"Obtener cien victorias sobre cien combates no es lo mejor. Lo más deseable es someter al enemigo sin librar batalla con él"
(Sun Tzu)
Entre los años 476-471 a.e.
China pasa por un periodo histórico conocido como "
época de los reinos combatientes", caracterizado por la sustitución de la liga de ciudades y feudos gobernados por la nobleza en favor de estados soberanos regidos por monarcas que mandan sobre generales y ministros. El antiguo concepto ritual y aristocrático de la guerra cambia con esta nueva situación política. La guerra deja de ser un patrimonio de una clase social y se universaliza. Hay una inversión de los valores guerreros, los combates dejan de ser un asunto de honor, un ritual sacrificial y religioso, y se convierten en un mecanismo de expansión territorial.
Los nuevos y multitudinarios ejércitos compuestos mayoritariamente por campesinos reclutados necesitan especialistas en
el arte de la guerra (logística, intendencia, topografía, técnicas de combate...) que puedan conducir a los ejércitos a la victoria. En este contexto surgen una serie de "manuales" bélicos atribuidos a generales y estrategas militares: el "
Sim Fa", el "
Tai Gong Liu Tao", el "
Wei Liaozi", el "
Wuzi" y, como no, el "
Sunzi Bigfa", conocido en occidente como "
El arte de la guerra" de
Sun Tzu, maestro estratega contemporáneo de
Confucio.
Pero este antiguo texto chino, concebido como un tratado militar, supera los límites y usos bélicos para convertirse en un clásico de la reflexión filosófica acerca de los mecanismos de dominación del hombre por el hombre. Emparentado con la
metafísica taoista del "
Tao Te Ching" de
Lao Tse y la atención por los detalles significantes y la sincronía del "
I Ching" o
Libro de las mutaciones, este breve texto y sus enseñanzas han sido extrapolados a lo largo del tiempo a situaciones no militares, pero que en última instancia representan dinámicas de conflicto en las que hay una lucha para obtener victorias o situaciones ventajosas.
Es frecuente ver, pues, cómo este "manual" ha sido utilizado por políticos, empresarios, ejecutivos, managers, generalmente desvirtuando o malinterpretando su mensaje que, en última instancia es, según el prestigioso sinólogo Jean Levi, que "la guerra es un asunto sucio y todo hombre sensato debe hacer lo posible para evitarla". En realidad, más que un tratado de guerra, este texto representa una teoría acerca de la no-guerra, acerca del arte de vencer evitando la confrontación ya que, según el taoismo, el no-ser es siempre superior al ser.
A partir de la aparición de los
tratados militares que permiten aprender la
guerra como una disciplina intelectual (
Sun Tzu lo llama "
ciencia militar") el buen estratega debe conocerlos y extraer de ellos los conocimientos que luego aplicará en el campo de batalla. Algunos de ellos, extraidos de "
El arte de la guerra" de
Sun Tzu, podrían valer de ejemplo:
- Plasticidad y capacidad de adaptación a las circunstancias en perpetuo movimiento. ("Aquel capaz de obtener la victoria adaptándose a las variaciones y transformaciones del adversario es designado inexcrutable").
- Capacidad de evaluación y cálculo de los factores objetivos de los rivales, así como capacidad de conocimiento propio. ("Quien conoce al enemigo y se conoce a sí mismo disputa cien combates sin peligro").
- Uso del engaño y el artificio, de la simulación y la disimulación como elementos estratégicos claves para obtener la victoria confundiendo al enemigo. ("¡Sutil, sutil hasta el punto de no tener forma! ¡Inexcrutable, inexcrutable hasta el punto de ser inaudible").
- Dominio de sí mismo y cultivo de la mente como condición previa a la ejecución de cualquier acción. ("Aprehende tu voluntad plena de energía y el mundo se rendirá a tus pies, concentra la intención de tu mente y todo el mundo te escuchará").
- El buen estratega sabe elegir el momento oportuno para atacar -que coincide con el Yang- o bien para defenderse -que coincide con el Ying. ("Se defiende cuando no es posible vencer, se ataca cuando la victoria es posible").
La
guerra, al final, usada como metáfora de cualquier enfrentamiento entre fuerzas encontradas, permite teorizar a la cultura china acerca de una virtud fundamental en cualquier ámbito de tensión: la inteligencia previsora. Previsión, prudencia, precaución y disuasión forman parte de una voluntad claramente antibelicista que vence "sin ensangrentar el filo de las espadas".