"La buena literatura sorprende misteriosamente. Pone melancólico. Ayuda a aprender a pensar. A tentar a dios y a imaginar su muerte. La buena literatura enajena el alma, inhabilita el saber, oscurece la felicidad, alivia el dolor. Humaniza. La buena lectura murmura saberes profundos apenas intuidos".
Estoy de acuerdo con Nuria Amat. Si lo leído no produce este efecto es que no es buena literatura y en ocasiones ni siquiera literatura (dejaremos el espinoso tema de la "literaturidad" para otro día). Algunos me llamarán por esto absolutista. Me explicarán que todo es relativo, que no se puede predicar la bondad de un texto de forma tajante, que todo depende, que si el momento histórico, que si el contexto sociológico, que si la fase lunar. ¡Que sí, que sí, que lo sé!, que no soy dios, que ni siquiera soy Harold Bloom, que tengo sesgos subjetivos, lagunas de formación, fobias y filias, pero mi instinto de lector y librero me dice cuando estoy ante un libro necesario. Mi gusto me dice cuando estoy delante de un libro hermoso y redondo, pero son mis vísceras (llamémoslas sistema nervioso autónomo) las que se estremecen al leer un libro revelador. O como diría Kafka un libro que muerde, que es una bola de luz en la mano.
Para escribir libros así hacen falta básicamente cuatro cosas:
1) copiar a los grandes hasta contagiarnos, hasta impregnarnos, para aprender y conquistar.
2) esforzarse como Flaubert para llegar "al alma de las cosas".
3) pensar como Steiner que ser buen escritor significa intimar con los profundos ritmos del habla y tener buen oído para las connotaciones y ecos enterrados del lenguaje.
4) escribir y desescribir con firmeza ajenos a las seducciones comerciales, conscientes como dice Nuria de que "la escritura es ternura" y que "desear escribir es poner un recién nacido en el cajón secreto del recuerdo".
Libro apasionado e inteligente de Nuria Amat - como suelen ser los suyos - repleto de interesantes reflexiones sobre la literatura, la escritura, la lengua y el silencio. Recomiendo de esta autora también "Todos somos Kafka" y "Viajar es imposible", los dos publicados por Mario Muchnik Editores. Que haya conseguido en ellos "una escritura guerrera y cansada. Ingenua y rebelde. Risueña y melancólica. Descreída y enfebrecida de palabras" como pretende cuando escribe es algo que les dejo juzgar a ustedes.