"Pues ahí, en ese detenerse, en ese escuchar, en ese transparentarse la sensibilidad, ahí es donde van a parar todas nuestras pasiones y reflexiones, todas nuestras más queridas pasiones y nuestras más respetadas reflexiones. Ah, presencia lejana, tan lejana aunque seas el latido de nuestro pecho. Quién sabe, quién sabe. Y eso es, lector, mi religión, mi síntesis. Y quizás es también la tuya, que también has amado, has sentido, has reflexionado, y has penetrado en los intactos, en los delicados, en los silenciosos espacios interiores".
"A esta sociedad de impecable corrección, le faltarían contrapesos: la gente que disiente, la que reflexiona por sí misma, la que cuestiona lo que dice la mayoría y duda del pensamiento único, la gente que se brinca las normas porque, sin ese contrapeso, la vida pierde la tensión, se hace blanda, sosa, flácida; porque la cosa no es tan simple como obedecer y portarse bien, o hacer exclusivamente lo que nos dice la autoridad o nos dicta la corrección política; la civilización no está ahí, está en la tensión entre lo prohibido y lo permitido, entre lo correcto y lo incorrecto, en esa batalla que al final, en los países civilizados, se decanta a favor del bien común".
"La relación del arte con la vida es de capital importancia sobre todo en una época escéptica, ya que, a falta de una creencia en Dios, la mente recurre a sus propias creaciones y las examina, no sólo desde el punto de vista estético, sino por lo que revelan, por lo que convalidan o invalidan, por el apoyo que prestan".
"Yo no viajo por ir a alguna parte, sino por viajar. Viajo por el placer de hacerlo. Lo grande del asunto es moverse, experimentar más de cerca las necesidades y complicaciones de la vida; salirse de ese colchón de plumas de la civilización y encontrar bajo los pies el granito del globo, con cortantes esquirlas de silex. ¡Ay!, según avanzamos en la vida y más nos preocupan nuestros asuntos, hasta unas vacaciones son algo que requiere trabajo. Sostener una carga encima de una albarda contra un vendaval venido del helado norte no es un trabajo agobiante, sino una tarea que sirve para mantener la mente ocupada y en orden. Y cuando el presente es tan riguroso, ¿quién se pone a pensar en el futuro?"
"La lengua de las mariposas es una trompa enroscada como un muelle de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar, ¿a que sentís ya el dulce en la boca como si la yema fuese la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa".
Y entonces todos teníamos envidia de las mariposas. Qué maravilla. Ir por el mundo volando, con esos trajes de fiesta, y parar en flores como tabernas con barriles llenos de almíbar.
Yo quería mucho a aquel maestro. Al principio, mis padres no podían creerlo. Quiero decir que no podían entender cómo yo quería a mi maestro [...]
"Estoy acostado en mi cama, en mi quinto piso, y mi día que nadie interrumpe es como un reloj sin manillas. Así como una cosa mucho tiempo perdida se vuelve a encontrar una mañana en su sitio, cuidada y buena, casi más nueva que el día de la pérdida, como si hubiese estado confiada al cuidado de alguien, igualmente se encuentran dispersas sobre la colcha de mi cama cosas perdidas de mi infancia y que son como nuevas. Todos los miedos olvidados están aquí de nuevo".
"ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe".
"Cosas por las que sin duda merece la pena vivir: un cigarrillo, la tortilla de patatas, los perros, el café, Vilvaldi en la radio una noche de agosto a las tres de la mañana mientras llueve suavemente en la terraza, Bukowski, Schopenhauer, el chocolate con leche, un vaso de agua fresca, el canto del mirlo, bajar las persianas, desenchufar el teléfono y dormir".
"La vida es una composición musical que ejecutamos acaso sin conocer la música. No tenemos partitura. La partitura sólo se comprende después, cuando la música ya ha sido interpretada. Y es cierto que se dan deslizamientos del tiempo, en el sentido de que se pasa de un tiempo a otro, se va hacia atrás y el espacio y el tiempo a veces se anulan. Pero la verdad es que todavía no he entendido bien si somos nosotros quienes atravesamos el tiempo o si es el tiempo el que nos atraviesa".
"Todo era ya ciudad entonces: quince, veinte millones de fantasmas vinculados por puentes y edificios con los siguientes quince, veinte, formando parte de la retícula de un mundo en expansión dispuesto en avenidas, barrios, municipios, provincias y países; un racimo sin fruta, una malla voraz consigo misma, poseída por un hambre estructural que era, al mismo tiempo, alimento y cadena, con una perseverante voluntad de asimilarse y entender qué, quién, cómo, cuándo. Por qué".
"Sé muy bien que lo que narramos no nos corresponde solo a nosotros y que las historias van y vienen de forma caprichosa, a su antojo, por el espacio que otean quienes las escriben, los contadores de sucesos extraordinarios y ordinarios, para fijarlas en las páginas que leerán otras personas".
