Trabalibros entrevista a Javier Puebla, autor de "Es extraña la amistad"

lunes, 27 de diciembre de 2021
"La impostura en la vida puede ser muy peligrosa, pero en el campo de la ficción no hay otro terreno para mi gusto más inspirador y fascinante".
El escritor, cineasta, periodista y profesor de cine y escritura creativa Javier Puebla asegura haber nacido para contar historias. Ha sido galardonado con diversos premios, tanto en prosa –Premio Nadal por "Sonríe, Delgado"; Premio Berenguer por "La inutilidad de un beso"– como en poesía: Premio Vicente Presa por "El gigante y el enano". Es también autor de la novela "El hombre que inventó Madrid" y en 2010 recibió el Premio Cultura Viva por el conjunto de su obra.

Es el primer escritor en la historia de la literatura en haber escrito un cuento al día durante un año: "El año del cazador; 365 relatos que encierran una novela dentro". En 2005 fundó
el taller 3Estaciones y la editorial Haz Milagros. También ejerció funciones diplomáticas en Dakar durante cuatro años, y allí escribió "Pequeñas Historias Africanas", "Belkís" y "Blanco y negra".

Bruno Montano ha tenido la oportunidad de entrevistarle sobre "Es extraña la amistad", su última obra, una novela muy original que trata como pocas los temas de la amistad y la impostura.

Es extraña la amistad (Javier Puebla)-Trabalibros- Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): La amistad es muy extraña, es una “flor rara” que crece incluso fuera de tiesto. A veces, como comenta uno de tus protagonistas, “se parece demasiado a una historia de amor”. Pero en todo caso, depende de un acto de voluntad. ¿Es la amistad una elección, un sí poderoso y libre frente al otro?

- Javier Puebla (J.P.): Puede serlo, pero hay muchos tipos de amistad, hay muchas flores raras completamente diferentes entre sí.  La amistad es algo en esencia salvaje y puro, no busca nada pero puede acabar encontrándolo todo. En el estado de derecho invasivo y cada vez menos respetuoso con la libertad del individuo nos encontramos con que no hay ninguna norma para regular la amistad. Nadie ni nada me puede decir a mí que debo hacer algo porque soy tu amigo, y viceversa. Creo que no hay nada más apasionante y auténtico en el mundo que la amistad, y por eso en la dedicatoria del libro escribo lo que escribo: PARA MAX, QUÉ ES MI HIJO PERO TAMBIÉN ES MI AMIGO.

- B.M.: Tu novela reflexiona sobre la necesidad de ser otro u otros, sobre la urgencia de escapar de uno mismo. La propia identidad, ese constructo artificioso de base psicológica endeble, ¿puede llegar a ser vivida como una prisión, como una limitación?

- J.P.: La identidad es una coraza y una prisión al mismo tiempo: nos protege de los demás y nos ayuda para que los otros tengan una imagen de nosotros con la que nos sentimos más o menos identificados y cómodos. Más o menos. Pero a largo plazo son los demás quiénes no te permiten modificar esa coraza, excepto en detalles mínimos. Me gusta cuando la gente, las mujeres tienen muchos más medios para hacerlo, se cambia el pelo o la forma de vestir o se maquilla de un modo nuevo; hacer algo así es comprar la posibilidad de un viaje interior, un pequeño viaje interior porque quienes nos conocen no permiten cambios excesivos.

- B.M.: Esa “incontrolable necesidad de escapar” de uno mismo que siente Alberto Delgado demuestra que la identidad no es un estado sino un proceso continuo de ajustes y nuevas adaptaciones. Pero ese proceso necesita de testigos externos, de espectadores, para completarse. Samuel López Sañudo -perfecto contrapunto irónico, escéptico y ligeramente nihilista de los ya conocidos Frederic Traum y Alberto Delgado (“Sonríe Delgado”)- ¿es el testigo perfecto de esta intrincada evolución psicológica de Alberto Delgado?

