Cata de libros

Los mejores momentos de la lectura de un libro suceden con el hallazgo de fragmentos especialmente hermosos, lúcidos y vibrantes. En Trabalibros nos gusta capturarlos subrayándolos para poder volver a ellos fácilmente con tan solo explorar entre sus páginas.

Esto nos permite además ofrecerte una pequeña selección de los tesoros que ocultan algunos de nuestros libros preferidos, con la esperanza de que sirva para estimular su lectura. Esperamos que disfrutes de nuestra "Cata de libros".

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"Crimen y castigo", Fiódor Dostoyevski
"Es la ley de los hombres... ¡Una ley, Sonia! ¡Es así!... También ahora sé, Sonia, que de ellos es señor y los domina quien posee una inteligencia y un espíritu potentes y fuertes. Quien a mucho se atreve es el que, a sus ojos, tiene la razón. El que es capaz de escupir a mayor número de cosas pasa por legislador. El que se atreve a más es el que más razón tiene. Así ha sido hasta hoy y así será siempre. ¡Sólo un ciego no lo ve!"
"Ya ves qué tontería", poema de Gloria Fuertes
Ya ves qué tontería, / me gusta escribir tu nombre, / llenar papeles con tu nombre, / llenar el aire con tu nombre; / decir a los niños tu nombre, escribir a mi padre muerto / y contarle que te llamas así. / Me creo que siempre que lo digo me oyes. / Me creo que da buena suerte. / Voy por las calles tan contenta / y no llevo encima más que tu nombre.
"Historias de Cronopios y famas", Julio Cortázar
"Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad." Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios".
"Vida contemplativa", Byung-Chul Han
"La inactividad tiene su lógica propia, su propio lenguaje, su propia temporalidad, su propia arquitectura, su propio esplendor, incluso su propia magia. No es una forma de debilidad, ni una falta, sino una forma de intensidad que, sin embargo, no es percibida ni reconocida en nuestra sociedad de la actividad y el rendimiento. No estamos accediendo ni a los dominios de la inactividad ni a sus riquezas. La inactividad es una forma de esplendor de la existencia humana. Hoy se ha ido difuminando hasta volverse una forma vacía de actividad".
"Anna Karénina", Lev Tolstói
"Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada. En casa de los Oblonsky andaba todo trastrocado. La esposa acababa de enterarse de que su marido mantenía relaciones con la institutriz francesa y se había apresurado a declararle que no podía seguir viviendo con él. Semejante situación duraba ya tres días y era tan dolorosa para los esposos como para los demás miembros de la familia. Todos, incluso los criados, sentían la íntima impresión de que aquella vida en común no tenía ya sentido y que, incluso en una posada, se encuentran más unidos los huéspedes de lo que ahora se sentían ellos entre sí".
"El corazón del daño", María Negroni
"Mirado desde hoy, que es el después en su siempre, el significado de una cosa hube: No siempre esto es esto. Quiero decir, me reeduqué, me volví tolerante. Aprendí a tener acuerdos parciales con todas las opiniones. Un verdadero progreso. Una auténtica felicidad libre de euforia".
"París no se acaba nunca", Enrique Vila-Matas
"No sabiendo cómo darle un final a la visita a Adriana -aquella conversación con ella parecía París, que no se acaba nunca, y yo sentía que debía marcharme antes de que fuera demasiado tarde-, le dije que no sabía si ella lo había pensado alguna vez, pero que incluso el peor Hemingway nos recuerda que para comprometerse en la literatura uno tiene primero que comprometerse en la vida".
"Demian", Herman Hesse
"Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución hasta el pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas. Todos los dioses y demonios que han existido, ya sea entre los griegos, chinos o cafres, existen en nosotros como posibilidades, deseos y soluciones. Si el género humano se extinguiera con la sola excepción de un niño medianamente inteligente, sin ninguna educación, este niño volvería a descubrir el curso de todas las cosas y sabría producir de nuevo dioses, demonios, paraísos, prohibiciones, mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos".
"Kafka en la orilla", Haruki Murakami
"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso".
"El Horla", Guy de Maupassant
"¿De dónde vienen esas misteriosas influencias que mudan en desánimo nuestra felicidad y nuestra confianza en desamparo? Se diría que el aire, el aire invisible está lleno de incognoscibles Poderes, cuya misteriosa vecindad sufrimos [...] Todo lo que nos rodea, todo lo que vemos sin mirarlo, todo lo que rozamos sin conocerlo, todo lo que tocamos sin palparlo, todo lo que encontramos sin distinguirlo, ¿tendrá sobre nosotros, sobre nuestros órganos y, a través de ellos, sobre nuestras ideas, sobre nuestro propio corazón, efectos rápidos, sorprendentes e inexplicables?"
