I Ching-Trabalibros
I Ching. El libro de las mutaciones
Ficha técnica:
Autor: Richard Wilhelm
Editorial: Edhasa
ISBN: 978-84-350-1902-6
Número de páginas: 824
Género: Espiritualidad-religión
Valoración:
"Lo inmutable es la mutación", este es el principio fundamental que vertebra el "I Ching", antiquísimo libro de oráculos y sabidurías que desde la dinastía de los Chou (1122-221 a.C.) impregna la cosmovisión china. De él bebieron Lao-Tse -el legendario autor de el "Tao Te Ching" y fundador del taoísmo- y Confucio el cual, a una edad avanzada, seguía entregado con toda su alma a su lectura y consulta y al cual debemos un "Comentario al Libro de las Mutaciones", que sigue siendo fundamental en la actualidad y en el cual Confucio se aproxima mucho a las doctrinas de Lao-Tse.

Para el "I Ching" la esencia del mundo no es un estado estático-mecánico, el mundo está en un perpetuo cambio y mutación. Todo lo que es, precisamente por ser, está sometido a la muerte. El mundo de los fenómenos descansa sobre una oposición polar de fuerzas; lo creador y lo receptor, lo positivo y lo negativo, el uno y el dos, la luz y la sombra, todas estas manifestaciones de las fuerzas polares son las que producen el cambio y la mutación constante. El eje de todas estas transformaciones es el gran polo -T´ai Ki- la unidad más allá de toda dualidad, de todo suceder, de toda existencia.

Todas estas transformaciones, que pueden ser cíclicas o progresivas, se producen por una vía fija y llena de sentido, la vía del cielo, a la cual corresponde en la tierra la vía del hombre. Para la filosofía china existe una relación y una armonía generales entre el macrocosmos y el microcosmos, entre las imágenes que el cielo manda a la Tierra y las ideas culturales que plasman los sabios en su imitación. El "I Ching" precisamente trata de traducir lo intemporal (las leyes universales) en términos de tiempo (la vida humana). A través de esta idea se ve la base astronómica-astrológica de la antigua religión y filosofía china, en la que las miras no estaban puestas en el ser de las cosas -como en Occidente- sino en los movimientos cambiantes de esas cosas.

Pero el "I Ching" no es sólo un tratado filosófico ético, sino que debe su popularidad e influencia a su dimensión oracular, a su diseño como dispositivo algebraico de adivinación, que orienta las consultas particulares haciendo auténticos alardes de prospectiva en base a las leyes de sincronicidad.

Según Jung, para la mente china que concibió este sistema lo importante no era la causalidad sino la casualidad, las coincidencias significativas. Hoy en día que la ciencia ya no habla del principio de causalidad sino de probabilidad de ocurrencia o tendencias es más entendible el principio de sincronicidad que establece que "la coincidencia de dos hechos en el espacio y en el tiempo significa algo más que un mero azar", que lo importante no son los procesos en cadena concurrentes y causales sino "la configuración formada por los hechos casuales en el momento de la observación", el complejo de acontecimientos que tiene lugar en un cierto momento.

Los métodos de adivinación han sido usados desde siempre y en todas las culturas y civilizaciones primitivas, pero "el gran mérito del I Ching, para Marie-Louise von Franz, se debe a dos destacados genios, concretamente al legendario rey Wên y al duque Chou, que desarrollaron lo que originalmente fue un sistema de oráculo primitivo en una visión del mundo filosófica completa. Enfocaron el oráculo y sus consecuencias éticas de forma filosófica, pensaron en sus consecuencias y presuposiciones filosóficas".

En definitiva, el gran mensaje del "I Ching" sería el de la urgente y profunda necesidad de conocerse a sí mismo, tanto a través de vías conscientes como inconscientes. Indagar cuidadosamente acerca de nuestro carácter, nuestras motivaciones, nuestra personalidad, nuestros pensamientos, se convierte así en nuestra gran tarea, en la tarea de nuestra vida. Para lo cual este gran libro-herramienta cumpliría la función de orientarnos hacia las respuestas que ya están en nuestro interior, esperando la pregunta adecuada que las desencadene.
Enviado por: Gracia Sacromonte
Curiosidades:
- Sin tener en cuenta la profunda base matemática del "I Ching", del oráculo de los 64 hexagramas, se ha calificado a este antiquísimo libro de supersticioso y durante la revolución cultural china fue prohibido su uso. Aunque en 1960 Mao aflojó la presión de su política racionalista y dejó que el pueblo chino volviera a consultar su querido "I Ching".

- El "I Ching", como tantos otros textos antiguos sapienciales, no tiene un autor definido. Probablemente en Occidente la mejor edición es la preparada por Richard Wilhelm, el cual conocía tan bien la cultura china que pese a ser alemán lo llamaron "el último sabio chino".
Richard Wilhelm-Trabalibros
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La cuestión de las coincidencias significativas y la sincronicidad, pilares fundamentales del "I Ching", planea también sobre toda la obra de Paul Auster, en especial en "El cuaderno rojo".
"El arte de la guerra" de Sun Tzu comparte el mismo interés por los detalles significantes y la sincronía del "I Ching".
Lao Tse era un profundo conocedor del "I Ching", de hecho muchas de las ideas recopiladas en el "Tao Te Ching" provienen de esta fuente antiquísima de sabiduría china.
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