"¡Ser o no ser: he aquí el problema! ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? ¡Morir..., dormir; no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir..., dormir! ¡Dormir!... ¡Tal vez soñar!"
Hamlet, príncipe de Dinamarca, ha perdido a su padre. La muerte del rey eleva al trono a su hermano
Claudio, que no duda en tomar como esposa a la reina
Gertrudis, la madre de
Hamlet que quedó viuda tras el fallecimiento del rey. Este hecho afecta profundamente al príncipe, de naturaleza melancólica, y lo sume en un estado cercano a la depresión, que preocupa a las personas de su entorno más inmediato y les alerta al ver en su comportamiento ciertos indicios de locura.
Al poco tiempo de quedarse huérfano,
Hamlet recibe la visita del fantasma de su padre, que le anuncia la noticia de que fue asesinado por su hermano
Claudio vertiéndole veneno en el interior de la oreja y le insta a vengar su muerte. A pesar de que la venganza habría sido, en este caso, una actuación legítima, interiormente
Hamlet sufre un conflicto importante y se debate entre actuar o no actuar. Duda en principio de que las palabras del fantasma de su padre sean ciertas y decide poner a prueba al nuevo rey Claudio, valiéndose de una representación teatral de unos comediantes que llegan a la localidad y que, debidamente adaptada, reproducen con exactitud el modo en que su padre fue asesinado. La reacción de Claudio al verse reflejado en la obra teatral no deja lugar a dudas sobre su identidad como autor del crimen, pero
Hamlet sigue sin decidirse, deliberando dentro de sí y retardando la acción.
Mientras, en la Corte, la aparente locura que
Hamlet alienta con su comportamiento se hace cada vez más evidente para la gente que le rodea. Su madre y su padrastro creen que la muerte de su padre le ha trastornado aunque Polonio, el viejo chambelán, piensa que el príncipe está perturbado por los efectos del amor que siente por su hija
Ofelia.
Sin embargo, el auténtico problema de
Hamlet parece venir de su dilema interior. La locura fingida resulta ser una herramienta bastante útil para ser testigo invisible del ambiente que le envuelve, cargado de traiciones, engaños y mentiras. Su naturaleza indecisa y "el temor de un algo, después de la muerte, esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno" le genera una contradicción, bloquea sus ansias de venganza, le impide reaccionar y le induce a soportar el dolor por miedo a provocar una situación desconocida. Al fin y al cabo, según asegura el mismo
Hamlet, "la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes".
"
Hamlet" es, quizás, la mayor tragedia de la historia de la literatura. Está protagonizada por un tipo de héroe poco común, más afectado que otros por un temperamento débil, acosado por algunas flaquezas de la naturaleza del hombre y, precisamente por eso, más humano. Finalmente, a pesar de la batería de dudas del personaje que recordaremos siempre con la
calavera del bufón
Yorick en su mano, la fatalidad y la violencia acaba por apropiarse del desenlace de la vida del príncipe de Dinamarca. Con la escritura de esta obra el gran
William Shakespeare logra con éxito lo que según sus propias palabras es el fin del arte dramático: "presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad; mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen y a cada edad y generación su fisonomía y sello característico".