Trabalibros entrevista a Silvia Congost, autora de "Personas tóxicas"

lunes, 9 de mayo de 2022
"Un modo de identificar una relación tóxica es que el motivo de sufrimiento es la propia relación".
Silvia Congost es psicóloga experta en autoestima, dependencia emocional y conflictos de pareja. Actualmente ejerce como psicóloga junto a su equipo en sus centros de Barcelona y Girona, en los que conduce los Grupos de autoestima. Como conferenciante, sus discursos sobre relaciones tóxicas y dependencia emocional ejercen un gran impacto sobre su auditorio.

Su página web y su blog han alcanzado un gran éxito en la red, con más de 100.000 visitas mensuales y seguidores en todo el mundo. Aprendiendo de su propia experiencia, tras haber sufrido personalmente una relación de dependencia emocional, su mayor pasión es ayudar a otras personas a liberarse de vínculos destructivos y a enseñarles a construir relaciones de pareja sanas.

Silvia Congost es autora de "Cuando amar demasiado es depender", "Autoestima automática", "Si duele no es amor", "A solas" y "La voz de mis alas".

Personas tóxicas (Silvia Congost)-TrabalibrosBruno Montano ha tenido el placer de entrevistarla sobre su última obra, "Personas tóxicas. Cómo identificarlas y liberarte de los narcisistas para siempre", un libro que "te aportará la claridad, la comprensión y las respuestas que necesitas para identificar y tratar con personas tóxicas, además de ofrecerte herramientas que te ayudarán a empoderarte, a alejarte de todo aquel que te esté dañando y no te aporta nada bueno, y a cuidar siempre de tu esencia, tu autoestima y tu dignidad" (editorial Zenith).

- Bruno Montano, Trabalibros: En tus anteriores libros nos enseñaste que amar demasiado muchas veces es depender, que si una relación duele mucho quizá es que no sea amor, que recomponer la autoestima o mejorar la asertividad nos aleja de ciertos trastornos psicológicos, que saber estar solo es casi un arte y puede ser incluso placentero. En este caso nos enseñas a identificar y a eliminar de nuestra vida a las personas tóxicas. ¿Es tan destructiva una persona tóxica en una relación? ¿Tanto daño hace?

- Silvia Congost (S.C.): Muchísimo. Suena a tópico, pero al final, la calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestras relaciones. Somos seres sociales que nos vinculamos con los demás y que necesitamos esos vínculos. Cuando te vinculas con alguien que no encaja contigo, donde la relación no es fácil, o con una persona que te daña, que te hace sentir que no vales o que no mereces, que eres un ser imperfecto o defectuoso, pues tú te acabas resintiendo. Y eso te lleva a que tengas síntomas de ansiedad, síntomas depresivos, síntomas de malestar, o que te acabes planteando si merece la pena para ti seguir viviendo, seguir en este mundo. Puede tener y acaba teniendo consecuencias muy graves. Hay niveles de gravedad en las personas tóxicas y las relaciones tóxicas, pero sin duda debemos saber identificarlas para pensar qué hacemos con ellas.

- B.M.: Y estas personas tóxicas no solo están en el ámbito de la pareja, sino que están también en el ámbito de los amigos. Tú hablas, por ejemplo, del “amigo cubo basura” o del “amigo verborreico”. También están en la familia: hay padres tóxicos, hijos tóxicos. Están en el trabajo: hay jefes y compañeros tóxicos. En cualquier ámbito de relación nos los podemos encontrar.

- S.C.: Así es. Cualquier ser humano puede ser una persona tóxica para ti, o tú para esa persona, en cualquier área de nuestra vida. Son personas con las que nosotros tenemos cualquier tipo de vínculo, sea de amistad, familiar, laboral o de pareja, y si a esa persona para ti es tóxica se convierte en un vínculo que te hace daño, que te intoxica, que te destruye, que hace que tú empieces a encontrarte mal. Como cuando comes algo a lo que eres intolerante y te sienta mal porque tu cuerpo lo rechaza. En ese sentido, cuando es un vínculo emocional, tu cuerpo también lo rechaza. ¿Cómo? Pues tratando de decirte que dejes de tener relación con esa persona creando esos síntomas que, si los sabemos identificar, les haremos caso y si no, no.

