Nuestra parte de noche

Líos familiares, sectas y cultura pop, Nuestra parte de noche es una novela inmersiva y muy visual que consigue envolver al lector en una atmósfera bizarra y demente, que llega a rozar lo repugnante en ciertas ocasiones. La autora ha elegido el género híbrido fantasía/terror para narrar la historia, lo que le da un prisma mucho más interesante que si estuviera escrito de forma realista.

Estamos en Argentina en 1981 y la novela comienza con la historia de Juan y Gaspar, padre e hijo, que emprenden un viaje en coche hacia las Cataratas del Iguazú. Gaspar, el niño, acaba de perder a su madre en circunstancias extrañas y Juan, el padre, tiene una enfermedad que le está consumiendo.

Nos enteramos además de que Juan es el médium de una orden llamada La Oscuridad y se encarga de poner en contacto a los miembros de la orden, familias elitistas de Argentina, con una deidad horrenda que se alimenta de vidas humanas. Gaspar, que ha heredado los poderes de su padre, tendrá que continuar su legado y actuar de médium una vez que su padre muera.

La familia de la madre de Gaspar, una de las familias fundadoras de la orden, será la encargada de garantizar ese relevo a pesar de la oposición de Juan. ¿Podrá Juan salvar a Gaspar de la esclavitud que supone ser el medium de la orden?

La historia se divide en seis partes que abarcan el periodo entre 1960 y 1997. Aunque no sigue un orden cronológico, cada parte se centra en uno o varios personajes y en una época concreta. De esta manera, vamos conociendo poco a poco a la familia de Gaspar, así como los detalles de la orden. La historia se narra desde el punto de vista de algunos de los personajes.

Nuestra parte de noche está plagada de simbolismo y metáforas y abarca temas muy diversos, de entre los que destacan, en palabras de la autora, “la reflexión sobre la ambición del poder como algo irresistible e imposible de dejar de lado” y “la reflexión sobre la herencia”.

Otros temas presentes son la idea de la responsabilidad de ser madres y padres y del mandato familiar, la esclavitud y el abuso de poder, la idea de venganza, el duelo, el dolor físico y la enfermedad… Además, la novela se enmarca en la historia de Argentina durante la dictadura, que se muestra tan monstruosa como la propia orden de la Oscuridad.

Se trata de una obra coral, en cada parte nos encontramos con un narrador diferente, lo que nos ofrece una mirada a la historia desde distintos puntos de vista. Además nos permite asistir a todas las épocas de una manera muy cercana y presente. La historia abarca desde la juventud de los padres de Gaspar hasta la infancia, la adolescencia y juventud de Gaspar.

La variedad de puntos de vista y narradores no solo nos da una visión más diversa y completa, sino que también le da ritmo. Son como piezas de un rompecabezas, que el lector irá empalmando conforme avance la lectura.

Si hablamos de ritmo, Nuestra parte de noche destaca por la diferencia de longitud entre capítulos, que alterna escenas largas y contemplativas con otras de tipo resumen que nos llevan rápidamente de un ambiente a otro y nos permite ir conociendo a los personajes.

Con la ambientación, la autora consigue de forma sobresaliente sumergirnos en la novela. En gran medida es el efecto del narrador, que utiliza el indirecto libre, el que otorga la cercanía y nos hace formar parte de la historia.

Un ejemplo significativo son las escenas de la juventud de los padres de Gaspar en Londres a finales de los 60, que sugieren psicodelia, drogas, alcohol y purpurina. En contraste, por ejemplo, con las escenas en Misiones, que también son muy sugerentes, pero mucho más sobrias y tranquilas. Nos hacen sentir el calor abrasador y la humedad del entorno. Calor, belleza y lentitud.

En definitiva, Mariana Enríquez se embarca en una historia muy larga y ambiciosa que cuenta espectacularmente bien. Como único “pero” cabría mentar el final ligeramente precipitado, que da la sensación de cierre abrupto, aunque pueden ser sencillamente las ganas de seguir inmersos en su historia.