Silvia Herreros de Tejada es una experta en Peter Pan y una estudiosa de la vida y obra de
J.M. Barrie que tuvo el privilegio de trabajar con el archivo personal de este autor mientras disfrutaba de becas para investigación en UCLA y Yale. Esta licenciada en Filología Inglesa posee un máster en Literatura Comparada, es doctora en Estudios Fílmicos, diplomada en Guión Cinematográfico y ha trabajado como guionista y directora de documentales para TVE y Canal+.
Tras el ensayo "Todos crecen menos Peter" y las obras de teatro "Perdidos en Nunca Jamás" y "Pan y los Nadies", publica "
La mano izquierda de Peter Pan", "una novela sobre el amor –el correspondido y el no correspondido, el olvidado y el recobrado, y el que se manifiesta a través únicamente de las palabras, como si fueran caricias– y también sobre el lugar que ocupamos en el mundo, llena de humor e ironía, al más puro estilo inglés", inspirada en la biografía de Barrie y en la relación que mantuvo con su secretaria, lady
Cynthia Asquith (ed. Espasa).
-
Bruno Montano, Trabalibros (B.M.): Además de tu libro, traigo conmigo “Jardines de Kensington” de
Rodrigo Fresán. Es una obra que seguro que conoces.
- Silvia Herreros de Tejada (S.H.): Claro, de hecho le mandé un ejemplar de “La mano izquierda de Peter Pan" a Rodrigo Fresán. No le conozco personalmente, pero al salir publicado mi libro la editorial me preguntó si se lo quería enviar a algún autor en concreto y le escogí a él.
- B.M.: Fue un libro que me maravilló cuando lo leí, hace más de diez años. Hasta ese momento, de Barrie yo sólo había leído Peter Pan. Tampoco había leído ningún libro sobre Barrie. Al leer “
Jardines de Kensington” me fascinó la figura de Barrie y su biografía. No conocía a Cynthia Asquith, Fresán la nombra en algún momento, pero dice muy poco sobre ella. Comenta que en los últimos años de su vida Cinthia fue una persona muy importante para Barrie, pero no dice mucho más. A Barrie lo descubrí gracias a Fresán y a Cynthia la he descubierto gracias a ti.
- S.H.: No recordaba que Fresán hablara de Cynthia. Eso es porque Fresán había leído todas las biografías de Barrie y Cynthia aparece en los epílogos, como una mujer que fue su secretaria durante los últimos años de su vida
- B.M.: Me ha llamado la atención una de las dedicatorias que incluyes al final de “La mano izquierda de Peter Pan”. En concreto, la que va dirigida a “los que se obsesionan con otros”. ¿Te has obsesionado tú con
Barrie?
- S.H.: Yo sí, totalmente.
- B.M.: Pero no has tenido en cuenta la maldición que se atribuye a Barrie y que dice: “Que Dios fulmine a todo aquel que escriba una biografía sobre mi persona”.
- S.H.: La verdad es que no [risas].
- B.M.: ¿De dónde te viene esa obsesión por Barrie?
- S.H.: Me viene desde hace mucho. Yo crecí con un poster de Peter Pan de Disney en mi habitación, no sé si eso tuvo algo que ver. También había visto la película de Disney y hasta aquí todo normal. Pero luego me fui de Erasmus a Edimburgo y allí cursé una asignatura sobre Barrie. Fue entonces cuando leí el Peter Pan original y me fascinó lo distinto que era de la versión de Disney. Esto me hizo pensar cómo crecemos con esta edulcoración de la vida que fabrica Hollywood [risas].
- B.M.: Fresán opina exactamente lo mismo que tú. Fíjate lo que dice: “Me gusta pensar que Barrie era un ser mucho más sofisticado y superior en la escala de la evolución de lo que jamás pudo haber sido Walt Disney. Está claro que Barrie fue antes. Barrie es el Dios que hizo la luz y el mito, y de paso crea todo un universo infantil, una nueva forma de entender la cosmogonía de los niños. Disney, alumno aplicado, erige en memoria de Barrie los templos de sus parques temáticos”. Tú hablas a lo largo del libro de esa edulcoración que ha tergiversado completamente lo que era el Peter Pan original de Barrie.