- J.P.: Sí lo es, y has puesto el dedo en la llaga: Samuel López Sañudo está inspirado en alguien real, en mi mejor amigo durante muchísimos años, el pintor Fernando Camarero Benito, que firmaba sus cuadros como Tizón, y yo he hecho -a lo largo de la vida encendida que compartimos juntos- infinidad de cosas, algunas al borde de lo increíble, para que él las viese, porque era mi testigo perfecto. De igual modo Samuel López Sañudo EL GORDO es el testigo perfecto de Alberto Delgado EL FLACO, y ambos forman un dúo de baile brillante y distinto.

- B.M.: Contar la historia de alguien que finge ser otro y que para ello se disfraza de sí mismo es rizar el rizo, jugar a la doble impostura. Implica un esfuerzo narrativo notable que pasa por entrecruzar diferentes voces y diferentes narradores en un intento por construir una trama inquietante, tensa y perturbadora. ¿Qué dificultades has encontrado en este proceso?

- J.P.: Me gusta decir que tengo la misma opinión que Luis Buñuel respecto al trabajo: a mí no me gusta el trabajo y no me interesa trabajar, sin embargo en este libro confieso que he dedicado todas las horas necesarias, todos los esfuerzos necesarios, para lograr dibujar un mundo del modo más real posible. Todo lo que cuento es real porque ha sucedido dentro de mí, y yo soy una persona a la que no le interesa demasiado la realidad porque tiene su propia realidad dentro. Técnicamente el lenguaje requería muchísima concentración, y estructuralmente la construcción de la novela fue un continúo desafío. Estoy sorprendido y contento del resultado conseguido.

- B.M.: Hacia el final de la trama, Delgado, Alias “el Flaco”, afirma que vivir quince años detrás de una máscara le ha permitido acumular una gran energía que él orienta hacia la consecución de sus enrevesados planes. ¿Descansar de uno mismo, del yo, da una extraña y poderosa energía vital?

- J.P.: Por supuesto, es como dormir mucho y muy bien. Cuando has dormido muy bien te levantas con una energía que parece infinita y te sientes capaz de hacer todo tipo de pequeños, e incluso medianos, milagros. El haber pasado tantos años protegido por la máscara de Delgado y tener la certeza de que puede seguir protegido bajo la misma le proporciona a Frederic Traum una reserva de energía tan grande que hasta llega a sentirla como ilimitada.

- B.M.: Navegar entre diferentes personalidades puede llevar a momentos de extrañamiento total en los que dejas de ser “alguien” porque has abandonado una personalidad y viajas hacia otra y en el camino te pierdes y sientes miedo. Es lo que le ocurre algunas veces al Flaco. ¿Muestras también en esta novela los peligros que puede tener la impostura como experiencia vital?

- J.P.: Es un juego que transcurre todo el tiempo en el borde del abismo, en los límites de la locura. Para mí la locura es el gran tema en el arte, hay que atreverse a acercarse a ella lo más posible. Y eso naturalmente conlleva todos los peligros que puedas y quieras imaginar. El personaje de Traum lo desarrollé en la vida real antes que en las novelas, y hacía creer a mis amigos y conocidos que era una persona como cualquiera de nosotros, un mercenario que llevaba el pelo al cero y que no tenía ningún tipo de escrúpulo, que era capaz de absoluta violencia, un tipo peligroso y completamente implacable. Hubo un instante, pero quizá no sea el sitio aquí de contarlo porque quedaría demasiado largo, que estuve a punto de perder las riendas y me creí capaz de convertirlo en alguien real de verdad. En suma, que la impostura en la vida sí que puede ser peligrosa, muy peligrosa. Pero en el campo de la ficción no hay otro terreno para mi gusto más inspirador y fascinante.

