En la literatura de
Fernández Díaz es difícil separar al analista político del escritor de ficción. Sus novelas desenmascaran esa otra realidad subyacente que los periodistas no pueden probar. Tal vez por eso las lecturas de sus
thrillers políticos nos dejen el sabor amargo de la indiscutible realidad.
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La herida" tiene dos hilos narrativos: la desaparición de una monja que trabaja en una villa y el asesinato de una joven de provincia que compromete a los hijos del gobernador. Ambos actúan como excusas que le permiten al escritor, en el primer caso, describir el temor que ejercen los narcotraficantes en las clases populares y, en el segundo, develar el protagonismo de las mafias en la construcción del poder político.
Remil, un excombatiente de Malvinas, se presenta como un agente de inteligencia que se mueve con soltura en las altas esferas, es hábil para escabullirse de la muerte, aunque no así del ridículo. Para los que hemos leído
Falcó, se nos hace casi imposible no asociarlo con este personaje de
Pérez Reverte. Ambos son recios, seductores, esquivos, cínicos, aunque ciertamente vulnerables en el amor.
En su entorno, existe un variopintos de personalidades femeninas que van de la escandalosa lesbiana a la incorruptible periodista. Todos tienen algo que ocultar, nadie es lo que parece; de ahí que la intriga siempre está latente.
Si bien
Fernández Díaz es un exquisito del lenguaje, la voz de su protagonista-narrador lo lleva a zambullirse en un lenguaje orillero parafraseando a
Borges. Una jerga tumbera cuyo reservorio se plasma en los distintos escenarios de la novela y cuya impronta identitaria obliga a una lectura más atenta por parte del lector no familiarizado con ella.
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La herida" es el segundo thriller político y policial que tiene a Remil como protagonista, pero no sólo el personaje comparte con "
El puñal", sino también ese mensaje crudamente pesimista de la realidad política de
Argentina. Espero que si completa una trilogía, su próxima novela no solo redima a su protagonista, sino también eche un poco de luz a esa Argentina entre brumas.