"Escribiré sobre todo lo que no hemos hecho porque el no es el protagonista de esta historia en la que ya estábamos muertos antes de empezar". (Diario de Eli)
"Algunas historias se cierran como un círculo", otras sin embargo desde su nacimiento se alejan de cualquier geometría, sobre todo aquellas que más se parecen a la vida. Estas historias son reconocibles porque emiten ciertas señales extrañas. Su perfil no puede trazarse de manera lineal, avanzan regresando y emergen profundizando.
Todos tenemos un dolor. El de
Eli es Miguel, entre ambos sólo es posible "una intimidad tullida", ella lo sabe y se desespera y cuando estamos desesperados "lo que hacemos para sobrevivir permanece en secreto". Eli escribe, viene del desamor y busca a una persona que tenga las claves de su vida.
Lucía, que jugaba años atrás con Eli a "tocar la verdad", regresa a la vida de ésta con la intención de desvelar la extraña relación amorosa de su amiga con
Miguel Echarte, un hombre roto por un dolor.
Después de una larga noche en la que ambas amigas recorren
Madrid recordando sus días de vino y rosas, "cuando no tenían nada y por todas partes estaba el mar", Lucía no consigue la verdad de Eli. Quizá la clave de ésta está en un pequeño libro anónimo que Eli lleva en el bolso, quizá
la clave está en Turgueniev.
Vivimos en la servidumbre o el éxodo, a la espera de la salvación y cuando comprendemos que el conocimiento no nos liberará buscamos la redención a través del otro, buscamos el amor. Hemos asumido, como decía
Walt Whitman, que "aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral". Pero el amor es esquivo, cuando creemos tenerlo evoluciona rápidamente hacia sus formas más dolorosas y dramáticas o involuciona hacia sus manifestaciones más insatisfactorias: el "aguachirle conyugal" (
Luis Cernuda dixit) o el consumo erótico compulsivo. Pero a pesar de todo y teniendo en cuenta que "es posible que haya tantos idiomas como hombres, tantas gramáticas como centímetros de piel" queremos comunicarnos, necesitamos comunicarnos.
Las historias se acaban, pero sólo en la ficción. "La ficción es perfecta, la vida no". Las historias tienden hacia el orden pero la vida hacia la entropía, hacia la dislocación, hacia bucles complejos que se disparan en mil direcciones.