Las maldiciones

Detrás de "Las maldiciones" existe un trabajo meticuloso de recopilación de datos e información que le sirven a la autora para construir el relato. Una recopilación que pretende dar veracidad a la ficción, al mismo tiempo que recrea en clave literaria una historia verídica (las maldiciones que cayeron sobre la ciudad de La Plata, capital de Buenos Aires) con escenarios reales y personajes ficticios. 

La trama tiene un corpus narrativo que se desgrana a través de tres puntos de vista diferentes:
dos, en primera persona y uno, en tercera. Este último, es un narrador que cuenta los hechos según van sucediendo en tiempo presente produciendo, así, mayor tensión y seducción al relato. Las voces en primera persona están a cargo de Román, el protagonista, que relata cómo el destino lo lleva a conectarse con Fernando Rovira, candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires, y a convertirse rápidamente en su secretario privado, y la otra voz es la de la China, reportera que investiga sobre los mitos y maldiciones que pesan sobre La Plata y sus gobernadores, una especie de alter ego de la escritora. 
 
Con diálogos fluidos y naturales, los personajes parecen reales. El tío Alfredo, es un claro referente de la política de antaño, donde las convicciones, la lealtad y la palabra dada tenían su peso específico. Un hombre bonachón, solidario, que genera, al igual que la China, una empatía inmediata con el lector. La periodista, que se describe a sí misma con pocos atractivos, es quien arriesga todo por proteger a Román, “el chico lindo” que le robó el corazón.
 
El personaje de Román Sabaté parece construido sobre una paradoja, él es un hombre simple, sin grandes pretensiones que no tiene vocación de político y ningún interés de ser padre (razón por la cual ha roto su noviazgo). Sin embargo el destino le juega una mala pasada, y los términos  política y paternidad cruzan, en su vida, los límites de lo puramente conceptual.

Las dudas que le generan su rápido ascenso y la vida holgada que lleva, se disipan frente a una petición de Rovira a la que no puede negarse. Es su propia maldición la que se corporiza y lo persigue, pero… ¿podrá alcanzarlo?

Una historia de ficción con soportes reales, donde la literatura se compenetra con la política en una trama compacta, sin cabos sueltos ni clichés.  Claudia Piñeiro es una de mis escritoras contemporáneas favoritas, te propongo que leas su obra y me des tu opinión.