Cata de libros

Los mejores momentos de la lectura de un libro suceden con el hallazgo de fragmentos especialmente hermosos, lúcidos y vibrantes. En Trabalibros nos gusta capturarlos subrayándolos para poder volver a ellos fácilmente con tan solo explorar entre sus páginas.

Esto nos permite además ofrecerte una pequeña selección de los tesoros que ocultan algunos de nuestros libros preferidos, con la esperanza de que sirva para estimular su lectura. Esperamos que disfrutes de nuestra "Cata de libros".

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"La ofensa", Ricardo Menéndez Salmón
"El hombre convive con su cuerpo, pero no lo conoce. Al menos no de un modo exhaustivo. Un hombre y su cuerpo son realidades distintas. Seguramente eso es lo que permite comprender la esencia última del dolor [...] Y seguramente también eso es lo que permite a un ser humano conservar su nombre, su dignidad, aquello que más íntimamente posee, cuando su cuerpo, en la enfermedad, la mutilación o la vejez, ya no le pertenece. Para entender lo que es un hombre no basta con tomar nota de las partes que lo conforman [...] De este modo, el cuerpo lleva, hasta cierto punto, una vida independiente de la inteligencia que lo habita, y por eso filósofos y escritores, sin por ello apelar a instancias míticas o refugiarse en el oscurantismo de la religión, pueden seguir pronunciando palabras como alma o autoconciencia. Un hombre sin cuerpo puede saberse a sí mismo. Un hombre que ve su cuerpo desmembrarse, quemarse, empodrecerse, no por ello deja de ser hombre".
"Nubarrones", Enrique Lynch
"Escribir bien, es decir, escribir con lo que se suele llamar 'estilo', con eficacia y precisión y la elocuencia justa, no tiene nada que ver con una destreza gramatical o sintáctica. Tampoco tiene que ver con la cultura libresca del escritor. Escribir es como montar a caballo, porque el lenguaje es como un corcel brioso y arisco (no como una yegua dócil y delicada): dos seres vivos de especies diferentes e inteligentes se encuentran, se rozan, se sienten el uno al otro y, de común acuerdo o a la fuerza, deciden moverse juntos. Entre ellos se plantea una lucha cuerpo a cuerpo en la que uno busca dominar al otro. El jinete cree que es él quien lleva las riendas pero es el caballo el que reconoce al buen jinete y, finalmente, decide complacerlo".
"Diarios", John Cheever
"Lo que llamamos pena o dolor suele ser nuestra incapacidad para entablar una relación viable con el mundo, con este paraíso casi perdido. A veces comprendemos las razones, a veces no. A veces, al despertar, descubrimos que la lente de aumento que magnifica la excelencia del mundo y sus habitantes está rota".
"La ridícula idea de no volver a verte", Rosa Montero
"Sólo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo; la Tierra detiene su rotación y las trivialidades en las que malgastamos las horas caen sobre el suelo como polvo de purpurina. Cuando un niño nace o una persona muere, el presente se parte por la mitad y te deja atisbar por un instante la grieta de lo verdadero: monumental, ardiente e impasible. Nunca se siente uno tan auténtico como bordeando esas fronteras biológicas: tienes una clara conciencia de estar viviendo algo muy grande".
"Una pena en observación", C.S. Lewis.
"Y la pena se sigue sintiendo como miedo. Aunque tal vez fuera más exacto decir que como un 'suspense'. O como una expectativa; eso es. Es como estar colgado a la espera de algo que va a pasar. Esto confiere a la vida una sensación permanente de provisionalidad. Parece como si no valiera la pena empezar nada. No soy capaz de encontrar asiento, ando azogado y nervioso, bostezo, fumo muchísimo. Antes nunca llegaba a tiempo para nada. Ahora no hay nada más que tiempo. Tiempo en estado casi puro, una vacía continuidad".
"El peso del mundo", Peter Handke
"Lo más importante: no reclamar la historia para sí, no dejarse definir por ella, no usarla como excusa... despreciarla en aquellos que la usan para maquillar su propia insignificancia... pero sí conocerla para entender y, sobre todo, para desenmascarar a los otros (mi odio a la historia como asilo para las nadas del ser)".
"El Paraíso imperfecto", fábula de Augusto Monterroso
"- Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve".
"Crónicas barbitúricas", Karina Sainz Borgo
"Si me tocara cruzar la calle junto a ellas preferiría esperar al próximo turno, no sea que su paso me lleve, que al darme la vuelta descubra un parentesco, un lunar que nos delate y acerque. Pero de las mujeres tristes no se huye, tampoco de los árboles pelados o de las lluvias. Ha de ser por eso que, a veces, siento que una ola empuja mis pasos, descose los botones de mi abrigo y descuelga mis propios amuletos. Es ese viento de las mujeres tristes. Son los leones; acaso la diosa. Es esta manada que atraviesa Recoletos".
