Empecemos por el final, porque la parte «XII. A manera de posdata», merece la pena por si sola y es el cierre que pedía este librito: «… nadie puede enseñar a otro a crear; a lo más, a escribir y leer. El resto, se lo enseña uno a sí mismo tropezando, cayéndose y levantándose, sin cesar» (p. 136) y, aunque he elegido estas palabras, no son las mejores de estas dos últimas páginas en las que habla de la crítica y de la creación como quien no quiere hablar de estos temas, en pocas palabras. He dejado marcado todo el texto de esta parte en mi ejemplar porque sirve para vivir, sin más.
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Cartas a un joven novelista" es un estudio de «… recursos o técnicas principales que sirven a los novelistas para armar sus ficciones» (p. 133) según las propias palabras del autor. Doce cartas de
Vargas Llosa a cualquiera que quiera leerlas en las que va analizando los diferentes elementos y técnicas que sirven para construir una novela. Dice: «Un narrador es un ser hecho de palabras, no de carne y hueso como suelen ser los autores…» (p. 50), y con esa sencillez nos lleva por un camino lleno de recuerdos de obras y autores para explicarnos cómo no debe el autor confundir al narrador consigo mismo, porque nada tienen que ver el uno con el otro.
Nos pone en antecedente de que «… el tiempo novelesco es algo que se alarga, se demora, se inmoviliza o echa a correr de manera vertiginosa. La historia se mueve en el tiempo de la ficción […] dejando en blanco (aboliéndolos) grandes períodos cronológicos y retrocediendo luego a recuperar ese tiempo perdido…» (p. 73); y lo hace, creo, para que el autor no sienta vértigo al dejarse por el camino pequeños o grandes momentos, para que sienta que pueda dar a sus personajes o al narrador la libertad de moverse por sus vidas novelescas a su propio antojo. Porque, ¡caracoles! «La ficción no es la vida vivida, sino otra vida, fantaseada con los materiales que aquélla le suministra y sin la cual la vida verdadera sería más sórdida y pobre de lo que es» (p. 112).
Vargas Llosa con estas cartas nos llena la imaginación con tantos otros libros y se sirve de ellos para explicarnos que "
La señora Dalloway" es una guía perfecta para analizar la realidad a través de la protagonista: su visión de la comunicación, la privacidad y la independencia; la imagen de la anciana en la ventana; la abundancia de ideas, sentimientos, hechos, que conocemos en apenas veinticuatro horas junto a la señora Dalloway; la realidad de la vida a través de los ojos del pobre Septimus… O nos lleva a Comala con "
Pedro Páramo" para identificar lo que es una «muda o salto cualitativo». Y cita a
Cervantes, a
Faulkner, a
Greene, a
Stendhal… y decenas más para explicar qué y cómo es una novela. Cómo se construye. Cómo se organiza. Cómo se da vida ¿real? a la vida literaria.