Tu rostro mañana

El hombre es él mismo y todas sus posibilidades. Cada uno de nosotros escondemos otro yo, distinto, libre, autónomo, irracional. El que no hemos podido domesticar. El que no ha podido pasar por el filtro de la educación, de la cultura, de la ética. 

Por eso se oculta rellenando los huecos sombríos de la que creemos que es nuestra personalidad, sólo por haberla escogido. Nuestro otro yo no se elige, simplemente está. Y no es conveniente que nadie lo vea.

Jaime Deza, el protagonista de "Tu rostro mañana", es capaz de ver esta otra cara. Jaime - o Jacobo, o Jacques, nombres diferentes para el mismo personaje, ¿por qué no usar diferentes nombres si tenemos diferentes caras? - posee la intuición necesaria para profundizar en el interior de las personas, para entrever el alma de cada una y así poder pronosticar cómo será su "rostro mañana". A través de palabras, señales o gestos analiza todas sus posibilidades, su potencial, para prever posibles comportamientos futuros.

A esto se empieza a dedicar de manera profesional cuando Peter Wheeler, un antiguo conocido, se lo propone. Wheeler le pone en contacto con un enigmático grupo dirigido por un tal Bertram Tupra, que se ocupa de valorar hasta qué punto podrían llegar algunas personas objeto de su estudio, intentando averiguar en último extremo si podrían llegar a matar.

A Jaime Deza le estimula este trabajo, le resulta interesante. Pero un día su colega Tupra utiliza la violencia para intimidar a una de las personas que están analizando. Lo hace de forma fría, premeditada. A pesar de las explicaciones que da para justificarse, podría incluso parecer que había disfrutado con ello. 

Al profesor Deza le asombra esta actitud viniendo de Tupra, pero sobre todo le disgusta. Sin pretenderlo ha visto el otro rostro de su colega. ¿Tan arraigada está la maldad en el hombre? ¿Existe la violencia (consecuencia práctica de la maldad) en lo más profundo de todo ser humano? Sus preguntas obtienen respuesta automática cuando el mismo Deza ataca violentamente a un hombre, que él supone ha maltratado a su ex-mujer mientras estaba fuera del país. Y siente cierta satisfacción por ello. Está a punto de asesinarlo, aunque en el último momento le perdona la vida. Horrorizado, acaba de descubrir su propio "rostro mañana".

El "rostro mañana" del conjunto de la humanidad se manifiesta sin artificio en las guerras. Javier Marías también habla aquí de la guerra mundial y de la guerra civil, cuenta las experiencias reales vividas por Sir Peter Russel y su padre Javier Marías, en boca de dos personajes de la novela. Ante barbaries como estas el silencio no ayuda. Es necesario contar, descubrir, mirar a ese otro rostro a la cara. Enfrentarnos a él para conocerlo mejor, porque antes o después acabará mostrándose.

A veces pienso que quizás esta cara oculta es más auténtica que la cara visible. Porque es más natural y está menos preparada, menos manipulada. Enseñando sólo la cara visible estamos engañando a los demás. Nuestro otro yo es la visión que nos devuelve nuestra alma desnuda a modo de espejo cuando nos miramos hacia dentro... si es que tenemos el suficiente valor para no engañarnos también a nosotros mismos.