Vicente Garrido es doctor en Psicología y Graduado en Criminología. Trabajó como consultor de Naciones Unidas y ha colaborado con la Policía y la Administración de Justicia como asesor, favoreciendo la detención del asesino múltiple Joaquín Ferrándiz. Actualmente es una de las principales autoridades en el campo de la criminología violenta y frecuentemente es solicitado como colaborador en distintos programas de televisión.
Es autor de títulos como "El rastro del asesino", "Cara a cara con el Psicópata", "Los hijos tiranos" y "Perfiles criminales".
Bruno Montano de
Trabalibros ha tenido la oportunidad de conversar con él aprovechando la publicación de "
Asesinos múltiples y otros depredadores sociales: Las respuestas a la gran paradoja del mal", obra en la que se aproxima "a la psicología y el modus operandi que caracterizan a los asesinos múltiples, criminales con perfiles muy diversos, que gozan además de una enorme repercusión en los medios de comunicación y las series televisivas más populares" (editorial Ariel).
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Bruno Montano,
Trabalibros (B.M.): Hablas de la gran paradoja del mal y dices que es la Piedra Roseta de la
criminología. Yo creo que también es la Piedra Roseta de este libro. Esa paradoja se resolvería con la teoría de la Motivación Moral del Crimen o de la Violencia Virtuosa, que parece en sí misma una contradicción.
- Vicente Garrido (V.G.): Si hay tantos actos malvados desde el origen de los tiempos, ¿por qué hay tan poca gente que se considera malvada? En teoría, podría haber mucha gente que se viera a sí misma como malvada y que asumiera que puede ir haciendo lo que le da la gana, pero en la práctica esto no es así. La gran paradoja del mal responde a esta pregunta. Cuando la gente comete algún acto malvado, por lo general se cree moralmente legitimada. Esta teoría es muy importante, porque ayuda a entender comportamientos que nos parecen inexplicables. Si alguien hace algo porque siente que es su obligación y porque tiene el derecho de hacerlo podemos comprender que se pueda llegar a una violencia tan extrema. Nadie, salvo que esté loco, hace este tipo de cosas por divertirse. Para hacerlo hace falta una fuerza enorme, el ser humano está provisto -y la cultura lo refuerza- de una serie de inhibidores de la violencia, tenemos una especie de control de seguridad, por así decirlo. La persona no utiliza la violencia de una manera gratuita. Pero en el caso de los asesinos múltiples se trata de personas que han saltado su propio control de seguridad y para ello deben tener una razón muy poderosa, una razón por la que valga la pena dar la vida. Si no, no se puede comprender. Muchos de estos actos son verdaderamente espantosos.
- B.M.: Citas a
Pinker cuando dices que "cualquier barbaridad es excusable o puede ser excusada por alguna razón moral".
- V.G.: Sí. Cuando estaba escribiendo el libro el Tribunal de la Haya estaba juzgando a un criminal de guerra y al verlo en la televisión pude apreciar su intimidación, estaba indignado. Y esto es porque este hombre, en el fondo, cree que tenía derecho a hacer lo que hizo.
- B.M.: Se creía cargado de razones morales para hacer lo que hizo y, en última instancia, apelaba a ellas como justificación de sus actos.
- V.G.: Claro, y le indignaba que viniera una corte internacional a juzgarlo a él, cuando además mucha gente le consideraba legitimado... Yo creo que esa es la Piedra Roseta que explica la violencia. Yo lo que intento en el libro es explicar esos caminos mediante los que un sujeto se arma de razones para poder matar de esta forma.
- B.M.: Desde ese punto de vista, no hay crimen sin sentido. Todos están justificados y se han hecho con un fin.
- V.G.: Todos los crímenes tienen un sentido, todo tiene un por qué. Otra cosa es que esa razón nos parezca absurda o demencial. Pero para el que lo hace, tiene sentido. Dejando aparte a la gente que tiene problemas mentales, claro.
- B.M.: Eso mismo te iba a preguntar, porque esta teoría no serviría para explicar el comportamiento de los psicópatas, por ejemplo, ni los crímenes instrumentales que se han cometido por dinero.
- V.G.: Salvo que el que cometa un crimen instrumental piense que él tiene derecho a una recompensa, que por mala fortuna o por otros motivos la sociedad no ha sabido darle. Por ejemplo, el caso de un delincuente que había nacido en un bar de pueblo y que su padre todavía seguía pagando dinero al banco; este hombre puede pensar que no hace ningún mal robando dinero al banco. Otro caso distinto es la corrupción. Gente que tiene dinero y poder y que se corrompe, esto es más complicado. Se pueden excusar a ellos mismos pensando que todo el mundo lo hace, pero eso no es una razón moral. Se tienen que engañar para darse razones a sí mismos. Salvo esos casos y los psicópatas, a los que no les importa absolutamente nada la moral y no necesitan ninguna excusa, en el resto de los casos siempre existe un motivo para ellos justificado. Sobre todo en la delincuencia violenta, que es la que implica mayor coste emocional.
