El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define a la literatura como el arte de la expresión verbal. Sabemos también que la palabra literatura deriva etimológicamente del término latino Litterae (letras) y en origen, debido a su sufijo que denota actividad, se utiliza para expresar la actividad que realiza un litterator (maestro de escuela, cuya tarea es la enseñanza de la lectoescritura y de las normas de expresión correctas del lenguaje). Se trata de un concepto que está intimamente relacionado con el arte de la gramática, la retórica y la poética.
Hay quien opina que la literatura se originó con el invento de la imprenta en el siglo XV de la mano de Gutenberg. Otros defienden que la existencia de textos escritos de valor artístico previos a la invención de la imprenta demuestran que la literatura tiene un origen anterior, casi tan antiguo como la aparición de la escritura.
¿Se puede llamar literatura a cualquier documento escrito? Si el documento únicamente posee misión informativa posiblemente no, pero si posee aspiraciones de otro tipo el tema se complica y resulta difícil establecer dónde está el límite. Según los estudiosos, puede considerarse literatura a cualquier texto que contenga literaturidad, algo que tiene mucho que ver con el uso que se hace del lenguaje. En todo caso, la mencionada "literaturidad" es un concepto tan difícil de definir como la propia literatura.
Pero la literatura es todo eso y mucho más. Dejando a un lado la teoría y las definiciones académicas, tal vez conocer la percepción particular de ciertos escritores ayude a profundizar en el asunto y a obtener una visión más global de lo que es la literatura. Así, mientras Proust piensa que la única y verdadera vida vivida es la literatura, Borges afirma que la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido. Para Silvia Adela Kohan vivir es leer el mundo, para Francisco Umbral escribir es la manera más profunda de leer la vida. Si nos atenemos a lo que opina Juan Carlos Onetti veremos que la literatura es mentir bien la verdad, pero si hacemos caso a Joseph Roth observaremos que la literatura es la sinceridad misma. Tomás de Kempis no encontró en ningún lugar más paz que en los bosques y en los libros, mientras Franz Kafka admira los libros que actúan como hachas rompiendo el mar helado que hay dentro de nosotros. Para Antonio Muñoz Molina un buen libro es al mismo tiempo una ventana y un espejo, para Ezra Pound una bola de luz en la mano. Cuando escribía, Rimbaud se esforzaba en anotar lo inexplicable, fijar los vértigos y escribir silencios; Roberto Bolaño a su vez metía la cabeza en lo oscuro y saltaba al vacío. Para Deleuze y Guattari en un libro no hay nada que comprender, pero para Octavio Paz los libros necesarios son los que logran responder las preguntas que se hacen todos los hombres. Cervantes sabía convertir la pluma en la lengua del alma, aunque Pascal Quignard prefiere escribir fragmentos de silencio. La literatura para Sándor Márai era un modo de regresar a la infancia o al lenguaje, mientras Clarice Lispector escribía peligrosamente instalada en el vacío. Los libros preferidos por Christian Bobin eran los que sabían escucharle, aunque Joseph Conrad era consciente de la labor creadora del lector porque el autor sólo escribe la mitad del libro.
¿Definiciones contradictorias? ¿Opiniones contrapuestas? Aunque en una primera lectura pueda parecer paradójico, lo cierto es que la mejor descripción de lo que es la literatura es la que comprende el conjunto formado por cada una de ellas. En todo caso, podemos arriesgarnos a certificar que siempre nos encontraremos ante literatura de calidad cuando sucede lo que indica Nuria Amat: "La buena literatura sorprende misteriosamente. Pone melancólico. Ayuda a aprender a pensar. A tentar a dios y a imaginar su muerte. La buena literatura enajena el alma, inhabilita el saber, oscurece la felicidad, alivia el dolor. Humaniza. La buena lectura murmura saberes profundos apenas intuidos".
Nota Trabalibros: Citas extraídas de nuestra selección de Citas literarias (ver más aquí).