Muchas veces, cuando empiezas a tener síntomas, no los tratas adecuadamente. Por ejemplo, tienes un jefe tóxico, que tiene un trastorno y te machaca, te mina la autoestima, te hace sentir que no vales, que eres un inútil, y tú poco a poco dejas de creer en ti, te empiezas a encontrar mal, no duermes por las noches, te angustias pensando en que el lunes tienes que volver al trabajo. ¿Y qué hacemos? Tomamos una pastilla para hacer callar al síntoma y poder seguir haciendo lo mismo, porque claro, necesitamos trabajar y necesitamos el dinero.

- B.M.: Pero el foco de la enfermedad sigue ahí.

- S.C.: Claro.

- B.M.: ¿Y hay algún tipo de perfil psicológico especialmente vulnerable o susceptible de caer en las redes de una persona tóxica?

- S.C.: Susceptible sí. Está claro que, cuanto más sana tenga la autoestima una persona, esto significa que tiene más claro lo que vale, dónde están sus límites, qué es lo que no va a permitir. Cuanto más claro tengas eso, con más facilidad vas a poner esos límites. Pero incluso en estos casos, una persona con una buena autoestima puede encontrarse con alguien que se vaya colando ahí poquito a poco, hasta acabar destruyéndola.

Silvia Congost
- B.M.: Y además, la toxicidad no tiene género. Encontramos gente tóxica en ambos sexos.

- S.C.: Exacto. Sí que es verdad que en algunos casos hay un porcentaje mayor de personas de un mismo género identificadas. Por ejemplo, en el caso de los narcisistas, donde se han identificado más hombres que mujeres. Pero hay muchas mujeres que tratan mal, que son tóxicas y que destruyen por completo. Yo he tenido en la consulta a muchos hombres que sufrían maltrato psicológico. Se habla poco o menos de estos casos.

- B.M.: Es difícil para un hombre acudir a una consulta por este motivo.

- S.C.: Claro, por una cuestión educacional, por una cuestión cultural, es difícil decir: es que mi pareja, mi mujer, me maltrata. Esto no es fácil. Pero cuando lo hacen, te das cuenta de que sufren unas consecuencias devastadoras.

- B.M.: Una curiosidad que tengo, ¿puede una relación "toxificarse" sin necesidad de que ninguna de las partes tenga ese perfil tóxico? ¿Por suceder eso por la propia dinámica de la relación?

- S.C.: Así es. Imagínate, por ejemplo, que tú tienes una relación y tu pareja tiene claro que quiere tener hijos y tú tienes claro que no. Al principio de la relación, en pleno enamoramiento, no le dabas tanta importancia, pero luego con el tiempo, tu pareja te lo reprocha y empieza a decirte: es que no me quieres, si me quisieras querrías tener una familia conmigo, querrías que tuviéramos hijos… Tú le recuerdas que se lo dejaste claro desde el principio, pero tu pareja deja de hablarte, se enfada contigo… aunque tu pareja no sea una persona tóxica, en esa relación se acaba creando un vínculo que sí es tóxico, porque no hay una aceptación total, esperamos que la otra persona cambie de acuerdo con lo que nosotros queremos y si no, pues creamos un conflicto… eso se acaba intoxicando. Pero, tanto esa persona como tú, con otra pareja con la que pienses igual y quieras lo mismo, no tendríais por qué tener ningún problema.

- B.M.: ¿Una “relación sana” debe ser fácil y cómoda o también puede incluir determinado grado de sufrimiento?

- S.C.: Una relación sana tendrá conflictos, tendrá dificultades, habrá discusiones… Tiene que haberlas, porque si nunca hay un conflicto, es porque uno de los dos calla, no dice nada y nunca expresa. Pero eso no significa que tenga que haber un sufrimiento que lo provoque la propia relación. Esta pareja podrá pasarlo mal, o sufrir un conflicto, pero este conflicto no es provocado por la propia relación. En los casos de las relaciones tóxicas, tu motivo de sufrimiento es esa relación: buscar la forma de hacer que esa relación funcione, de que esos conflictos no se repitan una y otra vez, de que la pareja esté bien, de evitar las situaciones desagradables, y eso es devastador.

- B.M.: En eso te centraste en tu libro titulado “Si duele, no es amor”.

