Arthur Miller (1915-2005) fue un dramaturgo norteamericano, autor de obras como "La muerte de un viajante" o "Las brujas de Salem". Entre otros, se le concedió el Premio Príncipe de Asturias en 2002.
"En el punto de mira" relata la existencia del racismo en pleno siglo XX en una sociedad tan avanzada como la norteamericana (aunque seguramente podría haber situado esta historia en cualquier punto del planeta). El señor Newman comienza a perder visión y se ve obligado a utilizar gafas. Llevar gafas supone un gran problema para él, porque, a juicio de sus vecinos, con gafas tiene aspecto de judío. La historia se sitúa en Nueva York, en el año 1945. Desde este momento, el señor Newman comienza a vivir una vida que identifica como suya, donde la sociedad que antes lo aceptaba con total normalidad, termina apartándolo y castigándolo por ser diferente. Miller relata cómo una sociedad civilizada se transforma en un grupo represor con quienes consideran fuera de su conjunto social.
Esta novela está encuadrada en un momento de la literatura norteamericana en la que los autores descubren y trabajan sobre nuevas formas de representar el drama de la experiencia humana (realismo, simbolismo, naturalismo y expresionismo). Miller utilizó el recurso que estaba en boga de traer a escena a un hombre normal que presentara su propia historia conflictiva entre sí mismo y el resto del mundo —una forma de marcar exageradamente extremos opuestos, que evidentemente resulta atractiva en diferentes géneros literarios—. Miller aborda a través de la experiencia del señor Newman, desatada por un insignificante acto cotidiano (necesitar usar gafas) la falta de valores que la sociedad seguía viviendo, la crueldad del ser humano con sus congéneres por existir pequeñas diferencias (de religión, ideología, género, estatus…).
"En el punto de mira" no deja de ser una obra protesta de Miller contra muchos de los valores conservadores que iban haciéndose un resistente hueco en la sociedad norteamericana, tras un periodo de guerras que, es fácil deducir, deja marcada a la sociedad que busca seguridad y tranquilidad agarrándose muchas veces a ideologías que pueden incluso ser opuestas a las propias, pero que aportan un nivel de seguridad de grupo necesario en esos momentos. Para enfatizar esta protesta, Miller utiliza dos recursos literarios fundamentalmente; el primero de ellos es el drama irónico, por el que hace partícipe al lector de lo que va a sufrir el protagonista antes de que este lo descubra; y un segundo recurso llamado anagnórisis, que consiste en el descubrimiento, por parte de un personaje, de hechos de su propia vida o de la vida de sus seres queridos, que hasta entonces desconocía (y que el desenlace de un hecho concreto le permite descubrir). Este último recurso es una especie de reconocimiento de los propios muertos que esconde el personaje en su armario.
Tanto esta como otras novelas de Arthur Miller cargan con un gran peso de análisis psicológico de la sociedad del momento, analizando especialmente la pérdida de valores tras el período de guerra y el surgimiento de una escala de valores marcado por el poder y el dinero. También es interesante mencionar que cada una de sus obras ha tenido algo de su propia vida en alguno de sus personajes (sus padres fueron emigrantes de austríacos, siendo su padre judío arruinado durante la Gran Depresión).
La narrativa de Miller es sencilla, cargada de ironía y tratando de destacar el concepto de lo extraordinario en las vidas y acciones más comunes que podamos imaginar. Como en Lawrence Newman, el personaje de "En el punto de mira" que termina reconociéndose como parte de una minoría en la sociedad neoyorquina de mediados del siglo XX.