"El revés y el derecho", Albert Camus
"En el sueño de la vida, he aquí al hombre que halla sus verdades y las pierde en el territorio de la muerte para regresar, cruzando por guerras, gritos, la demencia de la justicia y el amor, el dolor en fin, hacia esa patria tranquila en la que incluso la muerte es un silencio dichoso. He aquí también... Sí, nada impide soñar en la propia hora del destierro, puesto que al menos sé con certidumbre esto: que la obra de un hombre no es sino ese largo caminar para recuperar, pasando por los desvíos del arte, las dos o tres imágenes sencillas y grandiosas a las que se le abrió el corazón una vez primera".
"Donde todo termina abre las alas", Blanca Varela
"Hoy me despierta / con su delgado resplandor abstracto la esperanza / la oscuridad del naufragio / se escapa como un gato por la ventana / y alguien vuelve / sí / alguien vuelve desvelado y sin prisa / con un pequeño rectángulo de eternidad entre las manos". (Extracto del poema "Malevitch en su ventana")
"Aventuras e invenciones del profesor Souto", José María Merino
"Me gusta repetir que la realidad no necesita ser verosímil, que se produce sin más, y que es precisamente la ficción uno de los elementos sustantivos para darle sentido y credibilidad: necesitamos la ficción para descifrar y comprender eso que llamamos realidad".
Fragmento del discurso de Sergio Pitol en la inauguración de la biblioteca del Instituto Cervantes de Sofía
"La palabra libro está muy cercana a la palabra libre; sólo la letra final las distancia: la o de libro y la e de libre. No sé si ambos vocablos vienen del latín liber («libro»), pero lo cierto es que se complementan perfectamente; el libro es uno de los instrumentos creados por el hombre para hacernos libres. Libres de la ignorancia y de la ignominia, libres también de los demonios, de los tiranos, de fiebres milenaristas y turbios legionarios, del oprobio, de la trivialidad, de la pequeñez. El libro afirma la libertad, muestra opciones y caminos distintos, establece la individualidad y al mismo tiempo fortalece a la sociedad y exalta la imaginación [...] El libro es para nosotros un camino de salvación. Una sociedad que no lee es una sociedad sorda, ciega y muda".
"Rayuela", Julio Cortázar
"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser".
"La verdad sobre el caso Harry Quebert", Joël Dicker
"- Ése es precisamente su trabajo como escritor. Escribir significa que es usted capaz de sentir mejor que los demás y transmitirlo después. Escribir es permitir a sus lectores ver lo que a veces no pueden ver. Si sólo los huérfanos contasen historias de huérfanos, no llegaríamos a ninguna parte [...] Y si todos los escritores debieran limitarse a sí mismos, la literatura sería espantosamente triste y perdería todo su sentido. Tenemos derecho a hablar de todo, Marcus, de todo lo que nos conmueve. Y no existe nadie que pueda juzgarnos por eso. Somos escritores porque hacemos diferente una cosa que todo el mundo a nuestro alrededor sabe hacer: escribir. Ahí reside todo nuestro ingenio".
"Niebla", Miguel de Unamuno
"Y esta mi vida, ¿es novela, es nivola o qué es? Todo esto que me pasa y que les pasa a los que me rodean, ¿es realidad o es ficción? ¿No es acaso todo esto un sueño de Dios o de quien sea, que se desvanecerá en cuanto Él despierte, y por eso le rezamos y elevamos a Él cánticos e himnos, para adormecerle, para cunar su sueño? ¿No es acaso la liturgia toda de todas las religiones un modo de brezar el sueño de Dios y que no despierte y deje de soñarnos?"
"Tus zonas erróneas", Wayne Dyer
"La gente siempre le echa la culpa a sus circunstancias por lo que ellos son. Yo no creo en las circunstancias. La gente a la que le va bien en la vida es la gente que va en busca de las circunstancias que quieren y si no las encuentran, se las hacen, se las fabrican".
"El lector común", Virginia Woolf
"El primer proceso, el de recibir impresiones con el máximo entendimiento, es solo la mitad del proceso de leer; otro debe completarlo si queremos obtener el mayor placer de un libro. Debemos juzgar estas impresiones múltiples; debemos hacer de estas formas efímeras una que sea recia y duradera. Pero no de inmediato. Esperemos a que el polvo de la lectura se asiente; a que el conflicto y los interrogantes amainen; paseemos, conversemos, arranquemos los pétalos marchitos de una rosa o quedémonos dormidos. Entonces, de repente, sin que lo queramos, porque es así como la naturaleza efectúa estas transiciones, el libro volverá, pero de modo diferente. Irá flotando por el aire hasta la mente como un todo. Y el libro como un todo es diferente del libro recibido comúnmente en frases separadas. Los detalles ahora encajan en su sitio".
