Ildefonso Falcones es autor de "La catedral del mar", novela histórica que se convirtió en un auténtico éxito editorial y fue publicada en más de 40 países. Este libro obtuvo varios premios, entre los que se encuentran el Euskadi de Plata, el Qué Leer en 2006 y el de la Fundación José Manuel Lara en 2006, así como el Giovanni Boccaccio en 2007 y el Flubert de Chartres en 2009. A este libro le siguieron "La mano de Fátima" y "La reina descalza", novela esta última sobre la que tuvimos el placer de conversar con él en 2013 (
aquí la entrevista).
En esta ocasión nos encontramos de nuevo con
Ildefonso Falcones, ahora para entrevistarle sobre "
Los herederos de la Tierra", la esperadísima
continuación de "La catedral del mar", una obra donde el autor realiza "una impresionante recreación de la Barcelona medieval, una espléndida y emocionante novela de lealtad, venganza, amor y sueños por cumplir" (editorial Grijalbo)
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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): Mucha gente piensa que "Los herederos de la Tierra" es la segunda parte de "La catedral del Mar". Sé que para ti no es una segunda parte, sino la continuación. ¿En qué sentido lo dices?
- Ildefonso Falcones (I.F.): Es para evitar aquello de que segundas partes nunca fueron buenas [risas]. Hoy en día lo de las segundas partes ha pasado un poco a la historia, porque hay precuelas, secuelas, trilogías, tetralogías... Yo afirmo que no es la segunda parte sino la continuación de "La catedral del Mar" porque no tiene el mismo protagonista, ni se desarrolla en la misma zona. Suelo decir que es la continuación de la historia de la Barcelona medieval.
- B.M.:
Arnau está presente físicamente durante muy poco tiempo en la novela, aunque sí que está presente todo el tiempo en el pensamiento y en el corazón de Hugo. A lo largo de la novela hay diversos guiños a "La catedral del Mar", aunque la novela transcurre tres años después.
- I.F.: Arnau está poco presente porque en "La catedral del Mar" lo dejamos ya anciano, con 60 o casi 70 años. Poco partido se le podía sacar ya al personaje. Sin embargo, a partir de lo que le sucede a Arnau en "Los herederos de la Tierra" es donde se cimentan los principios de lo que va a ser la nueva novela; es donde se asientan las venganzas, las personas malas, las buenas... Arnau sigue siendo un pilar indispensable en esta segunda novela.
- B.M.: Hugo es un personaje bastante parecido a Arnau y, en realidad, bastante similar también a los personajes de tus novelas: gente humilde, que a base de valor y lucha consigue ascender en la escala social. A lo largo de la historia vemos cómo pasa de ser el encargado de sujetar la bola a un esclavo a ser cultivador y vendedor de vino. Llega a ser una persona importante, igual que le sucedió a Arnau. ¿Es este tipo de personaje con el que más cómodo te sientes?
- I.F.: Yo sí. En primer lugar, me gustaría señalar que hay una gran diferencia entre Hugo y Arnau. Efectivamente, los dos tienen ese carácter trabajador, les sobra tesón y constancia, siempre defienden a los suyos y se revuelven contra las injusticias. Pero Arnau fue un personaje que transitó por todos los estratos sociales y Hugo, sin embargo, es mucho más plano en ese sentido. En un momento dado se mete en el mundo del vino y sigue en él hasta el final de la novela. Pero sí, a través de la gente humilde es cuando puedes desarrollar y dejar ver al público cómo era la vida en aquella época. Si hablas del Rey o de la Corte, con el fasto que le rodea y los palacios, no estás contando la realidad que vivía la mayoría de la gente. Yo creo que eso es lo importante, eso es lo que traslada al lector a ese momento histórico.
- B.M.: Por otra parte, seguramente el lector empatiza más con este tipo de personajes, le cuesta menos ponerse en su lugar y vive el momento histórico más de cerca a través de los ojos de este tipo de personajes.
- I.F.: Eso por supuesto, exactamente.
