"Algo sucede y, desde el momento que empieza a suceder, nada puede volver a ser lo mismo".
El pensamiento causal es lineal y se corresponde con una concepción del tiempo también lineal. Si el tiempo es un vector que avanza, los acontecimientos se desarrollarán de forma que progresen hacia delante encadenando causas y efectos perfectamente coordinados por algún tipo de necesidad absoluta. Sin embargo, como demuestra la física moderna, la
causalidad como ley no existiría. Sólo existirían tendencias o probabilidades de ocurrencia. En un contexto tal, las coincidencias y las
casualidades, la irrupción puntual de lo fortuito o el papel del
azar en nuestras vidas cobra una especial importancia. ¿Hay pues una intencionalidad oculta en el azar? ¿Las casualidades tienen algún tipo de significación? ¿Juega Dios a los dados con nosotros o tiene un plan para cada hombre? ¿Nuestro destino no es más que una sucesión de casualidades? ¿Tras la trama evidente y explicable de la vida existe otra trama secreta sólo accesible a través de lo que Levi-Strauss llamaba "el pensamiento salvaje"? ¿El azar y la necesidad se oponen o se complementan?
Paul Auster sale a cazar
coincidencias armado con un bolígrafo y un
cuaderno rojo y consigue atrapar un puñado de ellas. Coincidencias y casualidades que hacen que historias verdaderas parezcan increíbles, que lo imposible al surgir inesperadamente parezca un milagro, que una cadena de desgracias parezca el emblema de una maldición y que una serie de sorprendentes conexiones parezcan una señal o una llamada del destino. El escritor neoyorkino se da cuenta de que el mundo en el que vivimos no se deja aprehender del todo, no deja nunca de escapársenos, es incomprensible. Su lenguaje secreto es intraductible y su topografía laberíntica carece de puntos de referencia invariables. "El mundo es un misterio azaroso", un lugar extranjero en el que abrirse paso con las palabras propias, ya que de lo contrario el mundo se contará a sí mismo bajo el dictado de circunstancias casuales.
Frente a la complejidad inabarcable del mundo, el científico busca modelos explicativos capaces de ser formulados matemática o físicamente; el escritor sin embargo busca un lenguaje personal con el que nombrar y celebrar una realidad de significados huidizos y desconcertantes.
Paul Auster, según apunta
Justo Navarro en el magnífico
prólogo de "
El cuaderno rojo", encontró en el azar, en la "música del azar", en el idioma de las casualidades y las coincidencias, su particular manera de contar la realidad y traducir el mundo. Una manera de entender lo que ocurre en la que la pregunta fundamental no sería por qué sucede lo que sucede sino qué sentido tiene un complejo de acontecimientos que tienen lugar en un cierto momento de manera sincrónica.