La escritora donostiarra
Dolores Redondo es autora de la Trilogía del Baztán (compuesta por las novelas "
El guardián invisible", "
Legado en los huesos" y "
Ofrenda a la tormenta"), uno de los mayores fenómenos editoriales de los últimos tiempos, que ha ayudado a convertirle en una de las escritoras en lengua españolas más leídas de la actualidad y cuya adaptación cinematográfica es ya una realidad.
Bruno Montano de
Trabalibros tuvo el placer de entrevistarle sobre "
Todo esto te daré", obra ganadora del Premio Planeta 2016 (
aquí la entrevista) y ahora lo hace sobre su última obra, "
La cara norte del corazón", una novela negra trepidante que profundiza en hechos del pasado de Amaia Salazar, la Inspectora de la Policía Foral de Navarra que protagoniza la "Trilogía del Baztán" (editorial Planeta).
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Bruno Montano (B.M.): En "La cara norte del corazón" buceas en la infancia de Amaia Salazar y desvelas algunos de los secretos de su niñez y juventud que son claves para entender la personalidad de esta investigadora. Es una especie de precuela de la "Trilogía del Baztán".
- Dolores Redondo (D.R.): Sí, pero no es imprescindible haber leído la "Trilogía del Batzán" para leer esta novela, porque precisamente los hechos que se narran aquí ocurren antes que los de la Trilogía. En mis libros, Amaia tiene 12 años de niña y 25 cuando es adulta. "La cara norte del corazón" ocurre en el verano de 2005, cuando el huracán Katrina asoló Nueva Orleans.
- B.M.: Cuando lees una novela que te gusta estás deseando con gran interés leer una continuación de la misma. ¿Con una precuela ocurre lo mismo? Es decir, ¿después de haber leído una trilogía estás deseeando leer su precuela?
- D.R.: "La cara norte del corazón" está pensada para que ocurra esto, esta ha sido mi intención al escribirla. El motivo de ubicarla en este momento se debe a tratar de pagar la deuda que contraje de contar la historia de Nueva Orleans, y la historia del huracán Katrina ocurrió cuando ocurrió, en Agosto de 2005. Cuando construí la Trilogía estaba contando una historia inspirada en un crimen de una pequeña que murió asesinada a manos de sus padres, que formaban parte de una secta que estuvo durante los años 80 en la localidad de Lesaca, en el Valle del Baztán. Este hecho sirve de inicio para toda la Trilogía, que está inspirada en este crimen, pero la historia del Katrina quería contarla desde mucho antes, así que durante toda la Trilogía están sugeridos los personajes que aparecen en "La cara norte del corazón" -no están explorados pero sí están presentados-, la ciudad de Nueva Orleans aparece varias veces, se establecen paralelismos entre criaturas de la mitología vasca y navarra y el vudú... Yo dejé ese pañuelo lanzado, esperando a que llegase el día y el momento de contar esta historia.
En la Trilogía cuento que hubo una razón que sacó a Amaia del Baztán, no solamente de su casa, sino del valle, de Navarra, y la llevó a estudiar a Estados Unidos durante toda su juventud, que luego se hizo policía y que se formó en parte en el FBI; pero eso quedaba dicho, aunque no explorado. Presenté a Dupree en la Trilogía, que es el mentor y consejero de Amaia, pero faltaba contar cómo se conocen y cómo se forja la personalidad de la protagonista, cómo pasa de ser una niña que es una absoluta víctima sin ni siquiera saberlo a convertirse en una mujer como es Amaia Salazar.
- B.M.: Tus personajes femeninos son siempre fuertes e independientes, reflejo de las sociedades matriarcales del norte. Amaia es un ejemplo claro de este fenómeno social.
