Malito es el jefe de la banda criminal. Es obsesivo, perfeccionista y siempre logra que los otros hagan lo que él quiere como si fuera idea de ellos. La suerte siempre le favorece, es como "si tuviera un dios aparte". Dorda, el Gaucho rubio, oye voces y su interés exclusivo son las drogas con las que acalla éstas. Vive en simbiosis con el Nene Brignone, "son dos pero actúan en unidad". El Nene es el cerebro y piensa por el Gaucho. Les une una extraña relación homosexual. Destilan maldad, pero para Dorda "la maldad no es algo que se haga con la voluntad, es una voz que viene y se te lleva". Son carne de cárcel y psiquiátrico. Ambas instituciones han hecho de ellos lo que son. El Cuervo Mereles es un elegante pistolero adicto a los tranquilizantes y un as al volante. Estos criminales, en connivencia con políticos y policías, atracan un furgón blindado, logran escapar pero al cabo de unas semanas son acorralados por la policía en un pequeño apartamento, desencadenándose allí un épico y sangriento asedio, "una versión argentina de una tragedia griega" en la que unos delincuentes convertidos casi en héroes deciden "enfrentar lo imposible y resistir, eligiendo la muerte como destino", en un acto nihilista tachado por la prensa de puro terrorismo acaban quemando la plata, prendiendo los billetes de mil robados y lanzándolos por la ventana como si fueran "mariposas de luz".
En la primera mitad del siglo XX el periodismo como arte era algo casi inexistente. Muy pocos se atrevían a hacer periodismo narrativo. Truman Capote se atrevió, quería escribir una novela periodística "que tuviera la credibilidad de los hechos, la inmediatez del cine, la hondura y libertad de la prosa y la precisión de la poesía". Se pasó seis años viajando por Kansas buscando información sobre un terrible asesinato que conmocionó a todo el país. El resultado de toda esta investigación fue "A sangre fría", una novela real que Norman Mailer definió como "un fracaso de la imaginación". Un escritor serio, según él, debía basarse en la imaginación y no en lo real. A partir de ese momento, a ese tipo de novelas documentales se las llamará Non-Fiction.
Una primera lectura inocente de "Plata quemada" puede hacernos pensar que estamos ante una novela periodística, una Non-Fiction. En el revelador epílogo, texto que en un primer momento Piglia quería usar como prólogo, el narrador afirma que cuenta una historia real, un caso menor de la crónica policial argentina acaecido en Buenos Aires y Montevideo entre el 27 de Septiembre y el 6 de Noviembre de 1965. El autor confiesa que ha reconstruido los hechos con materiales verdaderos y fuentes directas, siéndole de especial utilidad la crónica del enviado especial del diario argentino "El Mundo" al lugar de los hechos. Este cronista es E. Renzi, conocido alter-ego de Piglia y que es un personaje recurrente en toda su obra. Aparentemente el narrador trata de ser "absolutamente fiel a la verdad de los hechos", unos hechos criminales que 30 años después son narrados a partir de un copioso material documental. La duda es, ¿Piglia piensa como Capote que hay que distinguir entre lo verdadero y lo "realmente cierto"? ¿Se puede ficcionalizar la verdad para construir un discurso que no es falso ni verdadero? ¿La crónica policial de la realidad fundada en la pura narración de los hechos debe ser complementada con la ficción? A mitad de camino entre las lagunas de memoria y los errores documentales por una parte y la falsificación voluntaria de los hechos por otra, ¿existe un espacio para que la literatura pueda jugar con la verdad?
Para Piglia la especificidad de la ficción está en su relación con la verdad. Considera que la literatura es un espacio fracturado en el que pueden circular distintas voces con diferente valor de verdad. Basándose en esto el autor utilizará en "Plata quemada" el archivo como modelo de relato, dentro del cual diferentes tipos de discurso (crónica periodística, declaraciones policiales, diagnósticos psiquiátricos, informes judiciales, supuestas grabaciones secretas de las conversaciones entre los delincuentes...) conviven pivotando alrededor de un centro que es la historia a reconstruir. Todos estos materiales perfectamente armonizados producirán ese buscado efecto doble en el que se sumarían la credibilidad de los hechos y la libertad de la prosa.