"- ¿Cree que los androides tienen alma? -le interrumpió Rick.
- Phil Resch inclinó la cabeza a un lado y le miró con un asombro mayor aún."
("¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? -Philip K. Dick).
Vivir es acumular
peso en el
corazón. Incluso una vida razonablemente feliz acaba oprimiendo el pecho. El miedo a la incierta hora de una muerte cierta, la difícil tarea de mantener la independencia necesitando a los otros, la resistencia de nuestro ser a encajar en una identidad estable, la fragilidad de una realidad de naturaleza fantasmal, la inquietante conciencia de que Dios juega a los dados con nuestro futuro pero también con nuestro pasado, son una pesada carga que lastra nuestro cavernoso músculo cardíaco. Como el
tigre de
Canetti, los seres humanos nos desgastamos en un constante ir y venir ante los barrotes de nuestra particular jaula para que no se nos escape "el único y brevísimo instante de la salvación". Una salvación que pasa por amar a alguien dentro de esa jaula en la que hemos aprendido a vivir mientras la muerte nos mira maternal y sedosa.
Bruna Husky es un androide de combate que, tras cumplir sus obligaciones militares y antes de que llegue a término su obsolescencia programada de diez años, se gana la vida como detective privado. Husky tiene una aguda consciencia de su muerte, lo cual hace que ansíe vivir intensamente, experimentando el amor, la belleza, la necesidad de narrar y crear y el deseo de cuidar a otro ser viviente. Como todo androide orgánico, lleva implantada una memoria artificial para que se estabilice y consolide su personalidad, pero en su caso esta memoria es mucho más amplia y compleja de lo habitual. Esto, sumado al hecho de que los androides no pueden olvidar, hace que Bruna busque constantemente su identidad, una identidad que en ella bascula extrañamente entre lo humano y lo tecnohumano.
Una compleja y peligrosa trama de corrupción energética que puede afectar al equilibrio ecológico del planeta centra emocionalmente a nuestra detective permitiéndole constatar a lo largo de su desarrollo que todo lo que hacemos lo hacemos contra la muerte, que los monstruos pueden ser hermosos, que perderse dentro de otro es un extraño pero necesario cobijo y que es prodigioso comprobar "lo poco que
pesa un
corazón feliz".
Más que una novela de ciencia ficción consideramos a "
El peso del corazón" una novela negra con ambientación futurista, en la que el componente negro de la misma se usaría como un observatorio social de la realidad (corrupción, marginalidad, pobreza, ecología, relaciones del individuo con el poder...) y el componente de ciencia ficción como una "herramienta metafórica" para poder hablar del hombre y del sentido de la vida. El mito del replicante creado por Philip K. Dick y explotado aquí por
Rosa Montero le servirá a la misma para explorar los límites de lo humano, exorcizar sus demonios personales y vehicular creativamente sus obsesiones: la muerte, la memoria y el olvido y la identidad o persistencia del ser.