- D.R.: Amaia es una mujer como otras muchas, que son inspectoras de policía. En la Trilogía queda muy marcado el concepto matriarcal, que justamente es en el que yo nací y me crié, porque todos los hombres de mi familia son marinos y todas las mujeres han tenido que sacar todo adelante mientras ellos no estaban en casa. Todas ellas han vivido en ese sistema matriarcal que no significaba un hito de independencia por parte de ellas, era la vida que les tocaba vivir. Pero cuando esa vida se va repitiendo una generación tras otra eso refuerza ese tipo de sociedad y hace que en ella las mujeres puedan llegar a ser muy fuertes, muy seguras, muy independientes, muy capaces y que además, también por tradición, los hombres de esas zonas acepten que eso sea así y que las mujeres de las zonas marinas de la zona del Cantábrico, de las zonas donde los hombres tradicionalmente fueron a hacer las Américas -y estoy hablando de hace sólo 100 y 200 años- hayan sido pueblos donde las mujeres dirigían sus granjas, vendían el ganado, vendían la cosecha, contrataban peonadas y tomaban decisiones sobre la vida de sus hijos sin un hombre. Y el hombre, cuando venía, tampoco reclamaba, bastante era que venía de un esfuerzo durísimo. No se trata de que estas mujeres quisieran posicionarse, fue algo que les fue dado, y que no fue ningún regalo para ellas, era un esfuerzo tremendo, sin ninguna ayuda, y por eso se reforzaban tanto las relaciones entre ellas, sobre todo entre las mujeres del mismo clan, de la misma familia.
- B.M.: Comentabas que querías contar la tragedia de
Nueva Orleans, pero en el fondo también observo un deseo de denuncia hacia el gran abandono institucional que sufrieron los ciudadanos de Nueva Orleans.
- D.R.: Por supuesto. Es que no es tanto la tragedia en sí como el trasfondo que tenía. En primer lugar el hecho de que, en los días posteriores al paso del huracán, la población quedó completamente abandonada. Estamos hablando de Estados Unidos, de un país del primer mundo, que tiene capacidad cuando quiere, ya lo ha demostrado muchas veces, de mover un ejército al otro lado de la tierra, y sin embargo dejaron que esa gente se muriera ahí, en una ciudad inundada en el 80% sin comunicaciones, sin agua... Y hubo tantas víctimas en los días posteriores al huracán como en los días del propio huracán.
Siempre hay una población de segunda clase en todas las sociedades y en Estados Unidos fue una cuestión absolutamente racista y clasista, porque la gente que se había quedado en Nueva Orleans eran pobres y en su mayoría negros, y los blancos que se habían quedado eran ancianos que no podían ni salir de su casa por sus propios medios y les dio absolutamente igual. Y si terminaron por rescatar Nueva Orleans fue porque el mundo estaba mirando, porque fue uno de los huracanes más mediáticos, ya había móviles, la gente grababa por las calles, y desde Europa ya empezaban a decir, ¿qué pasa, no vais a rescatar a la gente de Nueva Orleans? Cuatro días después empezó a llegar la ayuda con cuentagotas. Y cuando les mandaron ayuda les mandaron al ejército, a los marines, que lo que hicieron fue subirlos a los autobuses a punta de fusil, obligándoles a sus muertos y lo poco que la gente se lleva en las situaciones de tragedia (las fotos de boda, los trajes de carnaval que para ellos son super importantes en su cultura, los trajes de novia, las fotos de sus nietos y de sus hijos...) Hasta eso les obligaron a dejarlo.
- B.M.: Amaia demuestra ya desde joven ser una mujer inteligente, decidida, valiente... Pero, como reconoce uno de los personajes de este libro, también es un poco irreverente, excesiva y a veces un tanto impertinente, quizá debido a su juventud.
- D.R.: Amaia es impetuosa, es fuerte, es segura, es capaz, pero también es insolente y torpe dentro de los despachos, no sabe buscarse las amistades convenientes ni moverse a nivel burocrático todavía. Pero eso creo que es reflejo de su propia juventud. La Amaia de 25 años se parece mucho a la Dolores Redondo de 25 años. La Dolores Redondo de 25 años también tenía muchas cosas muy claras, sabía muy bien lo que quería, iba con mucha fuerza y mucha ímpetu y a veces iba como un caballo loco. Mi idea es escribir más novelas con ella como protagonista. "La cara norte del corazón" cuenta una parte de los muchos senderos que abrí en la "Trilogía de Baztán", pero hay muchas más historias. Hay muchos autores de novela negra que escriben en torno a un personaje central en el que se apoyan para seguir nadando. Pero la novela que estoy escribiendo ahora no es de Baztán ni de Amaia, es otra novela distinta, diferente, porque siempre me reservaré espacios para contar otras cosas que me apetecen también, como el caso de la novela con la que gané el Planeta "Todo esto te daré". Eso forma parte de mi desarrollo como escritora y de mis necesidades de hablar desde otras voces narrativas.