- B.M.: Insistes en Barcelona, aunque ahora cambias de barrio. Hablas del nacimiento del Raval, de cómo esas nuevas murallas permiten que se amplíe la Barcelona hacia la zona de huertas y por tanto hacia la zona en la que se cultiva la vid. Se nota al leer tu novela que has estudiado a fondo el mundo del vino, que te has preocupado por averiguar la historia de la enología. Narras cómo pasaron de vinos que duraban un año a vinos que se podían envejecer.
- I.F.: Sí. A mí la historia del vino me interesa y me gusta. Me apasiona ver los viñedos, las bodegas y todo lo que tiene que ver con la producción del vino. Hay que tener presente que el vino en aquella época era una materia de primera necesidad. Todo el mundo bebía vino. Hoy en día hay gente que en casa no bebe vino, únicamente si sale a comer o cenar, pero entonces se bebía vino siempre. A los enfermos, en lugar de agua, para beber se les daba vino.
- B.M.: Era casi un medicamento.
- I.F.: El vino tenía su parte de medicamento. Se trataba con diferentes especias y plantas, se suponía que tenía unos efectos curativos.
- B.M.: En aquel entonces para un enfermo de algún modo era más seguro beber vino que agua.
- I.F.: Sí, eso se dice, porque el agua podía estar infectada y el vino no. El vino podría ser malo, pero no estar infecto. A los marineros, cuando se iban a la mar, también se les daba vino. Y los soldados tenían su ración obligatoria de vino. Se le daba incluso a los niños. El vino era un producto protegido en todos los pueblos, estaba tremendamente valorado. Y a mí en la novela me pareció interesante resaltar ese punto de vista.
- B.M.: Me ha sorprendido la historia del "
aqua vitae" y sus usos medicinales. Yo desconocía que en aquel momento ya existiera lo que hoy llamamos aguardiente.
- I.F.: La destilación ha existido siempre. Los musulmanes, por ejemplo, destilaban agua de rosas. Pero el vino era el néctar de los dioses, la quintaesencia. No existe mucha bibliografía sobre todo esto, pero fue en la época en la que está ambientada la novela cuando se dio el salto de considerar el "aqua vitae" o el aguardiente como algo estrictamente medicinal e incluso peligroso a ser una bebida que se vendía en tiendas para el consumo. Esta gente la destilaba siete, nueve o doce veces, llegaban a producir alcohol de 90º, que nadie podía beber. Pero sí, es un tema interesante. Hay estudios de Ramón Llull y de otros filósofos sobre las propiedades del "aqua vitae".
- B.M.: En "
Los herederos de la Tierra" la trama es muy dinámica, como en el resto de tus novelas. La peripecia es constante, los giros sorpresivos abundan. Ese es el tipo de literatura que a ti te gusta escribir, pero también leer.
- I.F.: Sí, a mí me gusta leer libros de ese tipo. Me gusta que la novela te atrape desde el primer momento, que hayan giros argumentales, que nunca sepas lo que va a pasar, que te mantenga enganchado, con ganas de saber más y de pasar páginas para saber lo que pasa en el capítulo siguiente. Yo parto de la base de que la novela es divertimento, es ficción. La novela que trata de enseñar no es mi elemento. Si quisiera, por ejemplo, aprender sobre el amor leería un ensayo que tratara sobre ese tema y me fijaría especialmente en el currículum de la persona que lo ha escrito, para saber qué capacidad tiene para enseñarme a mí lo que es el amor. Pero en la novela la preparación del autor nunca se tiene en cuenta. De repente te encuentras con una persona que no sabes quién es; desconoces qué cualidades tiene, que vivencias ni qué experiencia vital y que, sin embargo, te habla del amor, de la muerte o de cualquier otro tema fundamental. Esto podrá ser interesante para él, pero desde el punto de vista de la lección y del aprendizaje a mí no me interesa, porque hay una alternativa maravillosa que está en otro tipo de literatura, que es la literatura especializada, los ensayos escritos por expertos. Para mí la novela tiene que ser ficción y cuando acudo a la estantería de novelas en una librería no busco cosas que me enseñen, busco cosas que me diviertan.
