Altos pensamientos
Beto Brom
No es mi costumbre soñar, mejor dicho, no es común en mí recordar.
En un rincón de mi memoria, no obstante, quedó grabado el día que subí al cielo.
No entendí el porqué entonces y menos hoy en día.
Aquella noche estaba muy cansado. Había salido de parranda con los muchachos; casi deshecho llegué de regreso a casa, me tiré en la cama y......subía y subía... no distinguía nada.
El camino largo y vacío, cada tanto abrían otros a sus costados. Continuaba en el principal. La luz fue en aumento. Comencé a escuchar una melodía desconocida; rara pero interesante.
De pronto me topé con una puerta cerrada... la traspasé... mucha gente, todos me saludaron, me dieron la bienvenida.
Al principio no me sentía cómodo, mas la amabilidad de los allí reunidos, su forma de hablar, de relacionarse, en forma lenta me ofrecieron la sensación de un placer ignorado.
El tiempo quizás no existía, el apuro no preocupaba a nadie de los presentes, todos estábamos a gusto, el bienestar era pleno.
Sentí un roce en la pierna... una niña me pregunta para que llegué, quería saber si estaba buscando a alguien.
No supe que contestar.
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