- B.M.: ¿Pero seguirás explorando "
el lado norte del corazón"? En una nota muy interesante que hay al principio de tu libro confiesas que tu universo literario está presidido por la idea, no del norte geográfico, sino del norte como zona fría del alma, como zona fría del corazón, como el lugar más desolado del mundo de los sentimientos.
- D.R.: Sí, tal cual. Esta tarde alguien me preguntó, ¿podría ser Valencia uno de tus territorios? Sí, absolutamente, podría ser Valencia como podría ser Marruecos. Porque no se trata del mismo lugar geográfico siempre. En esta última novela he puesto el foco en Nueva Orleans, con 40º de temperatura, las aguas fecales que han salido de las alcantarillas, el olor espantoso, los cadáveres flotando y los caimanes... no se parece en nada al Norte. Sin embargo, ahí hay un norte absoluto, una oscuridad absoluta, una tormenta dentro de cada uno de los personajes que les obliga a mirar justo hacia ese área de su corazón. Tienen que hacer un trabajo introspectivo de buscar ahí, para ser capaces de gestionar lo que está pasando.
- B.M.: La "Trilogía del Baztán" ha sido llevada al cine. ¿Piensas que puede suceder lo mismo con "La cara norte del corazón"?
- D.R.: Hubo un periodista que me comentó que esta última obra era complicado llevarla al cine, porque costaría tantos millones de euros que no seria viable. Y yo le contesté que lo último en lo que puedo estar pensando mientras escribo una novela es en cuánto costaría la adaptación cinematográfica. Si no la pueden hacer, pues que no la hagan. No puedo poner una borrasca en lugar de un huracán para que resulte más barato, o ubicarla en la bahía de Jávea en lugar de Nueva Orleans para que sea más económico. Esta es la historia que tenía que contar, y cuando estoy contando una historia me debo a la historia y a lo que quiero contar.
- B.M.: ¿Qué ha supuesto un cambio más importante en tu vida personal y profesional, el éxito de la "
Trilogía del Baztán" o la obtención del Premio Planeta?
- D.R.: Ganar el Premio Planeta no ha cambiado nada. Me trajo muchísimas alegrías, porque deseaba este premio desde que era una niña y tuve claro que quería ser escritora. Quería este premio porque, aunque no es el más importante de la literatura en español, sí que es el premio más popular y el que tiene más visibilidad. El Cervantes y los Nacionales de Literatura son mucho más importantes, pero lo cierto es que el grueso de la población se entera mucho más de quién gana el Planeta. El premio fue una gran alegría por todo lo que significó; no me supuso más trabajo porque yo ya había hecho una gran gira bestial con la "Trilogía de Baztán" más internacional que la del Premio Planeta, que se publica originalmente en español, en España y en Latinoamérica. La gira que se hace es de unos 15 días por España y luego una por Latinoamérica. Pero ahora, con "La cara norte del corazón" por ejemplo, llevo ya mes y medio de gira, sin entrar en mi casa. Con la trilogía ya había hecho una gira enorme yendo además a otros países que no cubre el Premio Planeta (Australia, Noruega, Estados Unidos, Alemania...) Luego tuve la suerte de que se vendieron los derechos de la novela del Premio Planeta a estos países, pero de entrada no se incluían en la gira.
El premio me trajo conocer a Marcos Chicot, el finalista, que es un escritor maravilloso del que puedo decir que es un buen amigo; eso fue extraordinario. Pero lo mejor que tiene el premio es que, al ser un premio tan popular, para mucha gente supone una garantía, una especie de sello de calidad, que hace que la gente se acerque al premio sin cuestionarse quién es el autor ni qué género escribe. Y esto me trajo muchos lectores nuevos, que quizá no se habrían acercado a mi escritura si pensaran que sólo escribo novela negra criminal, que es verdad que tiene muchos adeptos, pero también es cierto que mucha gente no quiere encontrarse la sordidez de un crimen ni de las cosas oscuras que contamos en las novelas policiales. Y además resultó ser el premio más vendido de los últimos 10 años. Esta ha sido la felicidad del premio. El premio no es sólo esa noche, que es muy bonita y que no la cambio por nada y que no olvidaré nunca. Cuando van pasando los meses y ves que el libro se sigue vendiendo es algo muy bonito.
