El Marqués del Vino

Cuando en 1850, D. Camilo (Marqués de Pedral), decide volver a España, acompañado de Jean Pineau, después de casi veinte años exiliado en Francia, no se imagina la tormenta que va a desencadenar.

Con una idea clara, descubrir a los culpables del oprobio a su familia, y un proyecto decidido, elaborar vino de calidad al estilo Burdeos, se instala con su madre en Vitoria, de donde son originarios, e inicia la persecución de los dos objetivos que se había propuesto.

A partir de este momento se desatan todos los conflictos imaginables: con los enemigos de su padre, que ahora pasan a serlo de él, con los nobles norteños, quienes catalogan de infamia que alguien de su clase se manche con el estigma del trabajo, y con los vinateros que aferrados a la tradición no querrán introducir cambios.

Pero D. Camilo está decidido a seguir adelante y, en unión de Jean Pineau, bodeguero excepcional, a quien las circunstancias familiares empujan fuera de Francia, empieza a elaborar los primeros vinos al estilo bordelés, en su nueva y flamante bodega. Esto desatará las iras de sus adversarios, que en una acción conjunta intentan destruirla. Ayudado por sus incondicionales consigue salvarla y ponerla nuevamente en producción. Con el camino despejado, por la muerte de varios de sus enemigos, se preparará junto a su inseparable Jean Pineau, a elevar el vino riojano a los altares de la gloria que señalan hacia París.

"El Marqués del Vino" es una metáfora del emprendedor, un grito del hombre que se forja a si mismo y, bien en solitario o en colaboración con otros, está dispuesto a convertir su pasión en sólido proyecto sin importarle los obstáculos a vencer. En un momento como el actual, en que la sociedad reclama personajes como D. Camilo y Jean Pineau, valientes, decididos e inteligentes, conviene rescatar historias reales como esta que nos muestran que la vida siempre fue difícil y que para salir del atolladero hubo que redoblar esfuerzos y consumir muchas energías. Esopo se asoma de nuevo a nuestro universo vital.

Pero "El Marqués del Vino" es algo más. Es un cántico a la belleza y al buen gusto. Los pasajes sobre el vino, describiendo con generosidad de adjetivos su color, su aroma, su sabor y sus innumerables y voluptuosas particularidades, son la máxima expresión del goce y de la capacidad del ser humano para crear y disfrutar. Este despertar de los sentidos a nuevas experiencias provoca un estallido de sensaciones que va calando en el ánimo del lector hasta cautivarlo y llevarlo al embeleso.

Rafael Simón ha sido el viticultor de su propia obra. Elaborándola con paciencia, dedicación y técnicas muy pulidas ha creado un gran caldo al que ha dedicado muchos años pero que como todo "Gran Reserva" nos ofrece un bouquet exquisito. Un libro con un color narrativo, lleno de tonalidades, una lectura sorprendente y un final aromático. Pero cuidado, cuando se descorcha, se debe leer a pequeños sorbos, paladeando cada una de sus frases porque si no, la acción desbordante de su sabor y el contenido narrativo de sus páginas pueden llegar a embriagar.