Cata de libros

Los mejores momentos de la lectura de un libro suceden con el hallazgo de fragmentos especialmente hermosos, lúcidos y vibrantes. En Trabalibros nos gusta capturarlos subrayándolos para poder volver a ellos fácilmente con tan solo explorar entre sus páginas.

Esto nos permite además ofrecerte una pequeña selección de los tesoros que ocultan algunos de nuestros libros preferidos, con la esperanza de que sirva para estimular su lectura. Esperamos que disfrutes de nuestra "Cata de libros".

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"El horror de Dunwich", H.P. Lovecraft
"Sin aviso, llegaron aquellos sonidos vocales profundos, cascados, roncos, que nunca podría olvidar ninguno de los integrantes del estremecido grupo. No nacía de garganta humana alguna, ya que los órganos humanos no pueden aullar tales perversiones acústicas. Mejor sería decir que provenían del abismo mismo, de no proceder, inconfundiblemente, del altar de piedra de la cima. Era casi un error llamarlos sonidos, ya que mucho de su timbre espantoso e infrasónico hablaba a difusos estados de conciencia y terror más que al mismo oído, aunque también podría hacerse, ya que su forma era indiscutible, aunque vagamente, la de palabras".
"Los besos", Manuel Vilas
"El bien absoluto se edifica sobre el erotismo. Sobre los besos se levanta el bien absoluto. Eso es: los besos, porque los besos siguen siendo el mayor misterio del mundo. Nadie logrará saber qué es un beso, por qué existen los besos, qué significan en realidad. Tienen un poder desconocido. Los besos, allí está todo, en los besos".
"Ampliación del campo de batalla", Michel Houellebecq
"Has tenido una vida. Ha habido momentos en que tenías una vida. Cierto, ya no te acuerdas muy bien; pero hay fotografías que lo atestiguan. Probablemente era en la época de tu adolescencia, o poco después. ¡Qué ganas de vivir tenías entonces! La existencia te parecía llena de posibilidades inéditas. Podías convertirte en cantante de variedades; o irte a Venezuela. Más sorprendente aún es que has tenido una infancia. Mira a un niño de siete años que juega con sus soldaditos en la alfombra del salón. Te pido que lo mires con atención. Desde el divorcio, ya no tiene padre. Ve bastante poco a su madre, que ocupa un puesto importante en una firma de cosméticos. Sin embargo juega a los soldaditos, y parece que se toma esas representaciones del mundo y de la guerra con vivo interés. Ya le falta un poco de afecto, no hay duda; ¡pero cuánto parece interesarle el mundo! A ti también te interesó el mundo. Fue hace mucho tiempo; te pido que lo recuerdes."
"Amor y vejez", Chateubriand
"Hay que remontarse muy atrás en el tiempo para dar con el origen de mi suplicio, hay que retornar a esa aurora de mi juventud, cuando me creé un fantasma de mujer que adorar. Me agoté con esa criatura imaginaria, luego vinieron los amores reales con los que no alcancé nunca esa felicidad imaginaria cuya idea estaba en mi alma. He sabido lo que era vivir para una sola idea y con una sola idea, encerrarme en un sentimiento, perder de vista el universo y poner la vida entera en una sonrisa, en una palabra, en una mirada. Pero incluso entonces una inquietud insoportable turbaba mis ensueños. Me decía: "¿Me amará ella mañana como hoy?" Una palabra que no era pronunciada con tanto ardor como la víspera, una mirada distraída, una sonrisa dirigida a otro que no fuera yo me hacia desesperar al instante de mi felicidad"
"Americanah", Chimamanda Ngozi Adichie
"Queridos negros no estadounidenses, cuando tomáis la decisión de venir a Estados Unidos, os convertís en negros. Basta ya de discusiones. Basta ya de decir soy jamaicano o soy ghanés. A Estados Unidos le es indiferente. ¿Qué más da si no erais «negros» en vuestro país? Ahora estáis en Estados Unidos. Tendremos nuestros momentos de iniciación en la Sociedad de los Antiguos Esclavos Negros. El mío tuvo lugar en la universidad cuando, en una clase, me pidieron que ofreciera la perspectiva negra, solo que yo no entendía ni remotamente a qué se referían. Así que me inventé algo, sin más. Y admitidlo: decís «No soy negro» solo porque sabéis que el negro es el último peldaño de la escala racial estadounidense. Y eso no lo queréis. Ahora no lo neguéis. ¿Y si ser negro implicara todos los privilegios de ser blanco? ¿Diríais entonces «No me llaméis negro, soy de Trinidad»? Lo dudo mucho. Así que sois negros, muchachos".
