
La alternativa es la inconsciencia, la configuración por defecto, la competitividad febril: la sensación constante y agobiante de que has tenido algo infinito y lo has perdido".
"[...] hay una relación de dependencia entre desarrollo y subdesarrollo. [...] Sin embargo, los medios de comunicación hoy no se hacen eco de esa visión dialéctica: la pobreza en el mundo está en buena parte condicionada por la riqueza de la otra parte, y esa interrelación explica las diferencias cada vez más abismales que se producen en el seno de todas las sociedades. Esa óptica ha desaparecido también de las programaciones académicas y de las universidades como inculcación del saber, ni siquiera se conserva en las universidades de verano, que suelen ser algo más frívolas".
"El pesimismo sólo nos deja ver las espinas en los rosales, la muerte en el hombre, la carne en el amor. Alimentados de pesimismo no vivimos la vida, la sufrimos. Todo lo malo de la vida se agiganta para el pesimista, y, además, lo bueno lo hace malo, precisamente porque de todo escoge su fachada negativa. Y aquí está el error; la contradicción con Dios; la contradicción con nosotros mismos. Cuando la vida amarga, hay que suavizarla con la representación de un Gólgota, y cuando es dulce, mitigar sus dulzuras pensando que otros sufren por lo que nosotros no sufrimos. Siempre tendiendo al equilibrio, que es el camino de la verdad".
"Hay cinco cosas que no generan otras cinco, / abre tus oídos a esta lección: / del pecho orgulloso no brota la amistad; / la descortesía es compañera de la ruindad; / el malvado nunca llega a la grandeza; / el envidioso no se apiada de la flaqueza; / el mentiroso espera en vano lealtad y crédito; / tenlo en cuenta, y que nadie te lo robe".
"La verdadera vida no es reducible a palabras habladas ni escritas, por nadie, nunca. La verdadera vida ocurre cuando estamos solos, pensando, sintiendo, perdidos en el recuerdo, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, los momentos submicroscópicos. Lo dijo más de una vez, Elster, de más de una manera. Su vida ocurría, dijo, cuando estaba ahí sentado mirando una pared vacía, pensando en la cena".
"No hay que exigir en las personas más de una cualidad. Si les encontramos una, debemos ya sentirnos agradecidos y juzgarlas solamente por ella y no por las que les faltan".
"- A eso no pueden obligarte -dijo al cabo de un rato-. Es lo único que no pueden hacer. Pueden forzarte a decir cualquier cosa, pero no hay manera de que te lo hagan creer. Dentro de ti no pueden entrar nunca.
- Eso es verdad -dijo Winston con un poco más de esperanza -. No pueden penetrar en nuestra alma. Si podemos sentir que merece la pena seguir siendo humanos, aunque esto no tenga ningún resultado positivo, los habremos derrotado".
"Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta de ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario de la esquina".
"Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde. Entre los dieciocho y los veinticinco años mi rostro emprendió un camino imprevisto. A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo, nunca lo he preguntado. Creo que me han hablado de ese empujón del tiempo que a veces nos alcanza al transponer los años más jóvenes, más gloriosos de la vida".
"La fe es el conocimiento del sentido de la vida humana, gracias al cual el hombre no se aniquila, sino que vive. La fe es la fuerza de la vida. Si un hombre vive, es porque cree en algo. Si no creyera que debe vivir por algo, no viviría. Si no ve ni comprende el carácter ilusorio de lo finito, cree en lo finito. Si comprende el carácter ilusorio de lo finito, es preciso que crea en lo infinito. Sin fe es imposible vivir".
"Si alguna vez un joven me hace caso [...] suelo recomendarle estudio y más estudio, trabajo y más trabajo. La obra de arte, en este nuestro y en cualquier otro mundo, es cualquier cosa menos un milagro. Nadie se las saca de la manga, aunque a veces lo parezca. Y, sobre todo, no surgen por generación espontánea. El pasado gravita en toda obra nueva, y si lo es de verdad, entonces encontramos en su interior, aunque de varias maneras instalado, todo lo que antes se hizo".
"[...] El único milagro a nuestro alcance es seguir viviendo, dijo la mujer, amparar la fragilidad de la vida un día tras otro, como si fuera ella la ciega, la que no sabe a dónde ir, y quizá sea así, quizá realmente la vida no lo sepa, se entregó a nuestras manos tras habernos hecho inteligentes, y a esto la hemos traído, Hablas como si también tú estuvieses ciega, dijo la chica de las gafas oscuras, En cierto modo, es verdad [...]"
"Sol, líbrame de la gravedad. Limpia mi sangre de esos humores espesos que, desde luego, me protegen del desgaste y de la imprevisión, pero que destruyen el impulso de mi juventud y apagan mi alegría de vivir [...] Enséñame la ironía. Haz que aprenda la ligereza, la aceptación sonriente de los dones inmediatos de este día, sin cálculo, sin gratitud, sin miedo".
"No puedo decir que me sienta aligerado ni contento; al contrario, eso me aplasta. Sólo que alcancé mi objetivo: sé lo que quería saber, he comprendido todo lo que me ha sucedido desde el mes de enero. La Náusea no me ha abandonado, y no creo que me abandone tan pronto; pero ya no la padezco, ya no es una enfermedad ni un acceso pasajero: soy yo".