Filosofía para desencantados (Leonardo da Jandra)-Trabalibros
Filosofía para desencantados
Ficha técnica:
Editorial: Atalanta
ISBN: 978-84-942276-1-5
Número de páginas: 143
Género: Ensayo filosófico
Valoración:
Según Victoria Camps vivimos en una época "antifilosófica y cobarde", que por ignorancia desprecia el papel fundamental del filósofo como mediador y de la filosofía como herramienta para desarmar una sociedad que nos transforma en "idiotas dogmáticos que acaban convertidos en conciencias estabuladas". Nuestro sistema docente actual trata de arrinconar las humanidades, ya que su finalidad última es la de producir "máquinas utilitarias" aptas para generar renta a corto plazo y no ciudadanos con capacidad para pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones ciegas y comprender al otro en sus razones y sufrimientos. La construcción de una vida plena de significación -que para John Dewey debía ser el objetivo principal de la educación- deja de ser importante; las nuevas sociedades democráticas educan para el beneficio económico nacional potenciando determinadas capacidades afines a ese objetivo y desechando otras que podrían constituir un freno a la rentabilidad económica. El pensamiento crítico, la imaginación y la empatía, tradicionalmente estimulados por la filosofía, la literatura y el arte, dejan de ser "útiles" socialmente y son expulsados hacia los márgenes, o bien integrados para su desguace.

Somos seres parciales e imperfectos, de ahí que no podamos acceder a ninguna verdad absoluta, a lo más a una parcial e imperfecta como nosotros. Pero no poder poseer la verdad de forma absoluta no debe ser un obstáculo para intentar desplazar hacia delante nuestro horizonte de conocimiento, alimentando así las posibilidades de engrandecer nuestra vida. Los límites de la verdad deben ser empujados, tanto desde la filosofía analítica -más cercana a la ciencia- como desde la filosofía narrativa - más cercana a la metáfora y a lo simbólico-. Ambas perspectivas tienen que complementarse, so pena de caer en dogmas o fundamentalismos. Si no se concilian los opuestos con un tercero que tenga algo en común con cada uno de ellos, éstos se convierten en intolerantes máquinas de particularizar, cuya finalidad no es "conllevar" sino "superar".

Sin ese "tercero que concilia", que rompe el racionalismo dual, el conocimiento se vuelve arrogante y regresivo y arrastra con él una ética centrada exclusivamente en la autoconservación, la autoperpetuación y, sobre todo, la autogratificación. Se hipertrofia con ello el ego, es decir nuestra pura animalidad, pasando a ser el placer y el poder nuestros únicos objetivos y el conflicto nuestra única forma de proceder. Al carecer de fines altruistas y colectivos, nos convertimos en bestias astutas y deseantes dominadas por el imperativo de lo "digestivo-genital". Esto da lugar a una sociedad egocéntrica formada por individuos autogratificantes en busca de reconocimiento. Una sociedad así camina hacia su propia destrucción, a menos que se produzca una giro sociocéntrico presidido por un gran lema rector: "buscar el mayor beneficio para la mayor cantidad de gente el mayor tiempo posible". En una cultura sociocéntrica se lucha por hacer de la libertad, la justicia y la verdad "experiencias viables", diseñando para ello una "filosofía de la intersubjetividad" (Habermas) que potencie la humildad y la generosidad, virtudes ambas superadoras de la etapa egocéntrica.

Pero la conciencia sociocéntrica no es el objeto final del proceso civilizador. Hace falta además una evolución suprarracional, un movimiento de apertura de conciencia al que llamaríamos "cosmocentrismo". Esta visión de las cosas partiría del reconocimiento de los propios límites de la razón y se centraría en conceptos como concordancia, armonización y complementación, todos ellos pertenecientes al campo semántico de la espiritualidad, entendida como actividad unificadora de la realidad. En una sociedad cosmocéntrica ciencia, filosofía y religión se unirían armónicamente a fin de ampliar las posibilidades de comprensión humana. Sin los significados que aporta la filosofía, los hechos que presenta la ciencia y los valores que se derivan de la religión "jamás podrían complementarse".
Enviado por: Andrés Hombrebueno
Otros libros de este autor:

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Ambos autores insisten en la idea de la necesidad actual de un giro espiritual y contemplativo que transforme la dinámica social de la confrontación a través de los principios de complementación y concordancia.
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