- B.M.: A mí lo que más me gusta de ti es que eres una escritora de atmósferas. Me encanta las atmósferas que creas y eso es técnicamente muy difícil. A esto contribuye poderosamente el uso que haces de los elementos mágicos de la mitología vasca y de la tradición de los pueblos del norte. El caso de "
La cara norte del corazón" contribuye a ensombrecer la trama el vudú. En un momento en que la novela negra inunda las estanterías, creo que tu obra destaca entre ellas por las atmósferas. Y en el caso de tu última novela, el apocalipsis en que se transforma Nueva Orleans y la extraña presencia de la magia negra exprimen al máximo a tus protagonistas.
- D.R.: Creo que la ventaja de este escenario, que es muy cruel y muy crudo, es que es verdadero. Y a nivel literario nos da también un escenario completamente distinto al habitual, porque nos permite abstraernos de los tempos habituales de la novela negra. El lector y el espectador de novela negra criminal tiene muy arraigados ya los conceptos de las investigaciones: saben lo que pasa cuando llegas a un levantamiento de cadáveres, lo que viene después, cuánto tiempo puede pasar alguien detenido, cuanto tiempo se tarda en analizar el ADN o en mandar una prueba. Y está esperando a que eso pase. Eso marca unos tempos dentro de la novela policial que no te puedes saltar. Aquí nos los saltamos todos porque nos obliga el escenario; no hay comunicaciones, no hay jueces, no hay forenses, ni siquiera hay pruebas, hay indicios. Nada llega a ser probatorio porque no lo pueden procesar. No lo pueden analizar, no hay un laboratorio de apoyo, no hay nadie que pueda decir nada concluyente. Todo esto nos lleva a una novela de supervivencia, pero también a una novela de principios de siglo, casi de Doyle o de Poe. Yo, en las presentaciones del libro, siempre le pregunto a los lectores: ¿Os imagináis que en "Los crímenes de la calle Morgue" llegara un forense, cogiese un pelo y lo analizase inmediatamente? Automáticamente se acabaría la novela.
- B.M.: Ese es el contexto ideal para una persona con una mente como la de Amaia. En el libro hay un capítulo muy interesante sobre las corazonadas de Amaia, esa habilidad que tiene para analizar intuitivamente lo que uno de los protagonistas llama "variables latentes". Amaia es un ejemplo de ese tipo de cerebros que pueden saltarse determinados pasos lógicos y acelerar las conclusiones. Lo llamamos corazonada o intuición, pero en el fondo es una secuencia lógica oculta.
- D.R.: Claro. A las corazonadas las tenemos bastante amortiguadas, bastante ocultas y adormiladas, a causa de vivir en una sociedad de confort en la que no nos están atacando los animales por la calle y no tenemos que salir a cazar. Estos instintos de supervivencia primarios que nos marcan que hay una alerta en el aire están atolondrados.
- B.M.: Te recomiendo un libro para que profundices en el tema. Se llama "
Pensar rápido, pensar despacio", de un psicólogo que curiosamente obtuvo el Premio Nobel de Economía llamado
Daniel Kahneman. Habla del pensamiento lento como pensamiento deductivo, que va avanzando por pasos lógicos, y del pensamiento rápido como la intuición, que se salta esos pasos previos para llegar antes a la conclusión. Yo creo que esta última es la forma de pensar de Amaia.
- D.R.: Qué interesante, tomo nota del libro. Así es, en una situación de emergencia es importante que sepas reaccionar así.
Desde Trabalibros agradecemos a
Dolores Redondo el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a los responsables del Hotel Meliá Plaza de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y a la editorial
Destino el haber hecho posible este encuentro literario.