- S.C.: Exacto. En el primero, “Cuando amar demasiado es depender”, me centro más en la dependencia y en “Si duele, no es amor” en aprender a identificar cuándo estamos sufriendo en una relación para darnos cuenta de que, aunque digamos “sigo aquí porque le quiero”, más que amor es dependencia, enganche o miedo a quedarte solo que otra cosa.

- B.M.: A veces hay ciertos apegos casi patológicos.

- S.C.: Claro, estos serían casos de dependencia emocional.

- B.M.: Hay algo que me ha resultado muy interesante, que comentas en el prologo y más adelante amplías. Y es la idea de que compadecer a un ser tóxico puede ser peligroso. Puedes llegar a empatizar con él, para de esta forma conocerlo mejor, pero compadecerle es peligroso.

- S.C.: Sí, sobre todo cuando hablamos de una relación de pareja con un trastorno narcisista, por ejemplo. Yo tengo comprobado que la mayoría de víctimas de estos perfiles, cuando les preguntas por qué siguen ahí, responden porque le quieren. Y se compadecen de él pensando en el duro pasado que tuvo, en cómo le trataron de pequeño, y piensan que no le pueden hacer daño ni dejarle. Si te quedas atascado en ese punto no vas a ser capaz de irte de esa relación que te está destruyendo y es posible que te encuentres en un límite ya muy peligroso. En estos casos, está bien que tú entiendas que en su pasado tu pareja sufrió mucho, porque siempre es así, y que esto te ayude a entender, pero no a justificar por qué sigues tú ahí, porque esa persona no va a cambiar nunca.

- B.M.: Esto es algo muy habitual en las personas maltratadas. Al final, suelen acabar justificando al maltratador. Es típica la forma de pensar “me maltrata, pero en el fondo me quiere”. O “me pega pero es porque bebe, la culpa es del alcohol”.

- S.C.: Exacto, cuesta de entender pero en el fondo es así. Cuando a mí me plantea una persona que su pareja la maltrata pero en el fondo le quiere, yo siempre le hago esta pregunta: ya, ¿pero tú en el fondo te sientes querida? ¿En el momento en que te pega sientes que te quiere? Cuando tú tienes una relación sana te sientes querido siempre. Aunque estés discutiendo, aunque la otra persona esté enfadada, aunque esté dolida sigues sintiendo que te quiere. En cambio, dependiendo de qué tipo de tratos, no puedes sentirte querido. Y si no te sientes querido, tú tampoco puedes desarrollar ese sentimiento de forma sana.

- B.M.: En ocasiones, las víctimas defienden incluso que son maltratadas porque su pareja les quiere y argumentan que prefieren el maltrato a la indiferencia.

- S.C.: Sí, el sentimiento que hay en esa relación se acaba pervirtiendo, se acaba intoxicando. Se vuelve muy extraño, muy dañino y muy destructivo y cuesta mucho sacar a esas personas de ahí.

- B.M.: Otra curiosidad que me ha surgido, ¿bajo la influencia de una persona tóxica puede la otra persona volverse tóxica también? ¿Algo parecido a lo que llaman los franceses “folie a deux”, locura a dos?

- S.C.: Sí es verdad que, una forma de identificar a una persona tóxica es que, de algún modo, saca lo peor de ti. O que acabas actuando de un modo en el que no te reconoces, que tú nunca pensabas que podrías ser así. Cuando pasa eso es porque estás con una persona que es tóxica para ti, con la que no eres capaz de crear un vínculo sano. Las diferencias que tenéis son tan opuestas que no hay forma de encontrar un punto en el que podáis encajar. Cuanto más empeño pones, más te dañas, más te exasperas y más te frustras. Por tanto, sí que puede pasar.

- B.M.: ¿La diferencia entre una persona difícil o incómoda de tratar y una persona realmente tóxica y destructiva es una diferencia de naturaleza o de grado? ¿Una persona difícil o incómoda puede llegar a convertirse realmente en una persona tóxica? ¿Esa ligera incomodidad que nos provoca esa persona puede llegar a convertirse en una toxicidad destructiva?