"La vida breve", Juan Carlos Onetti
"Una sonrisa torcida. Y se descubre que la vida está hecha, desde muchos años atrás, de malentendidos. Gertrudis, mi trabajo, mi amistad con Stein, la sensación que tengo de mí mismo, malentendidos. Fuera de esto, nada; de vez en cuando, algunas oportunidades de olvido, algunos placeres que llegan y pasan envenenados. Tal vez todo tipo de existencia que pueda imaginarme debe llegar a transformarse en un malentendido. Tal vez, poco importa. Entretanto, soy este hombre pequeño y tímido, incambiable, casado con la única mujer que seduje o me sedujo a mí, incapaz, no ya de ser otro, sino de la misma voluntad de ser otro. El hombrecito que disgusta en la medida en que impone la lástima, hombrecito confundido en la legión de hombrecitos a los que fue prometido el reino de los cielos".
"El astillero", Juan Carlos Onetti
"- [...] No hay sorpresas en la vida, tiene razón; por lo menos para los hombres de veras. La sabemos de memoria, permítame, como a una mujer. Y en cuanto al sentido de la vida, no se piense que hablo en vano, algo entiendo. Uno hace cosas, pero no puede hacer más que lo que hace. O, distinto, no siempre se elige. Pero los demás... - Los demás también, créame -dijo el médico con paciencia, con la costumbre de ser claro y obvio que le habían inculcado en la Facultad para beneficio de los enfermos pobres-. Usted y ellos. Todos sabiendo que nuestra manera de vivir es una farsa, capaces de admitirlo, pero no haciéndolo porque cada uno necesita, además, proteger una farsa personal. También yo, claro. Petrus es un farsante cuando le ofrece la Gerencia General y usted otro cuando acepta. Es un juego, y usted y él saben que el otro está jugando. Pero se callan y disimulan".
"Los papeles de Aspern", Henry James
"Hoy evoco, casi con la misma emoción que me causaron entonces, los sucesivos estados de ánimo a través de los cuales adquirí conciencia, no bien se hubo cerrado la puerta a mi espalda, de estar frente a la Juliana de Aspern: frente a la musa de alguno de sus poemas más exquisitos y famosos. Después llegué a habituarme a ella, aunque nunca del todo; pero en aquel momento me latía el corazón tan deprisa como si un milagro de resurrección se hubiera obrado para mi exclusivo provecho. Su preencia parecía contener y expresar en cierto sentido la del poeta, y en aquel primer encuentro me sentí más cerca de él de lo que jamás, ni antes ni después, logré sentirme".
"Terra Alta", Javier Cercas
"A raíz del asesinato de su madre, Melchor abandonó los talleres que frecuentaba y dejó de practicar deporte en las canchas de la cárcel [...] Las dos únicas actividades que aliviaban en apariencia su fijación eran las que más la alimentaban: hablar con Vivales y leer "Los miserables", que en aquellos días de luto dejó de ser para él una novela y se transformó en otra cosa, una cosa sin nombre o con muchos nombres, un vademécum vital o filosófico, un libro oracular o sapiencial, un objeto de reflexión al que dar vueltas como un calidoscopio infinitamente inteligente, un espejo y un hacha".
"Estudio en negro", José Carlos Somoza
"- Su lenguaje no es el de un médico, doctor: usted ama el vocabulario, a lo que sumaré el titubeo del escritor joven que aún ignora si debe dejarlo todo por seguir el camino que le apasiona. Me he permitido aclararle que, en caso de verse obligado a elegir entre esas dos profesiones, la de escritor es la opción adecuada, porque siendo médico mejorará la vida de muchas personas, pero como escritor las hará felices, y nada, nada en este mundo nos importa más que la felicidad".
"Historia del silencio", Alain Corbin
"El silencio no es sólo ausencia de ruido [...] En otros tiempos, los occidentales apreciaban la profundidad y los sabores del silencio. Lo consideraban como la condición del recogimiento, de la escucha de uno mismo, de la meditación, de la plegaria, de la fantasía, de la creación; sobre todo, como el lugar interior del que surge la palabra [...] Hoy en día, es difícil que se guarde silencio, y ello impide oír la palabra interior que calma y apacigua. La sociedad nos contamina a someternos al ruido para formar así parte del todo, en lugar de mantenernos a la escucha de nosotros mismos. De este modo, se altera la estructura misma del individuo".
"La hermandad de la uva", John Fante
"Llené el vaso y salí al porche delantero, me senté en la crujiente mecedora y encendí un cigarrillo. La noche cayó con rapidez. Una señora salió a un porche y llamó a sus hijos a cenar. La farola de la esquina se encendió y un perro viejo pasó al trote por debajo, camino de su casa. Los ojos blancos de los televisores parpadeaban en las ventanas al otro lado de la calle, los vaqueros cruzaban corriendo las pantallas y los disparos resonaban en el crepúsculo de San Elmo. Un pueblo solitario. Todos los pueblos del valle eran así, desolados, oscuramente provisionales, reductos de existencia humana, gente apelotonada detrás de vallas pequeñas y de frágiles paredes estucadas, atrincheradas frente a la oscuridad, esperando. La tristeza me caló los huesos mientras me mecía, tristeza por el hombre y dolor por la soledad de la casa de mis padres, envejeciendo, esperando, haciendo tiempo".
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