- B.M.: Tus novelas son muy entretenidas. Son novelas clásicas de aventuras.
- I.F.: Son novelas de aventuras, sin ninguna otra pretensión. En ellas te encuentras ajusticiamientos, batallas, sexo, religión, dinero, pasiones, venganzas, castigos, amores posibles, amores imposibles, chantajes emocionales...
- B.M.: Al estilo de Dumas con "Los tres mosqueteros" o "El conde de Montecristo".
- I.F.: Ya me gustaría a mí parecerme a Dumas...
- B.M.: ¿Te has planteado alguna vez cambiar de género literario?
- I.F.: No. Si a mí me gusta, a la editorial le gusta y al lector también, ¿para qué voy a cambiar de registro? En principio, sería absurdo.
- B.M.: En cada una de tus novelas haces una especie de "justicia literaria" a distintos colectivos de alguna manera maltratados por la historia en España (moriscos en "La mano de Fátima", gitanos en "La reina descalza", judíos y esclavos en "Los herederos de la Tierra"...)
- I.F.: Hay una empatía. Desde "La catedral del Mar" hasta "La reina descalza", que es la época más reciente de la historia sobre la que he escrito, te encuentras con colectivos especialmente maltratados en cada siglo o casi en cada década. Es algo que no puedes obviar, porque está ahí. Sería imposible, por ejemplo, hablar de Barcelona en aquella época sin hacer referencia a la destrucción de la Judería, porque es un hecho importantísimo. Yo, por lo menos, empatizo con estas comunidades perseguidas y maltratadas.
- B.M.: Destrucción que, como comentas en tu novela, sucedió en otras ciudades también, como Sevilla o aquí en Valencia.
- I.F.: Fue algo generalizado. En Valencia no tanto, porque seguísteis teniendo Judería. En Barcelona se derruyó y dejaron de vivir allí; aquí en Valencia creo que hubo un ataque a la Judería pero después continuaron habiendo judíos.
- B.M.: La semana pasada estuve hablando con Carmen Posadas sobre su nueva novela "La hija de Cayetana" (
entrevista aquí) y salió el tema de la esclavitud en la España del siglo XVIII, sobre todo en Sevilla, donde habían muchos esclavos negros. Pero en tu novela hablas de otro tipo de esclavitud. La peste negra de 1348 dejó despoblada Cataluña, la poca gente joven que quedaba no quería cultivar los campos y para trabajarlos se vieron obligados a traer esclavos rusos, albaneses, turcos, griegos, tártaros... Yo esto lo desconocía.
- I.F.: Es una esclavitud curiosa que surgió en aquella época.
- B.M.: Comentas que Génova y Venecia eran los principales mercados de esclavos.
- I.F.: Eran los principales exportadores de esclavos, tenían factorías en el Mar Negro y los traían desde allí. Es sorprendente. Seguía habiendo mucha esclavitud musulmana en Cataluña. En Castilla no tanto, porque tenía mucha más relación con el Norte de África y por lo tanto en todas sus peleas conseguían esclavos de allí. Pero en Cataluña había un número importante de esclavos orientales. Sobre todo esclavas. Es realmente curioso.
- B.M.: Dices también en tu novela que en aquella época todo el mundo quería tener esclavos, incluidos las monjas, los sacerdotes y los obispos.
- I.F.: Todos ellos tenían esclavos y esclavas. Todo el mundo que se lo podía permitir, los tenía. Era una servidumbre relativamente barata que trabajaba para su amo.
- B.M.: No eran presos de guerra condenados a trabajos, sino esclavos que se compraban como si fueran mercancía.
- I.F.: Sí. Teóricamente los esclavos debían ser "de buena guerra", una de las condiciones para la esclavitud según la ley era que tenían que haber sido esclavizados "en buena guerra". Tú no podías, por ejemplo, ir a hacer una rafia a Francia y traerte esclavos porque no estabas en guerra. Lo que pasa es que al vender por ejemplo a un esclavo ruso el comprador no sabía exactamente si procedía o no de esta situación. Y, aunque esta ley existía, al final gran parte de esta gente no había sido esclavizada de forma legal, pero tampoco podía demostrarlo.
