"Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa.
Sin embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre de tales condiciones cuando entra a formar parte de un vecindario. Esta verdad está tan arraigada en las mentes de algunas de las familias que lo rodean, que algunas le consideran de su legítima propiedad y otras de la de sus hijas".
("Orgullo y prejuicio", Jane Austen)
El acaudalado señor Bingley y su irresistible fortuna se han instalado en la localidad. Hecho que no puede resultar más providencial y que no pasa desapercibido para la señora Bennet.
El soltero de oro pronto se convierte en una pieza codiciada para toda madre de cualquier joven que se encuentre en edad casadera y, por suerte, parece interesado por Jane, la mayor y más bonita de las hermanas Bennet. La llegada de Charles supone la única esperanza para solucionar parte de los problemas de la familia, ya que desde que murió el señor Bennet su esposa y sus cinco hijas quedaron bajo la amenaza de perder todos sus bienes en el momento en que herede la mansión donde viven el familiar masculino más próximo.
Charles Bingley se instala en la finca Netherfield junto a sus dos hermanas y su cuñado. Le acompaña su amigo, el atractivo, arrogante, vanidoso y egoísta Fitzwilliam Darcy. Al menos eso es lo que piensa Elizabeth Bennet cuando, en el baile público del pueblo de Meryton, le escucha comentar con su compañero que prefiere no sacarla a bailar porque no la considera suficientemente hermosa.
El comentario hiere a Elizabeth en su orgullo y abre entre ella y Darcy una brecha que tardará en cicatrizar. Elizabeth no puede evitar desplegar todo su ingenio y fina ironía cada vez que entabla conversación con él, alimentando en cada encuentro sus prejuicios hacia el caballero, hasta el punto de resultarle su compañía insoportable y de pensar, en lo más profundo de su ser, que sería el último hombre en la tierra con el que se podría casar. La intervención de Darcy influyendo sobre Charles para romper la relación entre éste y Jane no hace otra cosa que empeorar todavía más la incómoda situación que ya existe entre ambos. Sin embargo Darcy, por su parte, conforme va conociendo mejor a Elizabeth va avanzando en la admiración hacia su persona.
"Orgullo y prejuicio" es, ante todo, un retrato y una crítica social del mundo que rodea a su autora. El obstáculo prácticamente insalvable de la diferencia de clases en la Inglaterra victoriana, la tremenda dependencia de la mujer hacia el hombre, la enorme presión del matrimonio y las trabas económicas y sociales a las que tiene que hacer frente el amor son algunos de los temas que trata la novela. También los errores a los que pueden llevar las primeras impresiones, la inutilidad del orgullo y los malentendidos que a menudo provocan los juicios prematuros. Pero el valor principal de esta obra es haber mantenido su vigencia y su interés durante siglos, a pesar de los cambios que el tiempo ha obrado en la sociedad desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Porque lo cierto es que "Orgullo y prejuicio" es una novela que se disfruta en cada diálogo y en cada página. Puede que la clave se encuentre en el personaje de Elizabeth Bennet, una heroína moderna y rebelde que siempre tendrá algo de feminista. O en el encanto con que Jane Austen supo transmitir a través de sus letras una personalidad libre, romántica, lúcida, mordaz, divertida y juguetona. Es posible que Elizabeth sea la más Austen de sus personajes. Tal vez el secreto resida en que, aunque los tiempos han cambiado, el amor sigue siendo un misterio y la fuerza que opera en los amantes sigue siendo la misma.