- S.H.: Completamente. Igual que ha hecho la película “Descubriendo Nunca Jamás”. Cuando hablas de Peter Pan, todo el mundo visualiza la imagen que creó Disney. Y no suelen saber quién es Barrie. Hollywood se ha encargado de dar una imagen distinta y es una lástima, porque es mucho más interesante la historia real, la oscura, la que tiene más que ver con el espíritu del ser humano. Pero al final la que nos ha quedado es la de Disney.
- B.M.: Es una lástima, la verdad es que sí. ¿Qué significado tiene para ti el
mito de Peter Pan?
- S.H.: Para mí significa el afán del ser humano por la inmortalidad, por la eterna juventud y por no convertirse en un adulto aburridísimo y convencional que sigue la estela de todo lo que despreció siendo joven. Creo que está muy relacionado con el anhelo por la eterna juventud, que está tan conectado con el siglo XXI.
- B.M.: Vivimos en una sociedad un poco aniñada, infantilizada.
- S.H.: Sí, hay como una erosión entre el mundo adulto y el mundo juvenil. Los adultos queremos parecer jóvenes, aunque los jóvenes crecen antes de tiempo. Parece que todos queremos tener la misma edad, incluso todos vestimos igual. La línea entre lo juvenil y lo adulto es ahora mucho más difusa.
- B.M.: También nos encontramos de algún modo ante una generación que tiene miedo a enfrentarse con sus responsabilidades y con su futuro
- S.H.: Claro. Cada vez tardamos más en abrazar las responsabilidades adultas, ahora que somos padres mucho más tarde, por ejemplo. Se está alargando la juventud y retrasando el momento de asumir que se es una persona adulta, que se tiene una serie de responsabilidades que acometer.
- B.M.: De algún modo se cumple la teoría que asegura que en este momento la gente no madura, pasa directamente de estar verde a pudrirse. No hay una fase de maduración en la que te asientas y creces como ser humano.
- S.H.: Exacto. Conozco a mucha gente de 40 años que siguen llevando exactamente el mismo tipo de vida que llevaban con 23, que es irse a los festivales de música, emborracharse, trabajar en lo que pueden, ligar sin tener hijos ni responsabilidades… En fin, creo que es una época confusa. ¿En qué momento pasamos a ser adultos? ¿Cuando tenemos hijos? ¿Cuando nuestros padres enferman? ¿Cuando tenemos un trabajo supuestamente respetable? No se sabe muy bien. Creo que estamos perdidos, igual que está perdido Peter Pan. Y mi experiencia personal se identifica con él, en el sentido de que yo me sigo sintiendo joven aunque a lo mejor ya no lo sea tanto.
- B.M.: Es normal que existan crisis de crecimiento. A lo largo del ciclo evolutivo del ser humano hay determinados puntos de inflexión en los que se produce una crisis que, en teoría, debería propiciar una maduración. El problema es que ahora esa maduración en muchos casos no se produce. Hay gente que sufre la crisis de los 40 y se queda ahí, de ahí no pasa.
- S.H.: Claro, esa es la cuestión. Yo quería jugar con la crisis de los 40 en mi novela.
- B.M.: Por eso tus protagonistas se encuentran en torno a esa edad, con su vida todavía por encarrilar, sin un claro propósito.
- S.H.: Y sienten que es su última oportunidad, aunque todavía se creen jóvenes como para poder conseguirlo.
- B.M.: Así es como definen los psicólogos evolutivos la crisis de los 40: es el último momento de la vida en el que aún queda más tiempo por delante que por detrás; piensas que aún estás a tiempo, que aún no has agotado todos tus cartuchos y que puedes dar un giro importante a tu vida.
- S.H.: Exacto.
- B.M.: En “
La mano izquierda de Peter Pan” comentas que Barrie, aunque en su día fue un escritor popular y admirado, pasó por una fase en la que no se reconoció su categoría y su fama no ha trascendido como debería a nuestros días. Aventuras varios motivos: que su personaje le superó, que coincidió en el tiempo con el grupo de Bloomsbury y esto contribuyó a eclipsar su figura y también que no le favorecieron las distintas interpretaciones psicoanalíticas que se hicieron de su “amor por la infancia”.
