Luis Sepúlveda (Chile, 1949) nos ofrece una dulce y tierna fábula que tiene como protagonista a un pequeño y lento caracol, como todos los caracoles. Sin embargo, Rebelde, que así se termina llamando este caracol, tiene dos inquietudes: primero saber por qué los caracoles son tan lentos y en segundo lugar tener un nombre que lo diferencie del resto.
"Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud" es la tremenda aventura de este joven caracol que se lanza a terrenos desconocidos para dar respuesta a sus cuitas. Rebelde pregunta a sus mayores, pero las respuestas no le sirven de mucho, pues son del tipo: es así porque así ha sido siempre y así debe de seguir siendo. Pero la intención de Rebelde no es cambiar su velocidad, sino conocer por qué hay tantas diferencias entre el caminar de unos animales y otros.
En su aventura, Rebelde conoce a Memoria, una tortuga que para Rebelde es tremendamente veloz, y a un búho. Ambos le cuentan y explican muchas cosas del mundo que ellos han conocido y que, tal vez, podrían ayudar a Rebelde a dar respuesta a sus preguntas. De hecho, es Memoria, la tortuga, la que le pone nombre al caracol.
¿Qué me queda después de leer la historia de Rebelde? Varias cuestiones, no sé si las que el autor quería destacar, pero aquí van. La primera de ellas es que el viaje da extraños compañeros que pueden servir de ayuda en las situaciones más extrañas que podamos imaginar, y en las más normales también. Otra conclusión es la importancia de hacernos preguntas sobre las cuestiones más básicas; lo que para una persona puede ser obvio, para otra puede no serlo; preguntando y dudando se puede dar con la respuesta. Preguntarnos sobre el porqué de nuestra condición y nuestras capacidades, no es ninguna tontería.
Avancemos por el camino de Rebelde siguiendo su estela de babas… También es importante en esta lectura el hecho de que emprender un camino, por muy difícil que sea, siempre nos va a hacer crecer (como caracol, como persona… cada cual en su existencia); pero también es importante algo que Sepúlveda deja en estas páginas: no todos somos iguales, hay personas (o caracoles) que son más hábiles dando el primer paso, tienen ese toque de aventureros o de emprendedores, y hay otras personas que son mejores como seguidores, y dando su apoyo al líder en el momento más difícil pueden ser tan resolutivos como cualquier otro ser.
Un último, no, un penúltimo punto que quiero destacar es el lastre que algunas personas significan; aquellos caracoles que además de estar en desacuerdo con Rebelde, que es lícito y normal, es parte del crecimiento, se empeñan en tirar por tierra su aventura, se ríen de él, se niegan a seguirlo cuando emprende el camino hacia una nueva pradera, critican sus pasos…
Y, ahora sí, el último punto (que será más de uno, seguro) es que las personas estamos destrozando la naturaleza que es fuente de nuestras vidas y futuro para todos; la velocidad de desarrollo no es positiva cuando para conseguir dar diez pasos tengo que destrozar el hábitat de otros seres. Es decir, que si para conseguir mi propósito fastidio al vecino, algo está fallando. Y así es, algo está fallando en esta sociedad que busca crecer y crecer sin mirar a los lados y sin mirar al futuro.
Moraleja… cada uno es como es y tiene sus peculiaridades por algún motivo útiles a lo largo de su vida… cada uno es como es y cuando trabajamos en equipo y nos complementamos avanzamos más y mejor… cada uno es como es y las diferencias no nos hacen incompatibles… cada uno es como es y querer mejorar, conocer y aprender es parte de nuestra naturaleza… Cada uno es como es y elegirá leer o no leer este pequeño libro, pero si lo leéis no tengáis prisa por acabarlo porque como Rebelde hizo, es importante descubrir la importancia de la lentitud.