Trabalibros entrevista a Javier Puebla
- B.M.: Para salir de los límites del yo, según apunta uno de tus protagonistas, hay que pelearse con la realidad. Pero la “rugosa realidad” no lo pone fácil, porque en la práctica “nada es rápido, ni sencillo. Jamás perfecto”. ¿Los verdaderos obstáculos a los sueños son imprevisibles e infinitos?

- J.P.: Por supuesto, pero no solo a los sueños, también a la vida en general. Nunca se puede dar nada por hecho, y además sucede un juego extraño, o al menos a mí me sucede: en cuanto das algo por hecho, tiende a cambiar. Basta decir: yo nunca he tenido problema con los dientes para que la semana siguiente te empiece a doler una muela, debe ser alguna suerte de demonio burlón que llevamos dentro. Los obstáculos son siempre imprevisibles e infinitos, pero eso también es la gran maravilla, el gran desafío, hay que vivir con la guardia alta todo el tiempo, dando lo mejor de nosotros mismos. Quizás sea cansado, pero también es interesantísimo.

- B.M.: “El respetable dr. Delgado, sujetando las riendas de la oscura hendidura de su personalidad a la que llamaba mr. Traum”. Esta frase me lleva a pensar en Stevenson. ¿Es “El Doctor Jeckyll y mr. Hyde” el libro tutelar de esta novela?

- J.P.: Cuando publiqué "Sonríe Delgado" un crítico en el Babelia, el suplemento literario de El País, dijo que la obra formaba una suerte de trilogía natural con "El talento de Mister Ripley" de Patricia highsmith y "El Doctor Jekyll y Mister Hyde" de Robert Louis Stevenson. Dado que ES EXTRAÑA LA AMISTAD es un paso más allá en ese mismo mundo es innegable que se nutre de diversos modos de las obras anteriormente mencionadas, y en particular la importancia de la obra de Stevenson en el imaginario colectivo es un recurso en el que se apoya la novela de modo natural y continuo.

- B.M.: Según el Flaco, a partir de los veinticinco o treinta años nuestras pilas empiezan a fallar y todo se convierte en una farsa, en una gran mentira, en un bluff poblado de sombras que una vez soñaron con “follarse al mundo” henchidas de inmortalidad y ahora sobreviven a base de soluciones químicas. ¿Estarías de acuerdo con tu protagonista?

- J.P.: No, he aprendido con la edad que mejor que la simple fuerza de la juventud es la experiencia. Recuerdo un chiste que cuenta Dennis Hooper en la película COLORS, me suena que hasta la dirigió el mismo, que rezaba cómo sigue: Un toro joven y un toro viejo ven desde lo alto de una montaña un valle lleno de vacas maravillosas. El toro joven, con los ojos encendidos, mira su compañero y le pregunta: ¿Bajamos corriendo y nos follamos a una? Y el toro viejo le responde: No, mejor bajamos despacio y nos las follamos a todas. Esa es mi opinión ahora, que mejor bajemos despacio y sin cansarnos y nos las "follemos" a todas.

- B.M.: Según el Gordo, después de los cuarenta quien pretende escapar de la realidad subiéndose a los libros de ficción es porque es imbécil. También afirma que la novela del tercer milenio es tan sólo un pretexto para que un capullo pueda demostrar a otros capullos como él lo bien que domina el fraseado, la sintaxis o la gramática. ¿Qué opinas tú al respecto?

- J.P.: Para mí subirme a los libros para escaparme de la realidad es algo que siempre he hecho, y sigo haciendo, aunque con menor frecuencia. En eso no estoy de acuerdo en absoluto con Sañudo.
Sí lo estoy en el otro punto, pienso que puede haber excepciones, pero en muchos casos, incluso en la mayoría, es así. El mundo de la literatura está sobresaturado de zoólogos, pero animales auténticos y todavía salvajes, y tampoco me quejo, en verdad creo que somos poquísimos.


Desde Trabalibros agradecemos a Javier Puebla el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la editorial Algaida el haber hecho posible este encuentro.
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