- S.H.: Así es. Ten en cuenta que se lo puso muy fácil a los psicoanalistas. Peter Pan está obsesionado por la figura materna, Wendy en la obra original de Barrie está todo el tiempo intentando ligar con Peter Pan y él la ve un poco como a su madre. Y, por otra parte, Barrie tenía esa extraña relación que retrata muy bien Fresán en su libro con los niños de la familia Llewellyn Davies. Yo he leído artículos de los años 60 en los que le llamaban depravado, abusador, infanticida, pederasta… Barrie era un personaje muy popular de su época y, al aparecer esta sospecha, la gente le rechazó. Y también ha pasado que su obra se ha quedado un poco añeja; sus obras de teatro eran comedias costumbristas, que retrataban muy bien la sociedad de la época pero que envejecen mal.
- B.M.: En realidad la figura de Peter Pan no nace con “
Peter Pan y Wendy”, nace en una de sus obras de teatro. Él crea a Peter Pan y luego desarrolla al personaje en varios géneros literarios.
- S.H.: Exacto. Barrie escribió sobre Peter Pan muchas veces. Y sus obras de teatro, aunque tiene algunas que han aguantado bien el paso del tiempo, en su mayoría no lo han hecho. Aunque sobre todo creo que la culpa de que Barrie cayera en el olvido es sobre todo del grupo de Bloomsbury. Escritores como Virginia Woolf, James Joyce y Elliott estaban innovando de una manera que eclipsaban cualquier otra cosa. Barrie inventó a un personaje muy potente, pero su escritura y su estilo eran más antiguos.
- B.M.: Peter Pan forma parte del imaginario colectivo. El personaje creció tanto que ocultó al autor.
- S.H.: Así es. De alguna forma, Peter Pan es el que existe y Barrie queda en un segundo plano. Esa es de algún modo la maldición de Barrie.
- B.M.: Antes hemos hablado del psicoanálisis y cuando tu libro cayó en mis manos me inquietó el título. Y después de leer tu novela, tengo que confesarte que me ha gustado mucho ese juego que haces con "el doble", "el otro dentro de uno mismo", esa parte rebelde sin domesticar a la que Barrie llamaba
M´Connachie, su parte fantasiosa, casi un vendaval. Me ha interesado la metáfora de usar su mano izquierda -o siniestra, como decían los latinos-, ese tener que cambiar de mano y por lo tanto cambiar de espíritu y de actitud, tanto en la escritura como en la vida. Además es una metáfora bien traída desde el punto de vista neurológico, porque la mano izquierda la controla el lado derecho del cerebro, que es el lado imaginativo, rebelde, creativo.
- S.H.: Cuando leí que Barrie había somatizado su crisis a modo de un bulto que le salió en la mano derecha y tuvo que escribir con la izquierda me pareció un símbolo tan bonito… Yo jugué en mi novela con el mito del “doppelgänger” de la literatura gótica, que me encanta, o con el arquetipo de sombra y persona de Carl Jung. Del mismo modo que Peter Pan es héroe y villano a la vez -de hecho, Barrie concibió la historia como que Peter Pan y Garfio eran la misma persona- mi idea era hablar de personajes con muchos matices. Cynthia Asquith es una mujer que tiene matices muy oscuros. David, el profesor de español que vive en el presente, es un tío bastante mezquino. Es decir, me gustaba jugar con la idea de que Disney nos ha vendido un Peter Pan muy positivo y luminoso, cuando en realidad era todo lo contrario.
- B.M.: En tu libro muestras a
Peter Pan como un personaje más complejo y oscuro. Como era en realidad en origen.
- S.H.: Claro. Y además quería jugar también con la idea de la mujer como la mano izquierda del hombre.
- B.M.: La relación entre Cynthia y Barrie es muy interesante. En un momento dado dices que Barrie para Cynthia era "su amigo, su amo, su mecenas, su romance, su ídolo, su padre, su amor, su todo”. ¿Era así en realidad su relación?
