Javier Marías (Madrid, 1951) nos ofrece en "Todas las almas" la historia que un narrador, al que no da nombre en toda la obra, durante su estancia como profesor de literatura española en Oxford. Relaciones personales, amor, misterio, búsqueda de explicaciones en el pasado… ruptura momentánea con la realidad del narrador en una ciudad que nada conoce de su pasado. Todo esto aderezado con una prosa de avance lento y milimétrico, es lo que encontraremos en esta novela de 1989.
Tras leer la novela quedas en una estado peculiar. Intentas buscar cuál ha sido la verdadera trama. Y no es fácil identificarla, seguramente porque no hay una trama conductora más allá de la estancia académica del narrador en Oxford. Pero, más que una trama esta es la excusa para enfrentarnos a las pequeñas circunstancias que definen a cada personaje y su forma de entender su paso por la vida. Qué hacen y por qué lo hacen. No se trata de entender ese por qué, solo de conocerlo y seguir avanzando por "Todas las almas" donde encontramos una mezcla de homogeneidades humanas que, si bien sería lógico pensar que deberían desencadenar en una heterogeneidad global, lo que ocurre es que nos lleva a un simple conjunto de algos: «… Al término de ese día la bolsa, el cubo, están llenos y son confusos, pero se los ha visto crecer, transformarse, formarse en una mezcla indiscriminada de la cual, sin embargo, ese hombre no solo conoce la explicación y el orden, sino que la propia e indiscriminada mezcla es el orden y la explicación del hombre» (pág. 91). Esos desechos del final del día son los que identifica el narrador con la leve existencia vital de cada cual. A lo que renunciamos, lo que descartamos, lo que olvidamos… eso es lo que da el verdadero sentido al carácter de cada ser humano.
Los personajes, Clare Bayes, el niño Eric, Cromer-Blake, Toby Rylands, John Gawsworth… representan historias que casi se podría decir que no tienen ni principio ni fin. No conocemos todo de ellos antes de formar parte de la vida del narrador, ni somos capaces de descifrar qué será de ellos al final de la novela. En realidad no importa; solo su paso por la vida del narrador durante su estancia en Oxford es lo que importa. Y, tal vez, solo cobran real importancia por lo que han significado de renuncia, rechazo, abandono, deseos no conseguidos… es decir, por aquello que no forma parte de la experiencia del narrador.
"Todas las almas" parece ser importante por lo que no cuenta más que por lo que cuenta. Aunque comprende un espacio temporal, esa estancia de dos años en Oxford, lo que nos narra Javier Marías no tiene ni inicio ni fin. Es tarea del lector dar la importancia que considere a cada circunstancia vivida o descartada por el narrador. Dos años en Oxford que significan el enriquecimiento del narrador a base de ausencias y no vivencias que podrían haber sido y nunca fueron, pero que marcarán su regreso a Madrid y su futuro avance entre descartes y anhelos.