Megan Maxwell es una de las autoras de novela romántica más leída de nuestro país. Es autora, entre otros muchos libros, de la trilogía "Pídeme lo que quieras", con la que alcanzó un gran éxito en el mercado nacional e internacional. Lo mismo podría decirse de su saga "Las guerreras Maxwell".
Por otra parte, ha sido galardonada en varias ocasiones con premios como el Internacional Seseña de Novela Romántica (2010), el Premio Dama de Clubromantica.com (2010, 2011 y 2012) y el AURA (2013), galardón que otorga el Encuentro Yo Leo RA (Romántica Adulta).
Esta autora es una de las pioneras en el género llamado Chick-Lit, que se enmarca dentro de la novela romántica.
Bruno Montano de
Trabalibros tuvo la oportunidad de entrevistar a
Megan Maxwell acerca de "
Melocotón loco" (
aquí la entrevista) y vuelve a encontrarse con ella con ocasión de la publicación de su último libro titulado "
Sígueme la corriente" del sello editorial Esencia, una divertida y sexy comedia romántica que hará sonreír, suspirar y que enamorará a sus lectoras.
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Bruno Montano, Trabalibros (
B.M.):
Tony Ferrasa, el protagonista de tu novela, luce una llave con una inscripción: “Para siempre”. Muchas personas se plantean si el amor es para siempre. Alguien decía que el amor eterno existe pero dura dos años, ¿crees que existe el amor para toda la vida?
- Megan Maxwell (M.M.): Yo quiero creer que existe. Pero cuando yo escribo una novela como esta, estoy escribiendo el principio de la historia. Si yo escribiera esta novela tras haber pasado veinticinco años, seguramente ya no sería igual. Yo pienso que existe el amor... El amor eterno, quiero creer que sí existe, pero es complicado, porque los años van matando el amor. Parece una contradicción decir esto, pensar que el amor existe pero que por otra parte el tiempo termina con él, pero creo que es verdad; el día a día, cuando estás con una persona tanto tiempo, acaba matando ese gusanillo que sentías en un inicio. Por ejemplo, yo a mi marido lo quiero mucho, pero ya llevo con él treinta años y el querer es de un tipo diferente al querer del principio.
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B.M.: Lo que habría que hacer sería un esfuerzo eterno por mantener el amor.
- M.M.: Sí, porque la pasión del principio es lo que hace que no te importe nada y no le ves a tu pareja ningún defecto, pero luego, cuando la pasión empieza a bajar, es cuando esos defectos te empiezan a importar.
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B.M.: El título de tu novela hace referencia a una serie de momentos a lo largo de la historia en los que los protagonistas principales,
Tony y
Ruth, le piden al otro que le siga la corriente. Seguirle la corriente a alguien implica confianza y complicidad. ¿Crees que ambas son componentes fundamentales de toda relación amorosa?
- M.M.: Totalmente, sobre todo la confianza. Sin confianza no es que no haya amor, es que ni siquiera hay pareja. Tú no puedes estar con una persona con la que no tengas confianza, eso te crea una sensación de inseguridad total. Y pienso que una vez que el amor y la confianza existen, es cuando se da la complicidad. Porque cuando no hay confianza no hay complicidad. En "Sígueme la corriente" al principio los protagonistas no se conocen, pero luego, según va avanzando la novela, la complicidad y la confianza aparecen. Sobre todo en el caso de ella, que no confiaba en nadie y al final se da cuenta de que debe confiar en alguien si realmente quiere ser feliz. Y que aunque le haya salido una cosa mal, esto no quiere decir que le tenga que salir mal todo en la vida.
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B.M.: Anselmo, el padre del protagonista principal, en un momento dado le dice a su hijo que “sentirse especial para alguien es lo mejor del mundo”. ¿En el fondo es eso lo que todos ansiamos, ser especiales para otra persona?
- M.M.: Sí. Yo pienso que a todo el mundo nos gusta sentirnos especiales para una persona en algún momento de nuestra vida. Yo, por ejemplo, soy muy especial para mi madre porque soy hija única, no tiene más hijos. Pero es algo distinto, tú necesitas a esa persona que te mire de esa manera especial, que te toque y te abrace de esa manera especial. Por eso Anselmo le dice que, aunque se acueste con muchas chicas, tiene que haber una vez en la que encuentre a alguien especial. Y yo creo que eso es lo que buscamos todos, aunque haya gente que diga que no.