- S.H.: Yo he hecho una bioficción. No me he inventado ningún acontecimiento biográfico, pero sí me he inventado algunas cosas. Por las cartas que ellos se escribían, por lo que Cynthia escribía en su diario, por lo que cuenta Barrie de ella, se desprende que existían entre ellos todos los tipos de vínculo, todas las relaciones que puedan existir entre un hombre y una mujer, salvo la sexual.
- B.M.: Ese es otro tema curioso en Barrie. Parece ser que su mujer se divorció de él alegando que no habían consumado el matrimonio.
- S.H.: Sí. Barrie, al parecer, era asexual o impotente, o también podría ser que sufriera una enfermedad que se llama enanismo psicogénico, según la cual no te desarrollas sexualmente como hombre adulto y por lo tanto no puedes tener relaciones sexuales. El caso es que era un hombre asexual, por el motivo que fuera, y parece que nunca tuvo relaciones sexuales con nadie, ni con hombres, ni con mujeres, ni con niños.
- B.M.: Pero
Cynthia no sólo mantenía una relación con
Barrie, sino con otros hombres.
- S.H.: Sí, ella estaba casada y tenía otros amantes, a la vez que mantenía esta relación con Barrie.
- B.M.: La figura del amante en aquella época era algo habitual.
- S.H.: Así es. También quería jugar con la idea de que la mujer del pasado, en algunos aspectos, era más moderna que la actual.
- B.M.: Cynthia es moderna. Por una parte tiene un pie metido en el feminismo incipiente, pero también otro pie en la tradición y en las convenciones sociales de la sociedad eduardiana. Está a caballo entre esos dos mundos.
- S.H.: Yo quería que todos los personajes estuvieran entre dos mundos. Y ella me parece una mujer especialmente interesante precisamente por eso. No llegó a ser feminista, como fue Virginia Woolf, pero podría haberlo sido. Hay una cita maravillosa en su diario que dice: “Cuánto tiempo he perdido por quedar bien”. Ella, como aristócrata, tenía una serie de responsabilidades como mujer. Estaba casada con el hijo del exprimer ministro y sus obligaciones femeninas no le dejaban tiempo suficiente para escribir, para desarrollar su lado “masculino”.
Cynthia Asquith era una mujer singular. La mujer que suele protagonizar las biografías de Barrie es Sylvia, la madre de los Llewelyn Davies, que era la análoga al ángel del hogar victoriano. Era la mujer perfecta, maternal, cariñosa, muy devota de su marido. Y Cynthia es todo lo contrario, es una “femme fatal”.
- B.M.: También me parece muy interesante la complementariedad entre los dos. La influencia de Cynthia sobre la escritura de Barrie y la influencia de Barrie sobre la de Cynthia. Tanto monta, monta tanto, Cynthia como Barrie.
- S.H.: Claro. El estilo de Cynthia es muy parecido al de Barrie y, aunque Barrie asegura que cambió su estilo a causa de empezar a escribir con la mano izquierda, la verdad es que coincide además con el momento en que esta mujer entró en su vida, así que algo tendría que ver. Aunque eso no se puede saber realmente, esa es la intriga de la novela.
- B.M.: En “
La mano izquierda de Peter Pan” has mezclado muchos géneros: novela histórica, romántica, bioficción, incluso llega un momento en que parece una “sitcom”.
- S.H.: Marta Sanz hizo una faja para la novela y dijo: Esto es una “sitcom” intelectual. Mi idea original era escribir una novela que sólo incluyera la parte del pasado, hacer una novela histórica donde sólo se hablara de Barrie y Cynthia. Pero pienso que, en el siglo XXI, hay que vender las cosas con cierta ligereza para digerirlas mejor y se me ocurrió incluir la trama de los profesores universitarios a modo de “sitcom”, como las novelas de campus de David Lodge. Era intencionado introducir varios géneros en la novela y hacer algo muy fragmentado, que además refleja lo que sucede cuando uno está investigando a otra persona. Al documentarte encuentras fotos, cartas, artículos de periódicos… Quería reflejar la sorpresa del investigador. Y me divertí mucho escribiendo la mezcla de géneros.