"Alfabetos", Claudio Magris
"Muchos escritores y filósofos que se han ocupado de esta transformación -la crisis del sujeto, el nihilismo, la vida real y su ausencia, la relación entre la existencia y su significado han partido del análisis de su obra: el joven Lukács, Slataper, Michelstaedter y muchos otros. A esta problemática, a veces llena de amargo y tiránico machismo, Ibsen fue capaz de darle a menudo una elevada y conmovedora voz poética, expresando el amor y la nostalgia, la feminidad de la existencia y del mundo. Probablemente ni siquiera su nieto habrá sido capaz de conciliar moral y felicidad. Si vivir -dice Ibsen- significa luchar contra los propios demonios, se pregunta si no será el hombre, en cambio, el propio demonio y por lo tanto no se puede combatir. Si escribir, como dijo Ibsen, significa pronunciar un último juicio sobre sí mismo, el juicio es tanto más difícil cuanto más grande sea el escritor. Quizá se escribe «a pesar de», la última palabra que, al parecer, murmuró Ibsen al morir".
"Alexis o el tratado del combate estéril", Marguerite Yourcenar
"El sufrimiento es uno. Se habla de sufrimiento como se habla del placer, pero se habla de ellos cuando ya nos dominan. Cada vez que entran en nosotros, nos sorprenden como una sensación nueva y tenemos que reconocer que los habíamos olvidado. Son diferentes porque nosotros también lo somos: les entregamos cada vez un alma y un cuerpo modificados por la vida. Y sin embargo, el sufrimiento no es más que uno. No conoceremos de él, como no conoceremos del placer, más que algunas formas, siempre las mismas, de las que estamos presos. Habría que explicar esto: nuestra alma, supongo, no tiene más que un teclado restringido y aunque la vida se empeñe en hacerlo sonar, sólo podrá obtener dos o tres pobres notas".
"La muerte en Venecia", Thomas Mann
"Los sentimientos y observaciones del hombre solitario son al mismo tiempo más confusos y más intensos que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y siempre tienen un matiz de tristeza. Imágenes y sensaciones que se esfumarían fácilmente con una mirada, con una risa, un cambio de opiniones, se aferran fuertemente en el ánimo del solitario, se ahondan en el silencio y se convierten en acontecimientos, aventuras, sentimientos importantes. La soledad engendra lo original, lo atrevido, y lo extraordinariamente bello, la poesía. Pero engendra también lo desagradable, lo inoportuno, absurdo e inadecuado".
"Adiós Hemingway", Leonardo Padura
"De cualquier modo, a su lado no quería ni a escritores ni a políticos. Y por eso se negaba, cada vez más, a hablar de literatura. Si alguien le preguntaba sobre sus trabajos apenas decía: «Estoy trabajando bien», o si acaso: «Hoy escribí cuatrocientas palabras». Lo demás no tenía sentido, pues sabía que cuanto más lejos va uno cuando escribe, más solo se queda. Y al final uno aprende que es mejor así y que debe defender esa soledad: hablar de literatura es perder el tiempo, y si uno está solo es mucho mejor, porque así es como se debe trabajar, y porque el tiempo para trabajar resulta cada vez más corto, y si uno lo desperdicia siente que ha cometido un pecado para el cual no hay perdón. Por eso se había negado a viajar hasta Estocolmo para asistir a una ceremonia tan insulsa y gastada como la de recibir el Premio Nobel. Era una lástima que aquel premio se concediera sin uno solicitarlo y que rechazarlo pudiera considerarse una pose de mal gusto [...]"
