Hora de la medicación
Teresa Gómez Acosta
¿Te imaginas una sociedad en la que los sujetos estuvieran siempre anestesiados para soportar su propia existencia?
Supón que esas drogas, legales, las suministrara el Estado todas las mañanas en función del grado de dependencia o hastío del individuo en cuestión.
Ahora, hazte a la idea de que todo lo anterior es real y, si puedes, asúmelo.
Tú, como la mayoría, vives la vida a pelo, tal cual viene, con sus frustraciones, ansiedades y desengaños pero no todo el mundo lo hace así. Hay una parte muy numerosa de la sociedad que, incluso privada de libertad por la comisión de un delito y posterior dictamen de un juez, pasa los días narcotizada para no sentir el agónico paso de las horas ni el doliente peso de sus condenas. Yo desde hace unos días, soy una de ellas.
Para que os hagáis una idea, es algo así como cuando estas muy, pero que muy derrotado. Llegas a casa después del trabajo, abres una botella de vino y decides que esa noche te vas a relajar si o si. Bebes hasta que dejas de ser parte de tu propia vida, responsable de las consecuencias de tus decisiones y pasas a ocupar el indulgente papel de observador desde la alejada mirada de una tercera persona. El objetivo entre rejas es el mismo, solo que cuando lo haces en libertad no corre a cuenta dela administración.
Estar encerrado y rodeado de variados delincuentes, los malos que nadie quiere ver o cruzarse por la calle, ya te digo yo que ciertamente causa ansiedad pero ¿tiene algún sentido que te impongan una condena de privación de libertad y al mismo tiempo te proporcionen las drogas legales necesarias para no enterarte de lo que te está pasando? Desde el punto de vista de una servidora, ningún sentido aunque agradezco igualmente tan magnánima indulgencia.
Continuará...
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