Un mundo feliz (Aldous Huxley)-Trabalibros
Un mundo feliz
Ficha técnica:
Autor: Aldous Huxley
Editorial: Edhasa
ISBN: 9788497594257
Número de páginas: 256
Género: Narrativa
Valoración:
"Actualmente el mundo es estable. La gente es feliz; tiene lo que desea y nunca desea lo que no puede obtener. Está a gusto, a salvo; nunca está enferma; no teme la muerte; ignora la pasión y la vejez; no hay padres ni madres que estorben; no hay esposas ni hijos ni amores excesivamente fuertes. Nuestros hombres están condicionados de modo que apenas pueden obrar de otro modo que como deben obrar. Y si algo marcha mal, siempre queda el soma".

 
La función utópica, como bien enseñaba el profesor Aranguren, es el necesario complemento de la función crítica o subversiva propia de los pensadores más avanzados de cada momento. El ser humano es antropológicamente utópico, siente la necesidad de proyectar quimeras sociales en las que volcar diseños mejorados de su status quo personal y colectivo y, al hacerlo, construir auténticas ontologías del todavía-no-ser.

Platón, San Agustín, Moro, Campanella, Fourier, Skinner; todos ellos planificaron y ejecutaron por escrito versiones perfeccionadas del mundo en el que vivieron, convencidos de su idoneidad como modelos de sociedad para conseguir un mundo más feliz. Al motor de este deseo utópico lo llamó Ernst Bloch el "principio esperanza", siendo su desencadenante la confusión y el miedo. Y la esperanza, como bien dice el filósofo alemán, está enamorada del triunfo, es activa, da amplitud a los hombres, "no soporta una vida de perro" y persigue que "los sueños soñados despierto se hagan más intensos".

Pero, frente a estas utopías esperanzadas y positivas que intentan dar claves para la mejora del mundo, existen otras de carácter negativo, las llamadas distopías o contrautopías. En este tipo de proyecciones se describen sociedades futuras diseñadas para generar una aparente e ilusoria felicidad que sólo se conseguiría cediendo ante los mecanismos de planificación y control aquello que constituye nuestra esencia como seres humanos: la libertad, la dignidad, el amor, el pensamiento, la individualidad... Huxley, Orwell, Bradbury, los grandes "distópicos" del siglo XX, fueron auténticos visionarios que utilizaron la literatura para denunciar las nefastas consecuencias que podría tener para las personas el desarrollo de regímenes totalitarios de cualquier signo. Tanto si el mecanismo de control social era la fuerza y la coerción ("1984", "Fahrenheit 451") como si era el ocio, el condicionamiento y la anestesia química ("Un mundo feliz") el sometimiento de la gente a los gobiernos totalitarios produciría la despersonalización y la pérdida de humanidad en los gobernados.

En el mundo feliz que describe Huxley, auténtica "pesadilla de la organización total" y la manipulación sistemática, están limitadas la libertad de expresión y de elección y restringidos el ejercicio intelectual y la expresión emocional. En esta sociedad no existen las familias, se hace vivir a todos los niños juntos, el sexo es grupal y promiscuo, no existe el amor ni la fidelidad a una sola persona, "todo el mundo pertenece a todo el mundo". De esta manera se consigue eliminar cualquier foco generador de individualidad e identidad. La población del "estado mundial" está dividida en cinco castas -alfa, beta, gamma, delta y epsilon- formando una estructura piramidal sin posibilidad de intercambio entre castas, ya que los integrantes de cada una de ellas han sido condicionados genéticamente desde su nivel embrionario para adaptarse a la perfección a su cometido intelectual y laboral.

Como reforzante del condicionamiento se utilizan los estados de trance y la "hipnopedia" para acabar de fijar los pensamientos, actitudes y emociones más convenientes según la posición en la pirámide. Y si todo esto falla, está el "soma", un compuesto químico de carácter anestésico y alucinógeno sintetizado en grandes cantidades, que proporciona al sujeto "unas vacaciones de sí mismo" y una inconsciencia feliz. En palabras de uno de los protagonistas, un gramo de soma proporciona "todas las ventajas del cristianismo y del alcohol, y ninguno de sus inconvenientes". Pero, a pesar de este complejo mecanismo de control sobre la población, el "mundo feliz" genera sus propios "errores", elementos que se desvían de su predestinación y que son confinados en colonias especiales para "salvajes", quedando atrapados entre dos mundos incompatibles.

Estar en el mundo es estar en la insuficiencia y en la insatisfacción. El carácter caprichoso e inconsistente de la felicidad la convierten en un objetivo vital sobrevalorado; frente a la obligación de ser feliz que implicaría exigir a los dirigentes públicos que faciliten de forma continua y universal este estado a los ciudadanos cabría, seguramente, hacer un elogio de la infelicidad, un estado mucho más humano e interesante. El mundo tiene derecho a herirnos y a castigarnos y una excesiva planificación para que esto no ocurra sólo puede llevarnos hacia una existencia aséptica que, esquivando las desgracias y los dolores, eluda también el carácter hermosamente trágico de la vida. A menudo llamamos felicidad a lo que simplemente es vacuidad. No existe un mundo feliz y menos si se deja en manos de los garantes públicos de la felicidad o los maestros de la satisfacción y la vida plena. Se nos impone el deber de ser feliz, estigmatizando a los que no lo son ni lo pretenden e ideando toda una serie de estrategias y programas de bien-estar que descuidan dolosamente el bien-ser. Cubiertos los mínimos materiales, quizá lo más razonable sea, simplemente, aspirar a una infelicidad moderada iluminada ocasionalmente por destellos de placer y alegría. Siempre hay demasiadas cosas que amar, desear o descubrir para encima tener que preocuparnos constantemente por ser felices.
Enviado por: Bruno Montano
Curiosidades:
- En una de nuestras tertulias literarias radiofónicas hablamos sobre "Un mundo feliz", puedes escuchar el audio desde aquí.
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Ambas obras son proyecciones futuristas de regímenes totalitarios. Sin embargo, mientras que en "1984" los mecanismos de control social son coercitivos y violentos, en "Un mundo feliz" están basados en la manipulación y el condicionamiento.
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