"Poesía vertical", Roberto Juarroz
"El centro no es un punto. / Si lo fuera, resultaría fácil acertarlo. / No es ni siquiera la reducción de un punto a su infinito. / El centro es una ausencia, / de punto, de infinito y aun de ausencia / y sólo se acierta con ausencia. / Mírame después que te hayas ido, / aunque yo esté recién cuando me vaya. / Ahora el centro me ha enseñado a no estar, / pero más tarde el centro estará aquí. /
"La loca de la casa", Rosa Montero
"La conmovedora y trágica Carson McCullers, autora de "El corazón es un cazador solitario", escribió en sus diarios: «Mi vida ha seguido la pauta que siempre ha seguido: trabajo y amor». Me parece que también ella debía de contabilizar los días en libros y amantes, una coincidencia que no me extraña nada, porque la pasión amorosa y el oficio literario tienen muchos puntos en común. De hecho, escribir novelas es lo más parecido que he encontrado a enamorarme (o más bien lo único parecido), con la apreciable ventaja de que en la escritura no necesitas la colaboración de otra persona".
"Cómo leer y por qué", Harold Bloom
"Al cabo de cuatro siglos Shakespeare nos impregna más que nunca; lo representarán en la estratosfera y en otros mundos, si se llega hasta allí. No es una conspiración de la cultura occidental: contiene todos los principios de la lectura, y es mi piedra de toque a lo largo de este libro. Borges atribuyó el carácter universal de Shakespeare a su evidente falta de egoísmo, pero esta cualidad no es más que una metáfora para indicar lo que realmente distingue a Shakespeare, que es, en definitiva, una tremenda capacidad de comprensión. Con frecuencia, aunque no siempre nos demos cuenta, leemos en busca de una mente más original que la nuestra".
"El largo adiós", Raymond Chandler
"Muy lejos subía y bajaba el gemido como de alma en pena de las sirenas de la policía o de los bomberos, que nunca permanecían en silencio mucho tiempo. Veinticuatro horas al día alguien corre y otra persona está intentando alcanzarle. Allí fuera, en la noche entrecruzada por mil delitos, la gente moría, la mutilaban, se hacía cortes con cristales que volaban, era aplastada contra los volantes de los automóviles o bajo sus pesados neumáticos. A la gente la golpeaban, la robaban, la estrangulaban, la violaban y la asesinaban; gente que estaba hambrienta, enferma, aburrida, desesperada por la soledad o el remordimiento o el miedo; airados, crueles, afiebrados, estremecidos por los sollozos. Una ciudad no peor que otras, una ciudad rica y vigorosa y rebosante de orgullo, una ciudad perdida y golpeada y llena de vacío".
"La campana de cristal", Sylvia Plath
"Vi la vida ramificándose ante mí igual que la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como un suculento higo morado, un futuro maravilloso me atraía y me tentaba. Un higo era un marido y un hogar feliz y niños, y otro higo era una poeta famosa, y otro higo una profesora brillante, y otro higo era E.G., la fantástica editora, y otro higo era Europa y África y Sudamérica, y otro higo era Constantin y Socrates y Attila y un pelotón de otros amantes con nombres curiosos y profesiones estrafalarias, y otro higo era una campeona olímpica de remo, y más allá y por encima de esos higos había muchos más que no acertaba a distinguir".
"El corazón del daño", María Negroni
"La literatura es la prueba de que la vida no alcanza, dijo Pessoa. Puede ser. Más probable es que la vida y la literatura, siendo ambas insuficientes, alumbren a veces -como una linterna mágica- la textura y el espesor de las cosas, la asombrada complejidad que somos".
"Vida de Don Quijote y Sancho", Miguel de Unamuno
"Tu hazaña, tu verdadera hazaña, la que hará valer tu vida, no será acaso la que vayas tú a buscar, sino la que venga a buscarte, y ¡ay de los que van en busca de la dicha mientras está llamando a las puertas de su casa! Por algo se dijo lo de que las más grandes obras son obras de circunstancia".
"De amor y de sombra", Isabel Allende.