"Absolución", Luis Landero
"Eso fue antes del naufragio amoroso, de la intrincada red. Luego, cuando ya estaba negociando con sus demonios y ángeles custodios la fecha de la fuga, una noche de principios de diciembre apareció el señor Levin y con la cabeza lo invitó a acompañarlo. Fueron a la cafetería, y no solo esa noche sino otras, unas dos veces por semana, y así fue convirtiéndose en contertulio y confidente del señor Levin, de sus discursos a media luz, vagos y fragmentarios, oscuros y con repentinas iluminaciones, con rachas de ficción y con crudos arranques de franqueza, como es propio de la sensación de impunidad que produce el alcohol, el insomnio y la noche".
"A causa de la noche", James Ellroy
"Recordó las colinas en terrazas y las casas de los antiguos moradores y aquellas noches en vela de los años cincuenta oyendo los aullidos de los perros encerrados en la perrera municipal, a dos manzanas de su casa. Al barrio de Silverlake le pusieron el mote de «Villaperros»; en el 55 y 56 formaba parte de la banda de los chavales de Villaperros; a él le llamaban «Hombre Perro» y «el Rescatador». Los constantes alaridos, aunque lastimeros, eran como combustible de un sueño misterioso y romántico. Algunas noches los perros se abrían camino con dientes y garras a la libertad, aunque sólo para quedar aplastados por autos trucados en la curva sin visibilidad junto a la ventana de su cuarto. Cuando iba por la mañana al colegio ya había retirado los restos y el viejo «señor» Hernández, el vecino, había regado el asfalto; pero Lloyd sentía y olía, casi cataba la sangre. Y al cabo de un tiempo ya no se pasaba la noche escuchando, sino que se encogía antes del inminente atropello".
"Thomas el impostor", Jean Cocteau
"Hay gentes que lo poseen todo y no consiguen hacerlo creer; ricos tan pobres y nobles tan vulgares que la incredulidad que suscitan acaba por hacerlos tímidos y les da una actitud sospechosa. En algunas mujeres, las más hermosas perlas resultan falsas. En cambio, en otras las perlas falsas parecen verdaderas. De igual modo, hay hombres que inspiran una confianza ciega y que gozan de privilegios que no podrían pretender. Guillermo Tomás pertenecía a esa raza de ventura. Se le creía. No necesitaba adoptar precaución alguna ni hacer ningún cálculo. Una estrella de mentira le llevaba derechamente a su objeto. Así, nunca tenía el rostro preocupado, turbado ni ceñudo. No sabiendo nadar ni patinar, podía decir: «Yo patino y yo nado.» Todos le habían visto sobre el hielo y en el agua. Un hada especial da esa suerte en el nacimiento. Hay algunos que triunfan y a cuya cuna no acudió más hada que esa".
"Matar a un ruiseñor", Harper Lee
"Cuando nos regaló los rifles de aire comprimido, Atticus quiso enseñarnos a tirar. Tío Jack nos instruyó en los rudimentos de tal deporte, y nos dijo que a Atticus no le interesaban las armas. Atticus le dijo un día a Jem: —Preferiría que disparaseis contra botes vacíos en el patio trasero, pero sé que perseguiréis a los pájaros. Matad todos los arrendajos azules que queráis, si podéis darles, pero recordad que matar un ruiseñor es pecado. Aquélla fue la única vez que le oí decir a Atticus que ésta o aquélla acción fuesen pecado, e interrogué a miss Maudie sobre el caso. —Tu padre tiene razón —me respondió—. Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que a cantar para alegrarnos. No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar un ruiseñor".