- B.M.: Cuando escribes una novela no haces un corte transversal en la vida del protagonista, sino que desarrollas toda su vida de forma longitudinal. En "
Los herederos de la Tierra" conocemos a
Hugo con 12 años y nos despedimos de él con 48. Son 36 años de historia, que dan para contar toda una vida.
- I.F.: Claro. Además, haciendo esto puedes desarrollar muchos hechos históricos. En esta novela hay tres determinantes: el ataque a la Judería, el compromiso de Caspe y el cisma de la Iglesia. Esos tres hechos son los principales que se producen a lo largo de esos casi 40 años. Son hechos muy importantes, muy atractivos e influyen mucho en el desarrollo personal de los personajes. Cuando abarcas toda esa amplitud de tiempo puedes desarrollar todo eso; si te ciñes a un número pequeño de años es muy difícil, por no decir imposible.
- B.M.: En tus novelas no consigues una foto de un momento histórico, sino una secuencia casi fílmica de una época.
- I.F.: Efectivamente.
- B.M.: Al leer tu libro me he encontrado con una escena que creo que no se me olvidará en la vida. Me he reído muchísimo con ella y me gustaría preguntarte si fue realmente como la cuentas.
- I.F.: Sí que lo es.
- B.M.: ¿Ya sabes a cuál me refiero?
- I.F.: A la del rey Martín el Humano [risas]. Hay historiadores coetáneos a este rey, bastante recatados por otra parte, que hablan de esto. Cuando lees los estudios de los historiadores a veces te das cuenta de que toman datos de lo que dice alguien, pero cuando llegan a un punto incómodo no se atreven a contarlo porque les parece excesivo. Esto no debería ser así. Existe un principio de la abogacía por el cual, si tú tienes un documento y quieres tomar algo de él, tienes que cogerlo todo. Si admites lo que dice una persona en algunas cosas, no puedes negar lo que dice en otras. Y sí, se hablan de los arneses que necesitaba Martín el Humano porque era tan obeso que le resultaba imposible fecundar a la reina.
- B.M.: Es una escena muy impactante y en cierto modo tremendamente literaria.
- I.F.: Así es [risas].
- B.M.: Tu novela es también una historia de grandes pasiones. En ella se observa cómo el protagonista bascula entre el mar y la tierra, entre la lealtad y la tradición, entre la venganza y el amor, entre el dolor y la justicia. Al hacer un estudio longitudinal de su vida vemos cómo atraviesa todas las fases importantes por las que pasa todo ser humano. Se enfrenta a todo tipo de dudas y de disyuntivas morales. También me gustaría destacar el papel que juegan las mujeres.
- I.F.: Hay cuatro personajes femeninos importantes: la mala (Regina), su hija y las dos esclavas.
- B.M.: Dolça también tiene un papel fantástico.
- I.F.: Dolça tiene un papel maravilloso pero muy cortito, muy escaso. Las mujeres tienen un papel importante en esta novela, como en la vida misma.
- B.M.: Una curiosidad. ¿Qué era un "bastaix"?
- I.F.: Este es un término que tiene que ver con los esclavos. Como Barcelona no tenía puerto, al llegar las barcas a la playa habían unos porteadores que cargaban la mercancía hasta la orilla o incluso hasta el almacén de un mercader. Estos eran los "bastaix", que primero eran esclavos y luego fueron hombres libres.
- B.M.: A pesar de ser una continuación de una novela anterior, se puede leer perfectamente de manera independiente. Yo no leí "La catedral del Mar" y he comprobado que no me ha hecho falta para leer ahora "
Los herederos de la Tierra".
- I.F.: Se puede leer de manera independiente, aunque he introducido algunos guiños a la anterior. Te recomiendo que leas "La catedral del Mar", creo que es un libro que disfrutarás.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Ildefonso Falcones el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a los responsables de Coffee House de la Plaza Alfonso el Magnánimo de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y a la editorial
Grijalbo el haber hecho posible el encuentro con este autor.