"Irene midió el odio inmenso de sus padres antes que ellos mismos lo sospecharan. En las noches de su niñez permanecía despierta escuchando sus interminables reproches, con la mirada fija en la techumbre de su habitación y una indescriptible ansiedad en los huesos. La desvelaba el murmullo interminable de su madre lloriqueando en largas confidencias por teléfono con sus amigas. El sonido le llegaba deformado por las puertas cerradas y su propia angustia. No penetraba el sentido de las palabras, pero su imaginación les daba significado. Sabía que hablaba de su padre. No dormía hasta sentir su automóvil entrar al garaje y su llave en la cerradura, entonces se desvanecía su pesadumbre, respiraba satisfecha, cerraba los párpados y se sumergía en el sueño. Al entrar a su habitación para darle el último beso de la jornada, Eusebio Beltrán encontraba a su hija dormida y se retiraba tranquilo creyéndola feliz".
"Buenos días, tristeza", Françoise Sagan
"Dudo en llamar con el nombre bello y serio de tristeza, a este sentimiento desconocido cuya dulzura y cuyo dolor me tienen obsesionada. Es un sentimiento tan completo y egoísta que me llega a dar vergüenza, mientras que la tristeza me ha parecido siempre honrosa. Conocía el arrepentimiento, el fastidio y hasta el remordimiento. La tristeza, no. Ahora siento algo que me envuelve, como una seda enervante y dulce, y que me separa de los demás. Aquel verano yo tenía diecisiete años y era feliz del todo".
"Papel mojado", Juan José Millás
"La miré a través del vaso, mientras tomaba el primer sorbo, y pensé que qué mayores nos habíamos hecho y qué inmaduros continuábamos. La nuestra fue una generación de indeseables que habrán de sufrir quienes nos sigan. ¡Qué distancia insalvable entre lo que quisimos ser y lo que éramos! Lo grave, con todo, es que no carecimos de inteligencia, pero nos sobró orgullo o pereza".
"La vida breve", Juan Carlos Onetti
"Yo besaré los pies de aquel que comprenda que la eternidad es ahora, que él mismo es el único fin; que acepte y se empeñe en ser él mismo, solamente porque sí, en todo momento y contra todo lo que se oponga, arrastrado por la intensidad, engañado por la memoria y la fantasía. Beso sus pies, aplaudo el coraje de aquel que aceptó todas y cada una de las leyes de un juego que no fue inventado por él, que no le preguntaron si quería jugar".
"Cien cuyes", Gustavo Rodríguez
"Jack se dio cuenta de que mientras menos cosas hacía, más ideas lúgubres tenía. No era, como su progenitora solía decir, que la ociosidad fuera la madre de todos los vicios, sino que era la puerta abierta a todos los pensamientos. Atribulado, dejó el libro a un costado y se imaginó un circo, y dentro del circo a un malabarista. Alguien cuya vida depende de caminar por la cuerda floja mientras hace rotar pelotas no tiene tiempo para disquisiciones mortales, al contrario de un hombre que, como él, estaba atrapado en una cripta".
"El ángel que nos mira", Thomas Wolfe
"... una piedra, una hoja, una puerta ignota; de una piedra, una hoja, una puerta. Y de todas las caras olvidadas. Desnudos y solos llegamos al desierto. En su oscuro seno, no conocimos el rostro de nuestra madre; desde la prisión de su carne, vinimos a la prisión indecible e inexplicable de este mundo. ¿Quién de nosotros conoció a su hermano? ¿Quién de nosotros observó el corazón de su padre? ¿Quién de nosotros no estuvo siempre prisionero? ¿Quién de nosotros no será siempre un extranjero solitario?"
"Más fuego, más viento", Susanna Tamaro
"Es difícil, hoy en día, no dejarse atrapar por la fiebre malsana de la prisa. Todos tienen prisa, corren, como si los persiguiera una manada de hienas salvajes. Pero ¿a qué responde esta continua fuga? Es miedo, impaciencia, no querer ponerse a la escucha. Antes que afrontar el vacío, huyo. Con tal de no hacerle frente al silencio, salto. Para no detenerme y tratar de comprender cuál es el camino justo, cojo el primero que encuentro. ¿Hacia dónde va? ¡No importa! Lo que importa es moverse, no dejarse atrapar por el desaliento de no estar en ninguna parte. Huyo de la gran oscuridad, de la plaga del color de la tinta que se extiende más allá de los días. Huyo de la enorme pregunta que hace la muerte a quien se detiene. ¿Tiene sentido todo esto o el existir es sólo la sombra de un sueño, el delirio de una mente loca? «Siéntate y aguarda», escribe la abuela a su nieta en la página final de Donde el corazón te lleve".
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