Cosas perdimos fuego cómic-Trabalibros
Las cosas que perdimos en el fuego
Ficha técnica:
Autor: Lucas Nine
Editorial: Salamandra
ISBN: 9788419409256
Número de páginas: 104
Género: Cómic
Valoración:

“Quién nos curará del fuego [...]” - Julio Cortazar.

Un coche arde en un páramo, o podría ser un llano, en llamas.

Y en su interior un libro se convierte en cenizas, nos convierte en cenizas a través de sus historias. Arde también Buenos Aires, sus calles, su plano al menos.

Lucas Nine, dibujante argentino (además de otras muchas cosas) adapta a la historieta cuatro relatos de la también multidisciplinar escritora argentina Mariana Enríquez.

El chico sucio. La historia de un niño y su madre adicta que viven en la calle, la historia de una desaparición, la historia de su testigo, de su espectadora. Pablito clavó un clavito: Una evocación del Petiso Orejudo. Tour turístico a través de la vida de un niño asesino en serie. El patio del vecino. Nuevo barrio para una vieja pareja. Bajo el agua negra. “En su casa, el muerto espera soñando”.

Se habla de que uno de los referentes de Enríquez es H.P. Lovecraft, maestro del horror cósmico, pero lo de ella es otra cosa, horror telúrico, del que te ata a la tierra y te asfixia. Sus atmósferas son angustiosas pero no por lo que tienen de irreal, sino por esa realidad que aplasta. No son las brujas, los revividos, los chicos gato, los cultos satánicos lo que más terror causa, sino el que haya gente sin recursos, las adicciones, la violencia, los menores abandonados, las enfermedades mentales ignoradas, la injusticia, el abuso de poder... y lo que es peor, la inacción, la negación, la impasibilidad que todos mostramos ante ellas, los prejuicios, los juicios. El horror de lo cotidiano, el terror de lo mundano.

La adaptación gráfica es magnífica. Cuenta Lucas Nine que su proceso creativo varía de acuerdo con el tipo de trabajo que esté por encarar. Como ilustrador, el estímulo principal lo da el texto, sus necesidades; una historia tiene como atractivo descubrir con qué medios visuales uno la va a contar; “Mi enfoque técnico fue simple pero vigoroso: salpiqué todo lo que pude, excepto la figura del narrador. [...] Nuestros protagonistas son el espacio sólido y seguro en la jungla del dibujo, el “casa” donde el lector debe refugiarse entre manchones de tinta”.

Y así es. La definición del rostro que cuenta la historia frente a la indefinición de los demás, la deshumanización. La contraposición entre el uso de la fotografía, (sola o combinada con el dibujo) y un trazo suelto y roto repleto de fuerza, potencia, expresividad, rabia. Un dibujo y un uso del color, en función de la historia, sinestésicos. Palpamos el horror, sentimos la oscuridad, respiramos lo malsano. El autor capta perfectamente el desasosiego que destila la narración y nos lo hace llegar.

El uso de la tinta que hace Lucas Nine le acerca al historietista Alberto Breccia, al que cita como referente e inspiración. Sobre sus “poderosos golpes de pincel, la determinación de los jirones, la fuerza del soplo que extiende la mancha de tinta sobre el papel", escribió Latino Imparato. Y también lo hizo sobre el resultado final de su trabajo en la adaptación de Los mitos de Cthulhu, escrito que bien podría estar dedicado a Nine: “Es perfecto: la angustia del lector, que, con dificultad y a menudo en vano, intenta descifrar y dar un sentido a la materia ajena, se ve aún más acentuada.”

Lectura cáustica. Ni Mariana Enríquez ni Lucas Nine nos lo ponen fácil. Perturbador y terrible, magnífico.

“ [...] que nos arderá dulcemente hasta calcinarnos.” - Julio Cortazar.

Otros libros relacionados:
La original y personalísima obra literaria de Mariana Enriquez sirve de inspiración a distintos artistas. Es el caso del dibujante argentino Lucas Nine, que escogió "Las cosas que perdimos en el fuego" para inspirarse en uno de sus trabajos.
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