Un grabado de Durero

Elías F. Gómez
Ladran los perros, sigue la montura
inquieta pero firme su camino,
y le lleva derecha a su destino,
donde acaso termine la aventura.
"Abandona", el diablo le musita;
sobre los hombros pesa la armadura
y le observa la muerte con impura
avidez de desbaratar la cita.
Ladran los perros; fingen espantosas
amenazas los árboles cercanos
mientras cae la noche inapelable;
el caballero avanza imperturbable,
porque lo mueven fuerzas poderosas:
quiere tocar el cielo con las manos.
Texto libre Trabalibros

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