Tamara Silva Bernaschina (Minas, Uruguay, 2000) es considerada por la crítica como la voz más novedosa de la literatura uruguaya actual, dueña de una escritura vibrante que ya resuena en todo el continente. Tras el éxito de su primer libro de cuentos, "Desastres naturales" (2023), galardonado con dos Premios Bartolomé Hidalgo y el Premio Nacional de Literatura en la categoría Ópera Prima, y su novela "Temporada de ballenas" (2024), merecedora de una mención de honor en el concurso Juan Carlos Onetti, la autora demuestra una fascinación por la brevedad y un estilo precioso y depurado que se graba a fuego en la memoria del lector.
La prestigiosa editorial
Páginas de Espuma ha publicado recientemente su última obra: "
Larvas". Este libro se describe como un salto hacia lo insólito donde todo parece ser lo que no es: mascotas que se convierten en testigos y verdugos, la ubicuidad de las voces de los aparecidos, o larvas que emergen desde el interior del cuerpo. La obra sugiere que la explicación de la realidad y sus consecuencias puede encontrarse en lo extraño.
Bruno Montano tuvo el placer de conversar con la autora para
Trabalibros sobre este fascinante trabajo.

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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): Es evidente tras una primera lectura que los ocho cuentos que forman este libro componen una unidad. Hay entre ellos un acentuado aire de familia, una atmósfera o clima común, una estética compartida. Da la impresión de que fueron escritos bajo una misma llamada y no recolectados o elegidos a partir de un almacén de existencias.
- Tamara Silva Bernaschina (T.S.): Así es, son textos que fueron escritos muy juntos en el tiempo. De hecho, me gusta pensar que hay algo de encabalgamiento poético entre todos, porque cuando aún no había terminado de escribir uno, el siguiente ya comenzaba a aparecer.
- B.M: Redondea la imagen de unidad el hecho de que en el último cuento aparezcan personajes de los anteriores, de modo que éste funciona como el capítulo final de una historia única. Por otra parte, la cita inicial de
Dillom nos pone en la pista de que los ocho cuentos han sido unidos entre sí por una pequeña cirugía, por unos puntos de sutura.
- T.S.: En todos los cuentos hay referencias cruzadas, me parecía interesante hacer el ejercicio, ver qué podían tener en común estas historias. Y la cita de Dillom habla de eso, pero también de un deseo muy profundo de volverse parte del cuerpo de otro, que es algo que prima en este libro.
- B.M.: Llama la atención la fuerte impronta que tiene en todos los cuentos lo orgánico, lo biológico, lo corporal, lo físico. Eso que Ignacia, una de tus protagonistas, llama “la materia vibrante ensamblada”.
- T.S.: Creo que es una característica más allá de la atmósfera que comparten todos los relatos, sí.
- B.M.: Ligado íntimamente a lo orgánico aparece también de forma recurrente lo repugnante, lo nauseabundo, la inmundicia, el asco (“el asco es algo que se aprende temprano”, dice uno de tus protagonistas). Nos encontramos con piojos, larvas, cicatrices, cuerpos en descomposición, desgarros provocados por mandíbulas, enfermedades con síntomas que provocan la arcada…
- T.S.: Está el asco en convivencia con lo que provoca excitación, deseo, alegría. Me gusta ese contraste. Cuándo aparece el asco, cuándo una cosa se transforma en otra, también.
- B.M.: Tus cuentos son rurales, transcurren al aire libre en entornos naturales donde abundan sobre todo los cursos de agua y las montañas, en especial los cerros. ¿Tiene esto que ver con el hecho de que te trasladaste a vivir a
Aiguá a los 15 años, a un pueblo del interior uruguayo cuyo nombre en guaraní significa “agua que corre” y que alberga en su territorio municipal el totémico Cerro Catedral?
- T.S.: Sí, los paisajes de mis cuentos son mis paisajes afectivos, a pesar de estar dislocados, transformados. Son espacios siempre móviles, pero también muy identificables para mí. Un campo en el que podría haber estado, un cerro que podría haber subido. Esa identificación ayuda a que los relatos tengan un ancla fuerte con la tierra.

- B.M.: Tus cuentos son de factura realista, pero en todos ellos se abren fisuras por las que asoma lo fantástico, lo sobrenatural, lo terrorífico, incluso el sincretismo religioso de los cultos populares (“
el gauchito Gil”, “
la difunta Correa”). Por paradójico que pueda ser, ¿lo fantástico puede mejorar nuestra percepción de lo real? ¿Romper la ortodoxia mimética abre miradas enriquecedoras sobre la realidad?
- T.S.: No sé si puede mejorar nuestra percepción de lo real, habría que ver cómo percibimos lo real y qué de eso no es ya de por sí fantástico. Digo esto pensando en las cosas del mundo que podrían resultar inverosímiles pero que dados los tiempos que corren, pasan una y otra vez frente a una cámara o nuestros ojos.
- B.M.: Abundan en tus cuentos los narradores infantiles o juveniles. Las voces de los niños, su especial querencia hacia lo que los antropólogos llaman el “
pensamiento mágico”, es decir, atribuir efectos a causas no lógicas, ¿te permiten nombrar con más verosimilitud lo siniestro, lo fantástico o lo terrorífico?
- T.S.: Los narradores infantiles son lo mejor del mundo. No solo les creo todo, sino que hay algo en esas voces que me dan ganas de escribirlas. Se saltean obstáculos que pueden tener los narradores adultos y van creando un mundo hacia adelante, entendiendo las cosas mejor que nadie.
- B.M.: Me da la impresión de que tus cuentos parten más de imágenes, destellos y sensaciones que de ideas o temas a desarrollar. Las potentes imágenes poéticas que caracterizan tu estilo creo que delatan el origen más sensitivo que cognitivo de tus cuentos.
- T.S.: Casi siempre surgen a partir de una imagen, es cierto. También a veces de sonidos, sabores, un olor. Depende de la historia. Mi piojito lindo apareció de una sensación de picazón en la cabeza, de hecho.
- B.M.: “Bajo el agua el mundo se siente distinto. Los sonidos se deforman y agigantan y terminan todos en una O eterna y aballenada”. Esta magnífica frase tuya me sirve para terminar la entrevista con una pregunta de tipo metaliterario. ¿Sumergir al mundo en un mar de palabras, literaturizarlo, nos permite oír mejor su canto eterno y aballenado?
- T.S.: Nos permite oír mejor y deformar y agigantar a gusto. Enlentecerlo.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Tamara Silva Bernaschina el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Del mismo modo, agradecemos a la editorial
Páginas de Espuma el haber hecho posible este encuentro.