- B.M.: También me ha gustado las intertextualizaciones que haces, el modo en que introduces fragmentos de diario, cartas, e-mails, incluso un test psicológico. Y me ha llamado la atención algo que nunca había visto antes. En dos ocasiones a lo largo de tu novela pautas rítmicamente la secuencia de pensamientos de algún personaje; en un caso marcas el ritmo del pensamiento con cepilladas de cabello y en otro con pasos de baile.
- S.H.: Yo tampoco había visto esto antes, me lo debo de haber inventado yo [risas]. Cepillarse el pelo cien veces, como hacían algunas mujeres de la época de Cynthia, ayuda a esclarecer mucho las ideas, porque es algo mecánico que haces contigo misma. Y luego se me ocurrió hacer algo parecido en el baile, otro acto superficial y mecánico que puede resultar propicio para tener momentos epifánicos.
- B.M.: Estos momentos epifánicos son importantes. A lo largo de tu libro todos los personajes buscan momentos de epifanía, de tremenda lucidez; momentos que tú llamas en la novela "fragmentos de inmortalidad", en los que se siente "la paz de estar en el lugar que a uno le corresponde".
- S.H.: Esta novela va sobre la trascendencia. Cuando llega la crisis de los 40 y nos planteamos cuál es nuestro lugar en el mundo o si nuestra vida merecerá la pena, aparece la inquietud por trascender.
- B.M.: Esa temida autoevaluación que se hace uno a sí mismo cuando va madurando.
- S.H.: Exacto. Barrie tiene un texto precioso, inédito en España, que habla sobre los fragmentos de inmortalidad que le dieron los niños Llewellyn Davies cuando jugaban a Peter Pan. Estos fragmentos de inmortalidad serían los que aparecen ante tus ojos en el momento de tu muerte, tu vida resumida en un minuto. El grupo de Bloomsbury inventó de algún modo el concepto de epifanía y pensé introducirlo.
- B.M.: Son momentos de especial claridad. Es un momento de iluminación; el nirvana que llamarían los hindúes, el satori que llamarían los japoneses, la sama que llamarían los sufíes… La epifanía en realidad es un concepto religioso, un momento en que se produce la aparición de lo sacro durante un instante.
- S.H.: Eso es, y James Joyce se ocupó de desacralizarlo, asegurando que el ser humano está lleno de momentos epifánicos que le desvelan quién es. Y, ya que Barrie fue denostado a causa de Bloomsbury, pensé incluir la idea de epifanía que tenía él. Lo que ocurre es que Barrie la llama de otra manera y no trascendió tanto como la de Elliott o Joyce. En realidad estos momentos de epifanía los tenía todo el mundo, era un síntoma de los tiempos que corrían, tras la Primera Guerra Mundial. Y a Cynthia, aunque fuera una aristócrata rica, también le pasaba.
- B.M.: En un momento dado, cuando Cynthia hace un repaso de toda su vida, asegura que la mayoría de esos momentos epifánicos o de inmortalidad los tuvo con Barrie.
- S.H.: Sí. Y a ella le fastidia que, en cambio, los de Barrie fueran siempre con los niños.
- B.M.: Quiero que me aclares un adjetivo que usas mucho: “barriesque”.
- S.H.: Maravilloso adjetivo. En la época se decía que era “barriesque” aquello excesivamente sentimental.
- B.M.: Se le atribuía esta característica a
Barrie.
- S.H.: Claro. Barrie escribió una novela que se llamaba “El pajarito blanco”, en la que ya aparecía Peter Pan de bebé en los Jardines de Kensington. Y el Times hizo una crítica preciosa sobre ella en la que decía que leerla era como tratar de diseccionar a un hada. No sabían si era algo terriblemente cursi o terriblemente maravilloso, de una delicadeza extrema. Barrie tenía este punto, entre una cosa y la otra, siempre entre dos mundos. Al ser millonario y popular, tenía muchos detractores. Y se popularizó la maldición de que había que tener cuidado con Barrie porque morían los que amaba.
- B.M.: Lo cierto es que la historia de los Llewellyn Davies es muy dramática. Suicidios, muerte durante la guerra...
