La escritora madrileña
Paloma Sánchez-Garnica es licenciada en Derecho e Historia. Autora de "El gran arcano", "La brisa de Oriente", "El alma de las piedras" y "Las tres heridas", ha recibido recientemente el Premio Fernando Lara de Novela por "
Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido" (ed. Planeta), "una novela emocional, capaz de generar una intriga permanente en el lector y cuyos personajes perfilan con maestría esta historia de secretos y mentiras".
Bruno Montano de
Trabalibros ha tenido la oportunidad de conversar con ella con motivo de la publicación de su último libro.
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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): Has dejado la Edad Media, los viajes iniciáticos, los códigos secretos, la posguerra, la guerra civil, para escribir una novela ambientada en un presente cimentado en los años 50 y haces una exploración de familias disfuncionales, en las que ninguno de sus miembros consigue ser feliz. ¿Somos conscientes de la verdadera importancia que tiene la familia como marco del que podemos emerger sanos o enfermos?
- Paloma Sánchez Garnica (P.S.G.): Yo creo que sí, porque es la base fundamental de la niñez. Ya no digo una familia estructurada, etc. Simplemente hace falta un equilibrio emocional en esa familia. Puede haber una familia estructurada, como es el caso de Clemente y Amalia, pero el desamor, la apatía y la falta de ilusión que hay entre ellos se vuelca sobre los hijos y la infelicidad se adapta a su vida y se asimila como algo normal y todos al final acaban siendo infelices con sus propias parejas. Yo creo que para un niño o un adolescente es fundamental sentir ese equilibrio emocional con su familia. Sentirse introducido, querido, apreciado y a partir de ahí él puede desarrollar esos mismos sentimientos y trasladarlos a su vida. Si no tienes eso, no es imposible pero es un handicap para desarrollar una vida más o menos feliz. Puedes conseguirlo, pero siempre llevas ese lastre, esas carencias.
- B.M.: Hay una rama de la psicología a la que llaman psicoterapia sistémica que trata de resolver los problemas de la gente en función del marco social y familiar en el que han crecido. Estudia el modelo dinámico de relación de los individuos dentro de los grupos a los que pertenecen, en especial la familia, y rastrean allí los orígenes de muchas disfunciones psicológicas.
- P.S.G.: Depende también del compañero o compañera que tengas, de cómo te planteas tu vida, pero sí es verdad que pudiendo llegar a desarrollarte como persona, habiendo tenido muchas carencias de niño, siempre te queda un poco ese resquemor, esa sensación de que algo falla. Si no has tenido un equilibrio o una empatía con tu madre o tu padre, o no has tenido reconocimiento por su parte, o has tenido una sobreprotección y alguna de estas cosas ha hecho de ti una persona dependiente, o una persona que no acepta el fracaso, o una persona que desea siempre lo que no tiene y una vez lo consigue ya no lo quiere, eso es muy complicado de gestionar. Hay gente que lo asimila y gente que no. Yo creo que depende mucho del compañero de vida que tenga, pero la base fundamental de la infancia y de la adolescencia es importante.
- B.M.: De ahí el gran problema de identidad que tiene
Carlota, la protagonista de "
Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido". Va buscando cuál es su origen, va buscando al padre. Llega incluso a decir: "Soy fruto de un cúmulo de engaños y maldades". Ella no sabía de dónde venía, desconocía ese origen.
- P.S.G.: Ella no tenía que haber sido, y es. Ella, en su ámbito infantil, idealiza una familia perfecta y a los doce años se da cuenta de que es una farsa, de que no es verdad, de que su padre tiene otra familia. Se entera de que tiene otros hermanos y sobre todo se entera de que es distinta porque es bastarda. Y empieza a entender el significado de esta palabra que ha escuchado pero que no entendía. A partir de ahí toda esa vida que ella pensaba idílica se le desmorona y empieza a idealizar a la otra familia. Y su drama es que se pasa la vida anhelando lo que considera idílico en otros sin darse cuenta de que el idilio lo tenía que tener con su propia familia, con su propio yo. Cuando conoce a su hermana es cuando se da cuenta de que la familia idílica no era tal. Esa familia que ella creía que le estaba robando la Navidad y el cariño del padre y que pensaba que eran niños felices, en realidad no lo eran. Muchas veces nos empeñamos en anhelar lo que consideramos idílico en otros sin darnos cuenta de que el idilio lo tenemos que vivir con lo que tenemos y con lo que somos.
