"- Vayámonos.
- No podemos.
- ¿Por qué?
- Esperamos a Godot".
Día tras día,
Vladimir (
Didi) y
Estragon (
Gogo) esperan pacientemente en el mismo punto a que llegue
Godot. ¿Para qué? Se responden a ellos mismos: "Esperamos a ver qué nos dice". ¿Qué le han pedido concretamente? "Una especie de súplica". Entonces, ¿cuál es su papel en este asunto? "El del suplicantes". ¿Hasta ese extremo? ¿Podría decirse que ya no tienen derechos? Al respecto,
Vladimir asegura con claridad: "Los hemos vendido".
En su eterna espera, se encuentran con gente que está de paso, como
Pozzo, un demente que se cree dueño y señor de
Lucky, al que trata peor que si fuera un animal. Este último, al que
Pozzo maltrata constantemente, no conoce otra forma de vida que el sometimiento y no parece posible hacerlo vivir en otras condiciones. Aunque este reparto de papeles no obedece a ninguna lógica ya que, como afirma
Pozzo, "yo hubiera podido estar en su lugar y él en el mío. Si el azar no se hubiera opuesto".
Vladimir y
Estragon mantienen la fe en que
Godot se presentará antes o después. ¿Están, por ello, atados a
Godot? ¡Claro que no! ¡De ningún modo! Al menos... todavía no. La sensación de vacío es terrible pero, aun así, hay que "arriesgarse a pensar". Su vida es a veces tan insoportable, injusta e incoherente... ¿Son acaso desgraciados? No lo saben.
Didi y
Gogo son dos
locos perdidos en el mundo, perdidos entre sus congéneres y, sobre todo, perdidos en su propio mundo interior. A menudo se sienten como "hombres íntegros, arremetiendo contra su calzado cuando el culpable es el pie". Terriblemente desorientados, solos y desamparados, aunque no más que cualquiera de nosotros, los que nos llamamos cuerdos. En el fondo, "todos nacemos
locos. Algunos siguen siéndolo".
Nuestros protagonistas buscan una lógica que no pueden entender, un sentido en un entorno incongruente, una ayuda, una esperanza, una misión. ¿Quizás un amo? ¿Alguien que les guíe, que les ordene y tenga poder sobre sus actos, a cambio de sentirse más integrados? ¿Alguien en quien apoyarse, a cambio de dirigir sus vidas y limitar sus libertades? ¿Algo sobre lo que puedan proyectar un espejismo, la ilusión de creer que su existencia tiene algún sentido? En realidad, ni siquiera saben lo que buscan, tan solo esperan a
Godot.