Suelo pensar en algunos límites lógicos para algunos, ilógicos –o impensados- para otros. Hay límites de pensamientos; de actitud, de reacción, y hay casos en los cuales ya ni siquiera existe algún tipo de límite.
El límite en sí es una forma de freno propio ó inducido para no invadir un terreno diferente, el cual podemos no conocer.
La noche estaba despertando, con sus luces, sus sombras, y sus enigmas.
Era una salida casi rutinaria con un amigo que había conocido hace poco tiempo, con carácter ordinario, quizás demasiado.
Elección del sitio para cenar, el menú, y algún varietal de vino.
En su mirada se colaba un halo distinto, mezcla de sensualidad con algo de supuesto desenfreno.
Las manos se tapizaron de caricias, que poco a poco se fueron impregnando de fuerza, calor, hasta alcanzar niveles cercanos a la invasión unilateral-
- ¡Carlos, me estás haciendo mal!
- Discúlpame Sofía, no lo puedo evitar, es una forma de expresión
- Esta bien , pero no es necesario tanta fuerza
- Así te siento más a mi lado
No existía la confianza, ni el conocimiento indispensable para este tipo de actitud intempestiva-por llamarlo de alguna forma-, rozando la torpeza.
Esa torpeza luego iría mostrando otro matiz muy diferente.
- Carlos ya es muy tarde
- ¿Te llevo a tu casa?
- Sí, por favor.
Ella lo saluda cuando baja del auto, y antes de cerrar la puerta, él le pregunta si pueden tomar un café en su casa.
Ella accede.
Cuando está preparando el café, recuerda que se hija hoy estaba en su casa, por ese motivo hace hincapié en que el tono de voz no sea elevado.
Una vez terminado el café, él la abraza para darle un beso, y ella siente una sensación de rechazo; él insiste.
Se torna una situación incómoda.
Ella trata de hacerle entender que no tiene deseos reales y/ potenciales de tener contacto íntimo con este hombre.
Carlos ya es un problema real, tanto en espacio y tiempo...
Sus manos comienzan a explorar terrenos resbaladizos y complicados, que solamente logran incrementar la voz, y el enojo elocuente.
-¡Carlos, quiero que te vayas, ahora!
- Pero corazón yo te quiero demostrar…
- Yo no siento lo mismo
- Pero Sofía podríamos estar en otro lugar más tranquilos
- Te dije que no lo siento de igual manera.
Las manos de Sofía temblaban, algo de sudor en su frente, y su cabeza se estrujaba al solo pensar que su hija se despertase.
Opta por ir al baño, y así poder estar aislada por un momento de esta situación límite.
- ¡Carlos me estás haciendo mal en la espalda!
- Bueno, cálmate, déjate llevar
- Voy a reaccionar mal
- Ya reaccionaste mal, mujer
- No me conoces, no supongas
Ella ya tenía en su mano las llaves de la puerta, a las que él no tenía acceso.
- Sofía. No te asustes
- El que te vas a asustar sos vos
- ¿Por qué?
- Porque estoy a punto de estallar
Sutilmente de su bolsillo derecho del pantalón sacó un bisturí- que sabía utilizar-, y solo le mostró su borde metálico que se reflejaba con la luz de la cocina.
Los límites a veces se desconocen, y en algunas ocasiones puntuales se pueden llegar a traspasar en ese instante-------- mortal.