- B.M.: En "
Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido" encabezas cada capítulo con una cita. He reconvertido algunas de estas citas, que me parecen muy bien traídas, en preguntas. Comenzaré con una de
Sándor Márai, uno de mis autores favoritos: ¿El deseo de ser diferente de lo que eres es la mayor tragedia con la que el destino puede castigar a una persona?
- P.S.G.: No aceptar lo que eres, con tus defectos y tus carencias, es una de las peores tragedias porque te limita. Te rechazas a ti mismo y eso es lo peor que puede pasarte, es un drama.
- B.M.: Como le pasa todo el tiempo a la protagonista de tu novela.
- P.S.G.: Claro. Ella no tiene la culpa de ser una hija bastarda, pero no puede aceptarlo. Además habían muchos factores legales en su contra, eran niños que no tenían ninguna clase de derecho y que estaban estigmatizados por la propia sociedad. La sociedad hace mucho daño con sus prejuicios y hay gente que lo llega a asimilar y gente que no, que se encuentra con un compañero o compañera y sigue su vida, pero eso sigue ahí. Esa sensación de ser diferente y la falta de aceptación de uno mismo es uno de los mayores dramas que puede tener un hijo.
- B.M.: En su caso, y en el de muchos también, el origen está en su familia, en esa madre que no fue cálida con ella.
- P.S.G.: Manuela, la madre de Carlota, no tuvo la empatía de su madre. Carlota tampoco tuvo la empatía de la suya y la encontró en su abuela, saltó una generación. La falta de empatía de una madre supone unas carencias tremendas. Aunque también hay que entender un poco por qué una madre actúa de una manera u otra, porque todo responde a algo. Muchas veces juzgamos las decisiones, la actitud o la manera de estar en la vida sin tener en cuenta las circunstancias que le rodean, qué ha pasado, por qué actúa así. Yo creo que la literatura ayuda a eso, a ponerse en la piel de otros para entender un poco mejor esos conflictos morales, no solamente los nuestros. Ayuda a ser un poco más tolerante y a no juzgar a los demás.
- B.M.: Carlota asegura: "Es fácil juzgar y opinar, incluso criticar y hasta condenar el actuar del otro desde la cómoda barrera de la propia existencia".
- P.S.G.: Es que Carlota tiene un poco de mí en ese sentido. [Risas]
- B.M.: Aprovechando otra de las citas, te pregunto ahora: ¿Una verdad dicha a destiempo, fuera del ámbito en el que se han desarrollado las causas, puede llegar a ser una explosión que únicamente destruya?
- P.S.G.: Yo creo que sí, destruye, pero hay casos en los que esa verdad oculta lastra a una persona sin que la persona que lo ignora llegue a saber su contenido. Carlota lleva toda su vida un lastre sin entender su contenido porque no se lo explican. El hecho de contárselo supone un dolor tremendo para su presente, pero esto le da la oportunidad de perdonar, tanto a los que han planteado todo lo que es su vida como a sí misma. Y eso es importante. Entonces, cuando la verdad únicamente provoca dolor sí es conveniente callar, pero cuando hay alguna posibilidad de que la otra persona pueda perdonar. Javier Marías, en su novela "Mañana en la batalla piensa en mí" dice que contar supone comprender, llegar a asimilar, perdonar cuando hay algo que perdonar, asumir que existió, que sucedió y meterlo en una parte de tu conciencia, de tus recuerdos, de tal forma que te permita seguir viviendo. Y en ese sentido contar es bueno.
- B.M.: Ese es uno de los temas fundamentales del libro. La incapacidad que tiene la protagonista para perdonar, resistiéndose incluso al último consejo que le da su padre antes de morir: "Si quieres salvarte, perdona". Esto me recuerda a una conversación que tuve con Irene Villa hace un par de años (
aquí la entrevista). Irene me comentó que ella y su madre, tras el atentado terrorista que casi les cuesta la vida, supieron perdonar y gracias a eso han conseguido rehacer sus vidas felizmente.