Muchas veces comento con mis alumnos que, a pesar de lo que aparece en las series de televisión, matar no es fácil. La evolución nos ha proporcionado una serie de controles internos a favor de la propia supervivencia de la especie. Matar requiere una "buena razón": que tu vida esté en peligro, que luches por un ideal... algo que te impulse a correr el riesgo a pesar de que te expones a morir.
- B.M.: Otra cosa que me ha interesado mucho y que me gustaría que me comentaras es cuando hablas de una tríada de conceptos que explicarían un poco a los
asesinos múltiples: narcisismo, masacre íntima y creación de nueva identidad. ¿La combinación de estas tres cosas conforman la motivación de un asesino múltiple?
- V.G.: Yo creo que sí. La masacre íntima es un concepto desarrollado por el sociólogo Katz, que explica que el objeto de la ira de un asesino que comete una masacre está íntimamente vinculado con su biografía. Él habla de los lugares donde el asesino ha sentido la humillación. Por ejemplo, el tiroteo en una escuela estaría asociado a una humillación que el criminal sufrió en esa o en otra escuela. La palabra "íntima" tiene que ver con que el asesino la provoca en relación directa con algo que ha marcado su biografía.
- B.M.: Ese tipo de asesino vuelve a ese lugar donde sufrió para cometer el delito.
- V.G.: Muchos lo hacen en ese lugar, pero no necesariamente con los mismos alumnos. Puede ocurrir dos o tres años después. Está asociado con el lugar, aunque no siempre. Por ejemplo, tú puedes haber sido humillado en una empresa y a lo mejor no te es posible acceder a la misma por los controles de seguridad y entonces cometes el acto en un lugar próximo, o en otra empresa que de alguna manera represente a la primera. Otro ejemplo muy bueno de masacre íntima es el de German Wings, el piloto suicida. Él mata con un avión de la compañía.
El concepto de narcisismo tiene que ver con que se trata de gente que se siente profundamente herida. No se puede explicar toda la ira que desarrollan si no se entiende que han vivido una humillación como algo intolerable para ellos. Y un narcisista tiene la piel muy fina, se toma estas cosas muy a pecho. Lo que otras personas pueden considerar una falta de respeto o una injusticia un narcisista lo puede considerar una ofensa personal.
Y el concepto de nueva identidad tiene que ver con que, paradójicamente, los asesinos múltiples matan porque quieren morir siendo personas distintas. Abandonan la identidad del perseguido, del perdedor o del fracasado para convertirse en alguien que está haciendo justicia. Ellos crean un nuevo relato y ese relato es muy poderoso. La idea que el ser humano tiene de su identidad y la forma en que interpretas el mundo es a través de un relato en el que tiene un papel protagonista. Los asesinos múltiples es intentar crear un nuevo relato en el que ellos tienen poder. Por eso es tan atrayente el asesino múltiple, porque en el momento en que generas un nuevo relato ya estás creando un escenario en tu cabeza donde tú te sientes mucho mejor.
- B.M.: Generan una nueva identidad para sí mismos.
- V.G.: Claro, porque pasan de ser el imbécil al que ninguna chica guapa mira, el tipo al que nadie llama para salir, el tipo al que el profesor no le da ninguna característica especial, y ellos se imaginan entrando en el aula con un arma y un traje de comando... eso es otra historia. El asesino múltiple vive en una situación psicológicamente caótica y para estabilizarse, para tener una situación de control, siente que debe sembrar el caos. Es una paradoja.
- B.M.: Esa es una idea muy curiosa en el caso de los asesinos múltiples: la necesidad de un relato nuevo para organizar su caos interno, creando una nueva identidad.
- V.G.: El ser humano es narrativo, nosotros vivimos creando historias. Tenemos una biografía que mantenemos y con la que nos definimos. En neurociencia, el Yo es una historia. Hasta cierto punto es una construcción psicológica, pero que no tiene ningún sustrato neurológico. Desde el punto de vista psicológico, lo que crea el Yo es la existencia de un relato donde hay un protagonista que no cambia, que tiene la identidad de tu persona, y eso es lo que te permite identificarte como un agente que toma decisiones a lo largo del tiempo. Se producen cambios, pero eres tú. Yo creo que la idea de relato explica muy bien esa unidad del ser humano que se identifica como alguien con una identidad a lo largo del tiempo. En el asesino múltiple ese sentido de identidad llega un punto en el que ya no lo puede soportar, que necesita cambiar esa historia de fracaso, pero para tener la identidad de triunfador y poderoso que él quiere ha de cambiar el relato. Y cuando prepara la matanza y la ejecuta el relato es completamente diferente, ya no es el tonto de antes, es el tío que está impartiendo justicia.
