Aristóteles clasificó las ciencias en tres géneros, dependiendo de la finalidad de las mismas y del tipo de actividad diferente en la que se asentaban. Estableció así una ciencia "teorética" orientada al conocer a partir de la contemplación (física, matemática y metafísica), una ciencia "práctica" encaminada al obrar, a la dirección de la conducta y fundamentada en la acción (ética, económica y política) y una ciencia "poética" orientada al hacer y basada en la producción (poesía, retórica y bellas artes).
La poética, pues, es una doctrina del hacer y no una doctrina del pensar (noética) y, más concretamente -según Emilio Lledó- una doctrina del crear o representar algo a través de la palabra. El poeta "representaría" a los hombres y sus acciones a través del lenguaje de forma narrativa o dramática. Para Aristóteles lo importante sería "lo representativo" y no lo expresivo, lo lírico o lo simbólico, como ocurrió posteriormente con la poesía, sobre todo con la concepción romántica de la poesía que, frente a la concepción clásica, relegó el papel educativo de lo poético a un segundo plano.
Para Aristóteles la poesía es "imitación", imitación de las acciones y la vida de personas superiores a través de la epopeya o la tragedia o de personas comunes e inferiores a través de la comedia. En todo caso, todas las formas poéticas serían "modos de imitación" que diferirían entre sí sólo en tres aspectos: el medio, los objetos y la manera de imitación.
La "Poética" tal y como ha llegado hasta nosotros (se cree que la "Poética" es una obra incompleta y que habría un segundo libro que no se ha encontrado) no contiene fundamentalmente más que una teoría de la tragedia que, según el propio Aristóteles, es "la imitación de una acción seria y completa, de una extensión considerable [...] y que, por medio de la compasión y del miedo logra la catarsis de tales padecimientos". Así pues la tragedia tendría una acción purificadora, ya que liberaría al alma del espectador de las pasiones que en ella misma se representan. La catarsis sería entonces una purificación de las pasiones por las pasiones. "Con la catarsis -como afirma Nicolás Abbagnano- se ensalza un momento más alto de la vida espiritual, un momento en el que la pasión no es abolida sino purificada o ensalzada". Lo que importaría serían las pasiones en sí mismas, su "sustancia" y no su objeto.
Otra preocupación fundamental de Aristóteles era la unidad de acción trágica, la obra debía transcurrir necesariamente en seis fases y desarrollarse con continuidad desde el principio hasta el fin, de ahí que el objeto de la tragedia era más lo verosímil que lo verdadero ("según verosimilitud y necesidad"). La poesía imita lo verosímil, ya que esto es lo que ocurre casi siempre de forma necesaria.
En definitiva, estamos ante un texto fundamental en el desarrollo de toda la literatura posterior a la Grecia clásica, en el que se destaca la capacidad del arte en general y de la poesía, la narrativa o la dramaturgia en particular como poderosos medios de educación, capaces de producir efectos catárticos y purificadores en el alma de las gentes.