- P.S.G.: Y no han olvidado, no se han reconciliado con los que pusieron la bomba, no han justificado el atentado, no se han opuesto a que se haga justicia... Es que perdonar es un acto de generosidad propio, para uno mismo, que te libera del odio, del afán de venganza, del rencor, del resentimiento. Y no necesitas ni que el otro te pida perdón, ni requiere olvido, ni reconciliación. Perdonar es una acto de generosidad hacia ti mismo. Te ayuda a cerrar la herida, a que se convierta en cicatriz que ya no duele, aunque la sigas teniendo.
- B.M.: Perdonar es un acto enormemente terapéutico para uno mismo, tanto en lo psicológico como en lo social. Aprender a hacerlo es un paso de enorme madurez.
- P.S.G.: Sí que lo es. Totalmente de acuerdo.
- B.M.: Irene Villa me contaba además que su padre nunca había logrado perdonar y tuvo que separarse de su madre. No podía soportarlo, no entendía cómo ellas habían perdonado a los terroristas porque él no podía, no concebía el perdón para alguien que les había hecho tanto daño.
- P.S.G.: Y seguramente habrá sufrido mucho más su padre a lo largo de su vida que ellas. Este acto del que hablamos es uno de los ejemplos más evidentes y brutales del significado de perdonar.
- B.M.: Otro de los grandes temas del libro son los
malos tratos. Esta misma semana he escuchado una noticia en televisión que me ha puesto los pelos de punta. Se comentaba en ella que se había producido un repunte de los malos tratos entre la gente más joven.
- P.S.G.: Yo creo que, mas que repunte, es que ahora hablamos de ello, que estamos sensibilizados con este tema. Antes no existía el concepto de malos tratos. Hasta el año 89 no se reformó el Código Penal para retirar el débito marital, de tal forma que una mujer casada no podía ser violada, no había un tipo delictivo de violación por parte del marido. Ni siquiera malos tratos, porque había el derecho de corrección por parte del cabeza de familia hacia los hijos, que se extendía a las mujeres. Y en ese momento se empezó a cambiar. Hasta el año 95 no se reconocieron los malos tratos psicológicos. Llegó luego el concepto de violencia de género y ahora hablamos de esto, hemos avanzado. El problema existe, pero lo importante es que tenemos señales de alarma, hay noticias y esto supone que nos movemos. Antes también habían malos tratos, lo que pasa es que no existía como tal el problema. Si yo con 15 años me juntaba con un chico de 17 que me maltrataba, no existía el maltrato porque ese concepto no existía. Se suponía que me quería, que me protegía, que me controlaba por amor.
- B.M.: Antes los malos tratos eran justificados por algunas mujeres. E incluso ahora algunas lo siguen haciendo.
- P.S.G.: En muchas ocasiones, sí. Pero ahora hay mucha más sensibilidad, estamos constantemente hablando de esto y eso supone: en primer lugar que hemos sacado un problema del ámbito privado al público. Antes, cuando se daba, mirábamos para otro lado porque considerábamos que era un tema del matrimonio y que en medio de una pareja no teníamos que meternos, incluso las madres aconsejaban a las hijas que aguantaran porque decían que los hombres eran así. Y ahora socialmente no se admite.
Estamos mucho más sensibles con este tema. Si por la calle veíamos a un hombre gritando a una mujer antes girábamos la cabeza pensando: qué bronca tienen. Ahora no, ahora nos interesamos y hasta plantamos cara al posible agresor. En eso hemos avanzado. Todavía hay malos tratos, porque todavía existe esa sensación de posesión en nuestra cultura. Existe el problema. Pero lo importante es que a los chicos jóvenes se les eduque en tratar con igualdad a sus amigas, a sus compañeras, a sus novias. Hacerles entender que eso les beneficia a ellos. Y a las chicas hay que darles los instrumentos suficientes para que tengan la capacidad de determinar cuándo una relación es tóxica, cuándo las están controlando, cuándo no es amor sino posesión; que tengan la capacidad de reaccionar a tiempo. Porque el problema en la actualidad es que hay muchas mujeres que están metidas en esos malos tratos, sobre todo psicológicos, que son menos evidentes que los físicos y más difíciles de detectar. Un fiscal me decía que hay mujeres que ya están tan domesticadas por parte de sus maridos que con una mirada ya no necesitan darle ninguna bofetada, con mirarlas ellas ya saben lo que tienen que hacer.
- B.M.: Es una especie de condicionamiento.