- B.M.: Dices una cosa muy interesante en tu libro: "La ficción es mucho más efectiva a la hora de cambiar conductas que la no ficción". Incluso sugieres en el epílogo la posibilidad de solucionar o paliar el problema de la delincuencia cambiando los actuales relatos sociales por otros más eficientes.
- V.G.: Es que si lo piensas, los relatos han generado iconos culturales. Iconos como Jekyll y Hyde, Dorian Gray, Frankenstein y Drácula crean la idea de que la podredumbre moral está asociada a los estigmas. Esta es una idea que probablemente tiene un origen evolutivo: la tribu se ponía en alerta si venía gente con rasgos diferentes. La idea de que el diferente, el asesino o el monstruo no es como tú aparece en principio como una estrategia de supervivencia pero luego, a medida que ya tenemos una civilización y una cultura, tiene efectos negativos y destructivos. Cuando tú eres capaz de crear imágenes o relatos que vayan en contra de prejuicios, que están instaurados por depósitos evolutivos y que ahora ya no son efectivos, estás impactando en la imaginación y en la emoción de una manera dramática, con el arte, y esto es mucho más efectivo que la realidad, porque el ser humano tiende, por defensa propia, a disociarse de una realidad que le resulta nociva. Sobre todo en esta época donde la realidad es omnipresente y es literalmente inmanejable por el ser humano. Cuando tú envuelves el ejemplo con el arte eso genera unos efectos mucho más beneficiosos porque emocionalmente te has implicado, te has comprometido, has puesto toda tu atención, cosa que no haces cuando estás leyendo una noticia periodística, porque aprendes a protegerte de una realidad que es dañina. Esa es la razón por la que tenemos en nuestra memoria relatos del bien que perduran con nosotros y esos relatos pueden ser muy importantes. La historia de la civilización es el intento por construir un relato del bien que pueda superar al relato del mal.
- B.M.: Pero al final del epílogo dices: quizá la solución esté en construir un relato del bien, pero cuidado, porque el relato del mal es tremendamente atractivo. No es fácil.
- V.G.: El relato del mal es atractivo porque provoca la fascinación de la transgresión. Seduce, porque nos hace conectar con nuestros instintos básicos de supervivencia, que están asociados con la destrucción. Viendo historia de terror o de violencia como una película también facilitamos la supervivencia, porque el proceso evolutivo hace todo lo necesario para que tú sigas vivo. Lo que el instinto te dice es: todas las acciones de violencia pueden enseñarte algo para mantenerte vivo, por eso fascinan.
- B.M.: También me ha interesado mucho cuando hablas de la relación de los asesinos en serie con la
modernidad y reproduces un gráfico con todas las condiciones que hicieron posible el surgimiento de un determinado tipo de delincuente. Hablas de los medios de comunicación, del anonimato, de la mentalidad utilitarista, del narcisismo, de la denigración de la víctima... Todas esos condicionantes culturales favorecen que cada sociedad genere su propio tipo de delincuente.
- V.G.: Los que practican la jardinería saben que una raíz se puede meter por un poro y te puede destrozar una cisterna. Esta metáfora me sirve para explicar que el crimen busca cualquier poro a través del cual manifestarse. El crimen se adaptará a la sociedad en la que vives de un modo u otro, por eso cada asesino en serie es asesino de la modernidad, porque la modernidad, con todas sus ventajas, lo que genera es un tipo de sociedad donde la relación personal, el conocimiento cercano, el compartir creencias o valores salta en mil pedazos. La idea de que eres mejor cuanto más éxito tengas, cuanto más te envidien, pero que no importa que nadie te quiera... Este tipo de sociedad es muy buena para un psicópata.
- B.M.: La deshumanización en general.
- V.G.: Claro. Es como poner a un lobo a cuidar a los corderos. Siempre han existido asesinos en serie, pero con la modernidad aparece la sociedad "perfecta" para ese tipo de asesino, por eso prospera.
- B.M.: El que iniciaría esto sería
Jack el Destripador.
- V.G.: Sí, porque si te fijas aparece en el inicio de la sociedad moderna. Es el momento de la revolución industrial, de la ciencia, la emigración del campo a las ciudades, se crea la megalópolis...
Desde
Trabalibros agradecemos a
Vicente Garrido el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a los responsables del
Hotel Astoria de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y a la
editorial Ariel el haber hecho posible el encuentro con este autor.