- S.H.: Sí, es muy trágica. Y le echaron la culpa a Barrie, pero ¿no sería un síntoma de los tiempos?
- B.M.: La Primera Guerra Mundial truncó a toda una generación y convirtió en inmortales a muchos, porque murieron sin la posibilidad de madurar.
- S.H.: Claro, la eterna juventud es eso. Morir joven. De hecho, el Peter Pan original está más relacionado con la muerte que con cualquier otra cosa. Lo único que concede la eterna juventud de verdad es morir joven, porque en el recuerdo siempre permanecerás así.
- B.M.: Los
niños Llewellyn Davies fueron fundamentales en la vida de Barrie. Él decía que Peter Pan era una fusión de los cinco hermanos.
- S.H.: Sí. Barrie solía decir que había frotado a los cinco hermanos como hacen los indios con los palos para hacer fuego y de esa chispa surgió Peter Pan. Pero en el que más se inspiró fue en Michael, que era su favorito. También es el hermano que tiene más protagonismo en mi novela.
- B.M.: En la de Fresán es Peter.
- S.H.: Sí. Pero ahí está equivocado Fresán [risas]. En la película “Descubriendo Nunca Jamás” también lo identifican con Peter, aunque realmente no fue así. Barrie escogió el nombre de Peter porque sonaba mejor que el de Michael, pero el hermano en quien más se inspiró Barrie para crear la figura de Peter Pan fue Michael. Y después, George. Aunque, en realidad, Peter Pan era una mezcla de todos ellos.
- B.M.: Para acabar, voy a usar dos ideas de Barrie para convertirlas en preguntas. ¿Nada importante le ocurre a un hombre después de cumplir los doce años?
- S.H.: Amelie Nothomb decía que nada importante ocurría después de los veinticinco. Es un poco la misma idea que la de Barrie y yo estoy completamente de acuerdo. Para mí, que padezco el síndrome de Peter Pan, la juventud es lo que ha marcado el resto de mi vida. Aunque me convence más la idea de Amelie Nothomb que la de Barrie. Creo que la juventud es una etapa esplendorosa, más incluso que la infancia, y lo que pasa después tiene menos importancia. Porque al final nos convertimos en esos adultos que no queríamos ser. Barrie dijo que se había convertido en Garfio, pero es que todos acabamos convirtiéndonos en Garfio. Al final todos buscamos un trabajo, nos casamos, tenemos hijos… cumplimos con las obligaciones sociales de la edad.
- B.M.: Como
Wendy, que en lugar de quedarse con Peter Pan vuelve a casa, tiene una hija y, aunque siempre seguirá creyendo en las hadas, vive una vida convencional.
- S.H.: Claro. Se convierte en Garfio también. En ese sentido, hasta que uno no tiene veinticinco años, no es convencional.
- B.M.: Y a partir de entonces el tic-tac del cocodrilo nos va empujando.
- S.H.: Así es. Es inevitable.
- B.M.: La segunda idea de Barrie dice así: “Lo mejor de todo es ser niño. Lo segundo mejor de todo es escribir sobre ser niño”. Me encanta esta frase.
- S.H.: A mí también me encanta. Es que a Barrie le fascinaban los niños no porque quisiera acostarse con ellos, como llegó a decirse. Mi opinión es que le fascinaba la creatividad de los niños y la enorme sinceridad que muestran. A él, lo que le gustaba de estar con los niños Llewelyn Davies era ir con ellos por los Jardines de Kensington mientras inventaban historias juntos. Hay toda una mitología de los Jardines de Kensington creada por ellos. Barrie aseguraba que si él hubiera olvidado al niño que llevaba dentro, nunca habría podido ser tan creativo. También le gustaba la fe de los niños, los niños tienen una fe ciega, pura. Y Barrie solía decir que tener fe es tener alas.
Desde
Trabalibros agradecemos a
Silvia Herreros de Tejada el tiempo que nos ha dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también al
Restaurante Mar de Avellanas de Valencia el haber cedido un lugar ideal para esta conversación y a la editorial
Espasa el haber hecho posible el encuentro con esta autora.