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B.M.: Sentirse especial y también tratar de hacer especial al otro, es un doble vínculo.
- M.M.: Sí, pero tú haces a alguien especial cuando, a su vez, te sientes especial. Si no, no lo haces.
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B.M.: La novela romántica siempre narra las vicisitudes de dos personas que se enamoran y, tras superar numerosos obstáculos, consiguen que el amor triunfe sobre la adversidad. Tus novelas se adaptan a este perfil, incluso has declarado a veces que nunca escribirás una novela que termine mal. ¿Crees que el final de una novela rosa debe ser siempre emocionalmente satisfactorio y optimista para el lector? ¿El mensaje podría ser que amar de forma intensa e incondicional tiene siempre su recompensa?
- M.M.: Sí, realmente el mensaje que da es este, lo que pasa es que en la vida real no es así. Como te decía antes, yo he escrito una novela que cuenta el principio de una historia; veinticinco años después no va a sonar de esa manera, la historia va a cambiar totalmente. Pero bueno, sí, el mensaje es el que tú dices.
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B.M.: El género romántico en literatura tiene una dilatada tradición. Ya en las antiguas Grecia y Roma se conocía este género. Alguno de los títulos más populares de la novela romántica ya han pasado a la historia de la literatura (“Orgullo y prejuicio” en 1813, de Jane Austen; “Cumbres borrascosas” en 1840 de Emily Brontë; “Jane Eyre” de Charlotte Brontë). A pesar de esta larga tradición y a pesar del enorme éxito y popularidad del género, no ha obtenido todavía de la crítica el reconocimiento adecuado.
- M.M.: Es una pena. Yo hablo con muchos libreros y me dicen que la novela romántica es lo que les salva el mes, porque las lectoras de novela romántica tienen muy claro lo que quieren y no vienen a por un libro, vienen a por una lista de libros. Y en el resto de géneros la gente no es así, van hojeando libros y si alguno les gusta se lo llevan y más adelante ya volverán a por otro. Ellos me dicen que no entienden cómo en las noticias nunca salen las novelas románticas, salen otro tipo de géneros pero justamente la novela romántica, que es lo que les salva, no sale. Y esto es así porque hay mucha falsedad al respecto. Es como si el amor, que es algo que mueve el mundo, no les interesase que saliera; o como si, por el hecho de leer novela romántica, no pudieses ser una persona culta.
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B.M.: Yo creo que muchísima gente se introduce en la literatura a través de este género. Recuerdo un caso que me encontré el año pasado, cuando una chica se acercó a mí en la librería con un ejemplar de "Melocotón loco". Me dijo que jamás había leído un libro y que una vez una amiga le había dejado un libro tuyo; a raíz de esto me confesó haber leído todos los libros de Megan Maxwell y todos los demás del mismo género que le habían resultado atractivos. Se trataba de una chica que no leía y ahora es una lectora apasionada del
género romántico, que después podrá pasar a otros géneros (o no hacerlo). Digamos que el género romántico llena el mundo de lectoras apasionadas y voraces, muy fieles al género, y que siguen a sus autoras allá donde vayan. Y un mes antes de que salga el libro que esperan ya están preguntando por él con ansiedad.
- M.M.: Sí, fíjate que ahora ya empiezan a preguntarme sobre el que va a salir el 2 de Junio...
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B.M.: Yo eso no lo he visto en ningún otro género. Puede que esté pasando algo parecido en este momento con el género juvenil entre las niñas de 13 ó 14 años, pero esa pasión sólo se da con las lectoras de novela romántica.
- M.M.: Pero, ¿te has dado cuenta de que las lectoras de novela romántica no tienen una edad determinada? Puedes encontrarte lectoras de literatura romántica de quince años hasta mujeres de ochenta. A mí a veces me preguntan de qué edad son las mujeres que leen mis libros y la verdad es que son de cualquier edad, no podría hablar de un rango de edad determinado.
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B.M.: Debe tener relación con que el amor se puede sentir a cualquier edad.
- M.M.: Claro, eso es.
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B.M.: Esto me ha hecho recordar que existe un género que se llama Matrona-lit. No sé si en España se hace pero creo que en Sudamérica sí, es una especie de
Chick-lit en la que las protagonistas son mujeres de cincuenta años en adelante.
- M.M.: Ah, ¿sí? Seguramente exista, ¿por qué no? Yo pienso que el amor, igual que surge a los quince, puede surgir a los sesenta.
