Me pierde tu cuerpo
como el ancho mar;
ojalá yo nunca
sepa navegar.
Acampo en tus senos
dulces como dunas;
pasen y repasen
sobre mí las lunas.
Me pierdo en tu boca
como un peregrino;
quiera Dios que nadie
me enseñe el camino.
Vagando sin rumbo,
extraviado en ti,
no sepa yo nunca
regresar a mí.
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