- P.S.G.: Totalmente. Y esas mujeres están tan atrapadas... No tienen ningún arma, ningún instrumento para reaccionar. Su autoestima está por los suelos. Asimilan que la vida es así, que esa es la manera de vivir de su vida. Están enrejadas con barrotes invisibles que les impiden vivir. Y nadie puede entrar a rescatarlas porque ellas son incapaces de pedir ayuda. Ese es el problema que tenemos ahora. Y es contra lo que tenemos que luchar haciendo lo que podamos cada uno desde nuestra atalaya: yo escribiendo, leyendo, los legisladores haciendo leyes, los jueces aplicando la legislación, los sanitarios y la educación haciendo su papel, los periodistas hablando de esto para sensibilizar...
- B.M.: En muchos casos, cuando se les propone a mujeres maltratadas que denuncien a sus agresores, se niegan a hacerlo y acaban justificándoles, alegando incluso que no les agreden muy frecuentemente o que en realidad sólo les agreden cuando llegan a casa borrachos.
- P.S.G.: Y no solamente intentan justificarlo ellas, también su entorno, que les dice: "Tampoco es para tanto, si te quiere mucho. Si luego habla muy bien de ti". Ante eso, ¿qué puedes hacer? Esta mujer no tiene armas y de lo que se trata es de que tenga la capacidad de reaccionar.
- B.M.: Es muy sangrante el caso de mujeres mayores dependientes económicamente de su marido, que no se atreven a rebelarse por miedo a quedarse sin su fuente de ingresos.
- P.S.G.: Claro. Es un gran problema, pero tenemos que ser conscientes de que está encima de la mesa y eso es positivo. Se ha sacado del ámbito privado, cuando en realidad es un problema social. En la exposición de motivos de la Ley de Violencia de Género lo pone muy claro. Ahora nos estamos involucrando y eso es importante.
- B.M.: Un personaje que me ha gustado mucho y creo que merece ser protagonista de otra novela tuya es
Zenobia. Es el único personaje realmente luminoso de toda la novela, a pesar de todas sus sombras, que vamos descubriendo a medida que avanza la trama. Es una mujer sabia, valerosa, esa madre ideal que Carlota no tuvo, pero de la que disfrutó como abuela.
- P.S.G.: Yo la identifico con Zenobia Camprubí, la mujer de Juan Ramón Jiménez. Me parece una mujer luminosa. Incluso su nombre siempre me ha resultado así. Es una mujer de su tiempo, de gran inteligencia, que tiene la capacidad de hacer su vida pero a la que le toca lo que le toca y no puede hacer otra cosa. Como dice Justina a su nieta Carlota, muchas veces nos empeñamos en juzgar y ver las cosas desde nuestras circunstancias, pero hay que ponerse en la época en que tuvieron lugar y en el caso de Zenobia no podía hacer nada. Ella lo único que puede hacer es salir, trabajar...
- B.M.: Y escribir, porque además escribe... Ella reorganiza sus pensamientos a través de su diario.
- P.S.G.: Sí. Es que yo creo que la escritura también es terapéutica. Por eso muchas veces, cuando se me acerca algún lector o lectora, y me dicen: "Cómo me gustaría escribir", yo siempre les digo: "Pues escribe". Muchas veces cometemos el error de limitarnos a nosotros mismos y también cometemos el error de identificar la escritura con la publicación. La publicación es algo que no depende de ti, a partir de ese momento el libro se convierte en un producto que ya no es mío porque pertenece a cada uno de los lectores, a los libreros, etc. Ni siquiera me pertenecen ya los personajes, ellos van saliendo de mi vida a marchas forzadas. Por tanto, yo siempre animo a la gente que quiere escribir a que escriba. Todo lo que dependa de ti mismo para enriquecer tu vida hay que hacerlo, hay que intentarlo, sin pensar en publicar o en ganar dinero. Es terapéutico, es bueno, no importa que lo hagas mal, ni que tengas faltas, da igual. Si tienes ganas de escribir, de contar tus sentimientos, escribe. Con la lectura pasa algo parecido, te ayuda a organizar tus pensamientos. Yo escribo para aprender. Para mí la escritura ha supuesto encontrar mi lugar en el mundo, y lo encontré muy tarde, con 43 años. Hasta entonces no había pensado nunca en escribir. Y aquí estoy.
- B.M.: Para escribir sólo hace falta un folio en blanco y, como dijo
Virginia Woolf,
una habitación propia.