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B.M.: Ahora te queda escribir una Matrona-lit protagonizada por una heroína de sesenta años.
- M.M.: Sí, y cuando le dijera a mi madre que iba a escribir una Matrona-lit me diría: "¿Que vas a escribir qué?" Porque, según ella, todas las cosas que escribo tienen unos nombres muy raros (Risas).
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B.M.: Eso es cuestión de los críticos y de los que hacen la historia de la literatura, que les gusta inventar nombres para todo. Incluso creo que también existe la Chick-lit en masculino, se llama algo así como Dick-lit.
- M.M.: Pues no te extrañe... (Risas)
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B.M.: Una vez más la protagonista de “
Sígueme la corriente”, Ruth, es una guerrera. Sigues en la línea de perfilar en tus novelas mujeres luchadoras, que no se rinden, que no se mecen en la autocompasión y que dignifican con su integridad todo lo que hacen. A pesar del tono jocoso en ocasiones y de comedia, subyace un mensaje ético: “Lucha sin descanso por lo que crees”.
- M.M.: Ruth es una guerrera, me gusta ese perfil de mujer. Exactamente, tú lo has dicho: en esta vida, si te quedas sentadita lamentándote, no vas a conseguir lo que quieres; lo vas a lograr si luchas, a pesar de que te vayan poniendo la zancadilla. En cierto modo eso es lo que trato de decir con las cosas que a Ruth le pasan en esta novela. Si ella se hubiera amoldado a su vida con Julio César habría sido siempre una desgraciada, pero decidió escapar de allí como fuera; y encima, después, se enteró que estaba embarazada de gemelos, pero aun así tiró hacia delante. Yo pienso que eso es lo que hay que hacer en esta vida, no hay que conformarse con lo que a uno le ha tocado vivir; si quieres algo, lucha y ve a por ello.
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B.M.: Cuando te entrevisté con ocasión de tu novela “Melocotón loco” me confesaste que la
diferencia entre una
comedia romántica y una
novela erótica estaba en el tratamiento más libre del sexo en la segunda. En ambas había una historia de amor pero en las eróticas, a la hora del sexo, los límites no existían. “Sígueme la corriente” es una novela romántica pero con mucho sexo, yo diría que más del habitual, he contado alrededor de doce escenas eróticas de alto voltaje.
- M.M.: "Sígueme la corriente" es un híbrido. Me he dado cuenta de que a mis guerreras les gusta que en las novelas que yo escribo haya sexo. Esta es un híbrido, no llega a ser una novela erótica pero tampoco es tan light como las otras. A mis lectoras les gusta que haya este tipo de escenas, no que estén presentes todo el tiempo como pasaría en una novela erótica, pero sí que existan cuando lo requiera el momento. Y la verdad es que, después de escribirla, me he dado cuenta de que me gustan más las escenas subidas de tono, más explícitas.
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B.M.: Esta mañana lo comentaba con una compañera, me decía que le regaló "Pídeme lo que quieras" a su madre, que tendrá casi setenta años. A su madre le pareció que había demasiado sexo. Después el libro se lo leyó ella, que tiene trenta y tres años, y me dice que a ella le gusta así, que prefiere que las escenas de sexo se cuenten de forma más explícita en lugar de hacerlo mediante metáforas.
- M.M.: Claro, a ella le das este libro escrito de esta forma y le gusta. Por eso te digo que yo tengo público de todos los rangos de edad, porque también intento escribir un poco de todo para satisfacer el gusto de todo tipo de mujeres.
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B.M.: Sé que la música es muy importante para ti, que es una de las fuentes de tu inspiración. Esta novela en especial tiene, digamos, una banda sonora completísima. Prácticamente en todos los capítulos hay referencias musicales de todos los estilos, incluso la transcripción de las letras de muchas canciones. Además, el personaje principal es músico y compositor de canciones. ¿Has querido hacer de alguna manera en esta novela un homenaje a la música que te apasiona?
- M.M.: Es que a mí la música me encanta. Anteriormente a este libro escribí "Adivina quién soy" y "Adivina quién soy esta noche" y aquí aparece un personaje de ese tipo y ella es cantante. En los capítulos de estos libros también tiene mucho protagonismo la música. De todas formas yo creo que la música, en general, está muy presente en todas mis novelas.
