La censura
Yusdel Ibañez Bueno
No encontró su artículo publicado en el periódico más importante de la ciudad. La columna había sido redactada por otro excelso periodista. Se dirigió indignado hacia la sede del prestigioso diario. En la puerta del edificio leyó exasperado un cartel en el cual se prohibía su entrada. Recordó que la junta directiva había sido renovada el día anterior y que sus artículos por décadas, fueron lápidas funestas para aquellos que sufrieron de su maquiavélica censura. Ahora algunos de los censurados retornaron ocupando la dirección del periódico.
Se marchó sigilosamente con las huellas de la censura estigmatizada en su corroída alma.
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