Cafebrería el Péndulo Roma en México: una morada en el tiempo

Cafebrería el Péndulo: una morada en el tiempo. México 2020. Por Edna Aponte (poeta y maestra de escritura creativa en Cafebrerías Péndulo Ciudad de México).
Entro en una época que dejó arquitecturas antiguas como postales de la memoria; echadas en una maleta del olvido. Entro por esa puerta de principios de siglo XX, para reunirme con mis alumnos que semanalmente veo en mi taller de escritura (ahora los veo de manera virtual). En ese espacio morada de otras épocas me fui inspirando y soltando mis hojas, primero en haikai que escribía entre sesiones y tardes de café Péndulo: ”l08 Haiku para despertar”. En estos otoños mis hojas también se llenaron en un “Cuaderno de escritura creativa. Escritura Invisible” (eBook) un libro que emanó de esta morada y de mis talleres, escribía después de mis clases y desde una imaginaria piedra fundacional como tablilla de Gilgamesh hasta el eBook donde migré mi “escritura invisible”. En mi libro tracé las coordenadas invisibles del mapa literario sobre el cual mis alumnos y yo recorremos el mundo de la creación, sus procesos, sus múltiples posibilidades textuales, caminamos este sendero que se bifurca, experimentamos el efímero instante desde el cual se manifiesta este arcano de la creación, en el tiempo, la dimensión humana donde reconocemos tal como Matsuo Basho (monje Zen innovador del Haiku); los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también... son viajeros. Todos los días son viaje y su casa misma es viaje.

15.Cafebrería Péndulo-Trabalibros
Así en esta casa que es el viaje entramos; casa que habita el Péndulo, una casona de la primeras décadas del siglo XX, en México, en donde me he preguntado: quién habrá encendido sus candiles y puesto la trabe en la contraventana, quién. El tiempo es ese viaje entonces del antes, del después, del presente. Sus balcones son una mirada hacia ese tiempo. La casona que habita la Cafebrería el Péndulo se encuentra en una de las primeras colonias de la ciudad, la Roma, cuya primera traza arquitectónica fue construida a unas calles de la librería, en al denominada ahora plaza Río de Janeiro, antes plaza Roma, donde ahora luce una replica de la escultura del David donada por Italia en época de José Vasconcelos (secretario de educación del gobierno y quien tuvo el mal gusto de cambiarle el bello nombre a la plaza emblemática de la Roma) Anteriormente la plaza solo lucía un espejo de agua como fuente y detrás la icónica arquitectura roja del primer edificio de departamentos, ahora llamado edificio Río de Janeiro, o “la casa de las Brujas”. Caminar desde allí a la librería es un paseo por el tiempo perdido, y recobrado por la mirada atenta que pueda mirar aquellas casonas con asombro.

La cafebrería el Péndulo inició en 1993 con el novedoso concepto de librería y cafetería, de allí su nombre cafebrería (cada una con su pequeño y cinemático péndulo de Foucault) cuenta con 7 sucursales por las zonas mas importantes de la ciudad de México. La sucursal Roma es la número 6, inaugurada en 2011 y remodelada por el Arquitecto Eduardo Aizenman, cuyo equipo invirtió un año en su adaptación para la librería, misma que anteriormente ya había sido un centro Budista con librería Nalanda. Conservaron su estilo de casona antigua de la época del Porfiriato (1910) en la fachada.

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Esta morada Péndulo, ha sido mi lugar de trabajo, mi casa, y un refugio ante sismos y sismos  humanos- pandemia. Aquí en estos tres pisos he dejado mis pasos y he escrito dos libros, he impartido durante unos 5 años, talleres de escritura creativa (bajo la coordinación de la escritora Jenny Asse).La magia que se despliega aquí es la de haber encontrado un tesoro. Una construcción ecléctica que se renueva en la postmodernidad.

La casona de este Péndulo da refugio a su librería, a un foro cultural llamado el “Tejedor”, a un restaurante delicioso donde los platillos tienen nombre de escritores; huevos a la Páramo, emparedado Mistral, Sincronizadas Artaud, jugos Walt Whitman. Y ahora que las distancias son necesarias pues las sillas y salitas también son habitadas por Julio Cortázar o Simone de Beauvoir, entre otros como Poe o Paz. El ámbito literario y la calidez de todos los compañeros  y socios que han dado forma y funcionalidad a estas preciosas sucursales son un entrañable rostro, -tan merecido- para nuestra Ciudad de México.

Tal vez los lugares guardan ciertos ecos del pasado, y estos se revelan poco a poco con el paso y pátina de los años… aquí en esta avenida “Alvaro Obregón” a unas casas de nuestro Péndulo pintó sus cuadros más divinos Remedios Varo, su casa era pequeña y allí llegó con su esposo y su gato a quien hablaba en catalán, ella era de Angles, un pueblo de Catalunya, dicen que en ese hogar si se quedó: desplegó su pincel con todo el hechizo de las lunas vistas por ella en la colonia de la Roma.

Cuando veo su casita la veo allí casi muda, casi roja, dicen que le gustaba pasear por la ahora plaza río de Janeiro con “sus faldas largas y su melena roja” (me cuenta el hijo del señor Guillermo Lowder, quien vivía en el edificio de “las Brujas” que su Padre al dar paseos por la plaza y desde su ventanal la veía con frecuencia  y alguna vez le regaló un libro, lo sabemos por la dedicatoria). Tantos cuadros se pintaron en esta misma acera de la librería que no me extraña que esa energía invada de calidez y magia el Péndulo cuyo camellón está habitado de fuentes con efebos griegos y jacarandas. Esta casa ha sido mi casa, es tu casa si es que hay casa de alguien.

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Cuenta una leyenda espontánea que el “péndulo” como artilugio cinématico que pende del centro de cada sucursal, se mece cada tanto de forma libre y veloz cuando llega el otoño, que hay tardes que nadie lo detiene, así que los comensales, los lectores, los compañeros, los maestros, los músicos, los visitantes, los buscadores incansables de la última novela de Murakami, los coleccionistas de cosas geniales, los poetas, los escritores, los fantasmas y los vivos, simplemente sonríen y dicen que sí, que así es el Péndulo de la Roma, lo mueve la vida de las hojas que caen escritas para hallar el tesoro de cada día aquí, ahora.

Al salir de esta casona morada de la librería, nos quedamos un momento más contemplando su fachada que como una postal queda en la memoria de mis días nómadas. Camino unas calles y al llegar a la plaza donde paseaba Remedios Varo, y donde se puede contemplar la majestuosa visión del castillo rojo llamado las brujas, cierro los ojos, solo veo la danza de los artilugios de la pintora como su homo ludens, como los vehículos de las tejedoras del manto terrestre, moverse a ritmo pendular, en una cinemática única e irrepetible en la cual el eje de esta tierra es quizá la verosimilitud que habita en la literatura del mundo, en sus libros infinitos y circulares. Abro los ojos para seguir el hilo de esa visión de la mente hacia el tejido de sus  historias pendulares y terrestres...

(esta reseña de mis días; la dedico a todos los alumnos que han pasado por mis 5 años de talleres ininterrumpidos, y a mis compañeros de los Péndulos todos quienes siguen y saben que esta familia trabaja y trabaja. En memoria de su fundador: un visionario)

Por Edna Aponte (poeta y maestra de escritura creativa en Cafebrerías Péndulo Ciudad de México).
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