"1984", George Orwell
"[…] – Nosotros, Winston, controlamos la vida en todos sus niveles. Te figuras que existe algo llamado la naturaleza humana, que se irritará por lo que hacemos y se volverá contra nosotros. Pero no olvides que nosotros creamos la naturaleza humana. Los hombres son infinitamente maleables. O quizás hayas vuelto a tu antigua idea de que los proletarios o los esclavos se levantarán contra nosotros y nos derribarán. Desecha esa idea. Están indefensos, como animales. La Humanidad es el Partido. Los otros están fuera, son insignificantes".
Gregorio Marañón
"El libro bueno es el amigo que todo lo da y nada pide. El maestro generoso que no regatea su saber ni se cansa de repetir lo que sabe. El fiel transmisor de la prudencia y de la sabiduría antigua. El consuelo de las horas tristes. El que hace olvidar al preso su cárcel y al desterrado su nostalgia. El sedante de los grandes afanes, que va dondequiera que vayamos con nuestro dolor. El mentor de las grandes decisiones. El que ablanda el corazón en los momentos de dureza, o nos vigoriza cuando empezamos a flanquear. Y después de ser todo esto, tiene la soberana grandeza de no hipotecar nuestra gratitud. Una vez leído lo volvemos sencillamente al estante, o lo dejamos olvidado en el asiento de un tren. Es igual. Ni nos guardará rencor si no se lo hemos agradecido".
"De este mundo y del otro", José Saramago
"Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas. Las palabras están ausentes. Algunas palabras nos absorben, no nos dejan: son como garrapatas, vienen en los libros, los periódicos, en los mensajes publicitarios, en los rótulos de las películas, en las cartas y en los carteles. Las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, conminan, imponen, segregan , eliminan. Son melifluas o ácidas. El mundo gira sobre palabras lubrificadas con aceite de paciencia. Los cerebros están llenos de palabras que viven en paz y en armonía con sus contrarias y enemigas. Por eso la gente hace lo contrario de lo que piensa creyendo pensar lo que hace".
"Las Palmeras Salvajes", William Faulkner
"No es que pueda vivir, es que quiero. Es que yo quiero. La vieja carne al fin, por vieja que sea. Porque si la memoria existiera fuera de la carne no sería memoria porque no sabría de qué se acuerda y así cuando ella dejó de ser, la mitad de la memoria dejó de ser y si yo dejara de ser todo el recuerdo dejaría de ser. Sí, pensó. Entre la pena y la nada elijo la pena."
"Los bienaventurados", María Zambrano
"La vida se arrastra desde el comienzo. Se derrama, tiende a irse más allá, a irse desde la raíz oscura, repitiendo sobre la faz de la tierra -suelo para lo que se yergue sobre ella- el desparamarse de las raíces y su laberinto. La vida, cuanto más se da a crecer, prometida como es el acontecimiento, más interpone su cuerpo, el cuerpo que al fin ha logrado, entre su ansia de crecimiento y el espacio que la llama. Busca espacio en ansia de desplegarse y todos los puntos cardinales parecen atraerla por igual hasta que encuentra el obstáculo para proseguir su despliegue. En principio no tiene límite y los ignora hasta que los encuentra en forma de obstáculo infranqueable, primera moral que el hombre entiende llamándola prohibición. Mas busca la vida ante todo su cuerpo, el despliegue del cuerpo que ya alcanzó, el cuerpo indispensable. Y busca otro cuerpo desconocido".
"Las intermitencias de la muerte", José Saramago
"A decir verdad, nosotros, los humanos, no podemos hacer mucho más que sacarle la lengua al verdugo que nos va a cortar la cabeza, será por eso que siento una enorme curiosidad por saber cómo va a salir del lío en que está metida, con esa carta que va y viene y de ese violonchelista que ya no podrá morir a los cuarenta y nueve porque ya ha cumplido los cincuenta. La muerte hizo un gesto de impaciencia, se sacudió bruscamente del hombro la mano fraternal con la que la consolábamos y se levantó de la silla. Ahora parecía más alta, con más cuerpo, una señora muerte como debe ser, capaz de hacer temblar el suelo bajo sus pies, con la mortaja arrastrando y levantando humo a cada paso. La muerte está enfadada. Es el momento de sacarle la lengua".