- P.S.G.: Claro, una habitación propia con llave. [Risas]
- B.M.: Para terminar, he visto que en "
Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido" citas en los agradecimientos a Munárriz por haberte abierto las puertas de la poesía. También a Luis Eduardo Aute por sus poemas y canciones. Por cierto, le entrevisté hace unos días (
aquí la entrevista) y descubrí que además de un buen poeta es un gran filósofo. Yo conocía su faceta de artista plástico, de cantautor y de poeta, pero me gustó conocer también su faceta de filósofo.
- P.S.G.: Es un filósofo de la vida, sí.
- B.M.: En tu libro das gracias en general a los poetas por ese uso precioso y preciso que hacen de la lengua. ¿Qué significa para ti la poesía? ¿La descubriste tarde, como la escritura, o ha estado siempre presente en tu vida?
- P.S.G.: Siempre ha estado presente, lo que pasa es que la vida me va acercando cada vez un poquito más a ella. Yo le tengo muchísimo respeto a la poesía, me parece la perfección del lenguaje, porque una sola frase puede contener una historia que a mí me cuesta contar 600 páginas.
- B.M.: La poesía es la quintaesencia del lenguaje. Se nota que te interesa, de hecho el título de tu libro es un verso del poeta
Carlos Augusto Salaverry.
- P.S.G.: Sí. La poesía lo es todo en la narrativa. Es la perfección. Y Miguel Munárriz, que es el marido de mi agente literaria, en conversaciones con él me ha ayudado a derribar muros que solemos plantearnos con respecto de la poesía. Me ha ayudado a dar el salto y a entrar sin miedo en determinada poesía, me ha iluminado durante mucho trecho de este camino. La gente de mi generación conocemos la poesía de Miguel Hernández y de Antonio Machado por las canciones de Serrat. Y las letras de las canciones de Aute son poesía pura.
- B.M.: Aute es un virtuoso del lenguaje. El libro por el que le entrevisté forma parte de una serie de libros compuestos por textos breves que él llama "poemigas", en los que hace juegos muy curiosos con el lenguaje. Tiene mucha gracia para encontrar relaciones ocultas entre palabras y conceptos. Son textos muy interesantes, aunque no son exactamente poesías.
- P.S.G.: Luis Eduardo Aute es un artista, un creador en toda la extensión de la palabra. Pinta, escribe...
- B.M.: Incluso ha hecho cine. Ganó un primer premio por una película suya de animación que se llama "Un perro llamado dolor" en la Mostra de Cine de Valencia. A los 16 años ya pintaba muy bien, de hecho leí una crítica en la que se valoraba muy bien su obra a esa edad, el crítico decía que se trataba de un artista ya maduro con 16 años. Y lo de la música fue algo sobreañadido.
- P.S.G.: Fue algo circunstancial, él lo dice siempre. Yo le conozco, le he tratado en ocasiones, y en mi novela uso varias citas iniciales suyas. Y de Ángel González, al que también conocí, también he usado varias citas. Conocer a estos dos poetas tengo que agradecérselo a Miguel Munárriz que además, como él es un poeta en sí mismo, con su conversación te ayuda a traspasar el muro que nosotros mismos nos ponemos con respecto a la poesía.
- B.M.: Demasiadas veces la gente siente un miedo reverencial hacia ella.
- P.S.G.: Eso mismo decía él. Aseguraba que tenemos muchos prejuicios con respecto a la poesía y un miedo reverencial. Demasiado respeto. Y no hay por qué tenerlo. Si no entiendes una poesía no pasa nada, ese poema queda dentro de tu cabeza y a lo mejor dentro de un tiempo se te enciende la luz. Muchas veces crees que no entiendes un poema, piensas que no te estás enterando, pero te enteras.
- B.M.: Hay gente que quiere saber qué ha querido decir el poeta y, en el fondo, eso da igual. Lo que importa es lo que el lector ha entendido, la recepción que ha hecho del texto, lo que resuena dentro de su cabeza en forma de pensamiento o emoción cuando lee ese poema. Eso es lo importante. Lo que haya querido decir el poeta es secundario. Tendrá valor para él, pero puede que para ese lector en concreto, no.
- P.S.G.: Claro, eso es.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Paloma Sánchez-Garnica el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a los responsables del Hotel Astoria de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y a la
editorial Planeta el haber hecho posible el encuentro con esta autora.