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B.M.: En “Melocotón loco” hablamos del mito erótico que supone para la mujer un hombre uniformado. En “
Sígueme la corriente” aparece otro estereotipo: “el amigo gay de toda mujer”. David y Manuel son los amigos gays de Ruth. ¿Qué le aporta un
amigo gay a la mujer, qué necesidad satisface que no cubren las amigas ni los amigos heterosexuales?
- M.M.: Yo también tengo un amigo gay, pero no de ahora, de toda la vida. Desde que teníamos ocho años es mi amigo y yo no podía sospechar que era gay, hasta que me hice más mayor. Y por supuesto es tan normal y corriente como cualquier otra persona, tiene su pareja, que además es de muy largo recorrido (llevarán como 32 años juntos, toda la vida). A él le hace mucha gracia que meta personajes gays. En cuanto a qué aportan los amigos gays, te diría que en general son mucho más claros que las amigas y que los otros amigos. Yo tengo amigos gays y amigas lesbianas y son muchísimo más claros a la hora de decirte algo y sabes que, cuando te lo dicen, son sinceros.
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B.M.: Quizás sea porque ni intentan seducirte como haría un hombre, ni intentan competir contigo como haría una mujer. En "
Sígueme la corriente" la pareja de gays tienen un papel fundamental, son la auténtica familia de Ruth.
- M.M.: Yo en esta novela lo que he querido dar a entender es que muchas veces no hace falta que la misma sangre corra por nuestras venas para ser una familia. Ruth es una chica con dos hijos, una hermana a la que cuida como si fuera una hija y que tiene unos amigos gays, que no tienen nada que ver con ella pero que la cuidan como si fuera una hermana más. Además, conoce a unos señores en un viaje y son los que le ayudan y hacen el papel de abuelo y abuela. Consiguió montar una familia dentro de algo que no existía.
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B.M.: Se trata de la familia elegida, como llaman los psicólogos. No es la familia de sangre, a la que tú te ves abocado, sino la familia que tú eliges.
- M.M.: Exactamente.
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B.M.: Cambiando de tema, en "
Sígueme la corriente" hay un personaje que me llama la atención, se trata del "malo malísimo" Julio César. La aparición de este personaje da lugar a persecuciones, disparos y otros momentos de acción más propios de un thriller. Tú no sueles incorporar personajes de este tipo en tus novelas, ¿verdad?
- M.M.: No, yo creo que es la primera vez que meto a un malo de este tipo. En esta novela necesitaba que fuera así de malo, él lo que quería era fastidiarle la vida otra vez a Ruth, sacarle todo el dinero que podía.
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B.M.: Esto no es típico de una
Chick-lit, donde los malos que aparecen son los " guaperas canallas", pero los malos violentos y agresivos que delinquen no suelen aparecer.
- M.M.: Claro, es que a mí siempre me gusta hacer cosas diferentes. Siempre procuro que en mis novelas la gente encuentre cosas diferentes a las que está acostumbrada, como el "canalla", que la gente se lo va a encontrar en este tipo de novelas y yo aquí he decidido meter un "malo malísimo".
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B.M.: Leyendo algunas escenas me ha dado la impresión de que tenían cierto toque de novela negra: la secuencia de la persecución, la investigación, las agresiones...
- M.M.: Yo tengo escrita una novela que es un thriller de asesinatos, que espero que algún día vea la luz. Hay gente a la que le puede sorprender, pero cuando escribo un género intento darle una orientación distinta según del que se trate.
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B.M.: Podría resultar interesante hacer un hibridaje entre estos dos géneros.
- M.M.: Claro, exactamente. A final de año quiero sacar una trilogía de brujas, voy a empezar publicando el primero. Llevo unos tres años escribiendo esta trilogía, pero siempre la dejo porque tengo otras cosas más urgentes que hacer. Y lo que pretendo con ella es hacer un hibridaje como tú decías, en este caso de diversión con fantasía. Cuando hablo de fantasía me refiero a lo siguiente: tú imagínate que yo fuera bruja, en el mundo en que vivo hoy en día, pero me sumerjo en otro mundo que, por otra parte, no deja de ser este. Es un lío, pero a mí me gusta hacer cosas de ese tipo, cosas originales. Me gusta mezclar; luego puede salir bien o puede salir mal, de momento me va saliendo todo bien.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Megan Maxwell el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a los responsables del espacio multidisciplinar "
La Chaise - retro & med" de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y a la editorial Esencia el haber hecho posible el encuentro con esta autora.