"La literatura y los dioses", Roberto Calasso
"Los dioses son huéspedes huidizos de la literatura. La atraviesan con la estela de sus nombres. Pero, con frecuencia, también la abandonan. Cada vez que el escritor apunta una palabra debe reconquistarlos. La mercurialidad, anuncio de los dioses, es también la señal de su carácter evanescente. Sin embargo, no siempre ha sido así. Las cosas fueron distintas mientras existió una liturgia. Aquel engarce de gestos y palabras, aquella aura de controlada destrucción, aquel uso excluyente de ciertos materiales: todo eso placía a los dioses, mientras los hombres quisieron dirigirse a ellos. Después sólo quedaron, como banderines ondeantes en un campamento abandonado, aquellas historias de los dioses que eran el sobreentendido de cada gesto. Desarraigados de su suelo y expuestos a la cruda luz de la vibración de la palabra, podían llegar a parecer impúdicos y vanos. Todo acabó en historia de la literatura".
"Hotel Savoy", Joseph Roth
"Estoy solo. Mi corazón sólo palpita para mí. Los trabajadores en huelga no tienen nada que ver conmigo. No tengo nada en común con la colectividad, ni con unos individuos. Soy un hombre frío. En la guerra, no me sentía unido a la compañía. Todos estábamos tirados en el mismo montón de basura y esperábamos la misma muerte. Pero yo sólo podía pensar en mi propia vida. Andaba entre cadáveres, y a veces me hacía daño el hecho de no sentir ningún dolor. Ahora, el reproche de Zwonimir no me deja tranquilo. Es preciso que piense en mi frialdad y en mi soledad. —Toda persona vive en medio de una comunidad —dice Zwonimir. ¿En qué comunidad vivo yo? Vivo en comunidad con los huéspedes del Hotel Savoy [...] Ciertamente, vivo en una comunidad; sus penas son las mías, su pobreza es mi pobreza".
"El luminoso regalo", Manuel Vilas
"Y tú te arreglaste, te peinaste y diste un portazo. Es asombrosa la relación entre el Amor y el Orgullo, pensaste. Son vasos comunicantes. El enamorado espera que su enamorada esté más enamorada que él y dispuesta a renunciar a su Orgullo, y a la inversa; la enamorada espera que el enamorado esté más enamorado que ella y renuncie a su Orgullo. El Orgullo es como un agujero negro, una gravitación maligna, fruto de nuestra debilidad. Lo necesitamos para vivir más que el Amor. El Orgullo es un misterio".
"La última posada", Imre Kertész
"Todos tienen razón. Pero existen las verdades grandes y sublimes y existen las pequeñas, desalentadoras y, podría decirse, provincianas. Quien representa estas últimas debe renunciar al gran estilo. Sin embargo, se necesita el gran estilo para poder seguir siendo eficaz tras haber renunciado al gran estilo. Y cuando recurrimos al gran estilo, de pronto cambia también la verdad: se torna grande. Así, pues, no hay salida del lenguaje: la realidad, claro, es siempre otra cosa".
"El sanatorio de la Clepsidra", Bruno Schulz
"En aquel momento, comprendí por qué esa primavera había sido hasta entonces tan vacía, tan cerrada y tan sofocante. Inconscientemente, se silenciaba, se callaba, retrocedía, dejaba el sitio libre, se abría enteramente como un espacio puro, un azul sin opiniones ni definiciones, forma asombrada y desnuda que esperaba un contenido misterioso. De ahí procedía esa neutralidad azul, como despertada en sobresalto, esa inmensa disponibilidad. Esa primavera estaba a punto, amplia, desierta y disponible, sin aliento y sin memoria: aguardaba la revelación. ¿Quién hubiera podido prever que saldría, deslumbrante y adornada, del álbum de sellos de Rudolf?"
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