El azar del azar

Carles Girós Mascaró
Clase de lengua, que pereza. Me senté sobre la silla de madera, saqué el libro de texto y sentí un cosquilleo en el corazón.

Elisa entró en clase manoseando un montoncillo de cartulinas coloridas y dijo en un tono jovial:
—Chicas y chicos, cerrad el libro de texto.
Puso un mazo sobre la mesa, cogió una mano con la mano, usó como señal un diamante negro —que relampagueó con la luz del sol— y sacó un par de tréboles. Esa pareció ser su última baza: El azar del azar.
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