"Y esta vez le resultó luminosa. SER era no solamente un verbo en infinitivo sino una orden. Lo que él debía hacer era justamente SER. Se interrogó entonces sobre lo que debía ser y en todo caso descubrió que lo que nunca debía haber sido era lo que en ese momento estaba siendo: un pobre idiota rodeado de vacas y eucaliptos, que se pasaba días íntegros encerrado en una casa baldía combinando letras en un cuaderno. Algunos proyectos de SER le pasaron por la cabeza".
"Leer mal un texto es la cosa más fácil del mundo; la condición indispensable es no ser analfabeto. Una vez superada esa etapa, más cívica que intelectual, las posibilidades que se ofrecen para desmantelar, tergiversar o interpretar erróneamente una frase, una página, un ensayo o un libro son, no diré infinitas, pero sí numerosísimas".
"El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio".
"Amigo mío, mírame y dime si puedo esperar algo con esta protuberancia... No, no me hago ilusiones. A veces, al atardecer, me enternezco, entro en un jardín perfumado... con mi enorme nariz olfateo el abril... soy todo ojos: a la luz de un rayo de luna plateado, una dama, del brazo de un caballero, camina lentamente...; también a mí me gustaría llevar una del brazo. Me exalto, me olvido de todo... y de repente ¡contemplo la sombra de mi perfil en el muro del jardín!"
"No espero ni solicito crédito para el muy extraño y, sin embargo, muy vulgar relato que me dispongo a transcribir. Loco estaría, verdaderamente, si lo esperase, tratándose de un caso en el que mis sentidos rechazan el testimonio que ellos mismos aportan. Pero no estoy loco, y estoy seguro de que no sueño. Pero mañana moriré y hoy quisiera descargar el alma. El propósito que me guía es el de exponer al mundo, llana, sucintamente y sin comentarios, una serie de simples acontecimientos domésticos que, por sus consecuencias, me han aterrorizado, me han torturado, me han aniquilado".
"Hay en la infancia un momento definido y preciso en que experimentas una felicidad peculiar, una emoción que se hace tanto más intensa cuanto más ambivalente. Es el momento en que te sientes al mismo tiempo burlado y protegido, y en que esperas que todavía queden unas cuantas maravillas domésticas por desvelar. Menuda sorpresa me llevé al ver esta experiencia reproducida, esta vez literalmente, por uno de mis hijos. 'Ya lo sé, papá', me dijo, 'ya sé lo del Ratoncito Pérez; también sé de dónde vienen los niños y quiénes son los Reyes..., pero aún debe de quedar alguna mentira bonita, alguna sorpresa de esas, ¿verdad?"
"Necesitamos la aventura y el erotismo, porque necesitamos oírnos repetir que la vida es maravillosa y excitante; y está claro que sobre esto tenemos ciertas dudas [...] Por decir algo, observo que en nuestros días todo el mundo tiene forzosamente la impresión, en un momento u otro de su vida, de ser un fracasado. Ahí estamos de acuerdo".
"AMOR 77.
Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son".
"Cada ochenta o cien años le nace a la literatura y a las artes un hombre bueno. No es necesario ser una buena persona para escribir un libro meritorio o pintar un aceptable cuadro, por aquello de que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Pero cuando eso ocurre, cuando un hombre bueno y con talento se pone a hacer algo en unas cuartillas o en un lienzo o, como en este caso, sobre unas placas fotográficas, el resultado es casi un milagro. Los milagros son siempre lo evidente sin una explicación lógica [...]"
"[...] no leo para divertirme, ni para pasar el rato, ni para conciliar el sueño; yo, que vivo en un país donde la gente sabe leer y escribir desde quince generaciones atrás, bebo para que el texto me despierte, para que la lectura me produzca escalofríos, porque comparto la opinión de Hegel de que una persona noble no es necesariamente un aristócrata, ni un criminal un asesino. Si supiera escribir, haría un libro sobre la mayor suerte y la mayor desgracia de los hombres".
"Tu sueño, bien entrada la mañana, es el grillo del hogar que pone un cimiento leve y consistente a mi vida, María. Tú también tienes obligaciones profesionales como yo, María, pero quizá esto distingue al hombre de la mujer: que la mujer no está histérica de profesionalismo y encuentra siempre un paraíso de sueño o amor, entre urgencia y urgencia".
"Eres, poema, lugar donde la oscuridad descansa sobre mi rostro demasiado expuesto. Mi esplendor y mi sufrimiento se han deslizado entre los dos.
Arrojar al suelo la existencia feamente acumilada y volver a encontrar la mirada que la amó, en su hora inicial, lo bastante como para desplegar su fundamento. Cuanto me queda por vivir está contenido en este asalto, en este temblor".
[...] mucho antes de tomar la forma de las desigualdades matemáticas a las que debe su incomparable belleza, el principio consistió primero en su convicción de que nunca llegaremos al fondo de las cosas, no en virtud de una maldición o de la debilidad de nuestras facultades, sino por la razón definitiva y radical que, justo antes de despedirse de mí, la joven profesora, tendida hacia mí por encima de la mesa que me protege de su furor y de su indignación, me revela en ese instante: porque las cosas no tienen fondo".