- S.C.: La clave está sobre todo en entender la diferencia entre una persona que sea tóxica para ti, y esto puede ser porque te resulte incómoda o porque no te sientas agusto con ella. Hay personas con las que, aunque no las conozcas, automáticamente te sientes bien y hay personas con las que, por mucho que las conozcas, no fluyes, no te relajas, no estás bien. Puede ser que la forma de funcionar que tiene esa persona a ti te dañe, te haga sentir mal o incómodo y puede que sea tóxica. Pero de ahí a que se convierta en alguien que pueda ser destructivo… eso es más característico de alguien que tenga un trastorno de personalidad. Y eso ya se lleva en la mochila.

Cuando tienes un trastorno de este tipo suele ser porque en tu infancia, prácticamente en la totalidad de los casos, han vivido y han sufrido unas experiencias muy duras, muy traumáticas, aberrantes para un niño, como abusos sexuales, malos tratos físicos, haber sido testigo de violencia en el seno familiar, haber sufrido vejaciones, haber sido castigados de manera muy humillante, etc. Cuando un niño ve eso, en función de su propia capacidad innata de resiliencia, que no todos tenemos la misma, será capaz de apartar eso, seguir adelante y ser una persona mentalmente equilibrada, con sus heridas, pero podrá trabajarlas y seguir bien, o será una persona qué habrá hecho una especie de click, que se desconecta de su capacidad de conectar con las emociones. Y cuando eso se desconecta, aunque quieras, no lo puedes volver a conectar.

- B.M.: De alguna manera, como tú dices, se cronifica. Es muy difícil que estas personas cambien. En primer lugar, porque ellos no sienten que tienen un problema y no buscan ayuda.

- S.C.: Exacto, ese es el motivo por el que no van a cambiar. Y las personas que están atrapadas en una relación así tienen que entender eso. Yo en eso hago mucho hincapié, porque el autoengaño es uno de los motivos que provoca que sigan tanto tiempo en esa situación. Siempre buscan que les digas que va a cambiar, que les pueden ayudar, que lo va a superar, pero no es así, estas personas no van a cambiar nunca. Y después de ti, aunque luego veas a esa misma persona con otra pareja y parezca que todo les va fenomenal y que ahora todo fluye, esa otra pareja va a acabar sufriendo lo mismo que sufriste tú. Porque él o ella no sabe, ni puede, actuar de otra manera.

01.Bruno Montano entrevista a Silvia Congost-Trabalibros
- B.M.: En “Personas tóxicas” hablas de cuatro tipos de personalidad especialmente destructivos: el trastorno límite de personalidad, que dices que es tratable; el trastorno de personalidad antisocial, el psicopático y el narcisista. Me llama la atención que dices que en la población hay más de un 20% de personas con un problema de narcisismo. Es un porcentaje altísimo.

- S.C.: Es muchísimo. Yo ya lo veía en la consulta, pero a raíz del libro se hace todavía más evidente. Cuando yo cuelgo un post en Instagram sobre estos temas o un video en youtube es increíble la cantidad de comentarios de comentarios de personas que explican que han vivido eso. Lo que pasa es que, claro, uno no va contando por ahí que su pareja le ha hecho sentir de ese modo. Y a veces es por lo que comentábamos antes, ni siquiera uno lo ve, porque está acostumbrado a ese tipo de trato e incluso lo normaliza. Claro, el propio perfil narcisista no es el que acude a la consulta, si viene no es para que le ayudes a él, sin duda. El que viene es la víctima. Al final lo que tienes son unas estadísticas en base a las víctimas que hay, pero es que hay mucha gente así, puede que incluso en mayor porcentaje.

- B.M.: Me ha parecido muy sensato lo que has hecho antes del capítulo introductorio a los tipos de trastorno, advertir al lector que no empiece a clasificar a otras personas en base a observar en ellas dos o tres rasgos de personalidad narcisista. Esto es algo que sólo debería hacer un profesional con el DSM5 en la mano.

- S.C.: Vaya por delante que a mí no me gusta nada poner etiquetas.

- B.M.: Claro, si no estigmatizarías a cualquiera que tuviera dos o tres rasgos compartidos con alguna de estas personalidades.

- S.C.: Exactamente. Ha habido gente que me ha preguntado incluso por youtube si su pareja tenía un trastorno narcisista comentándome alguno de sus comportamientos y yo siempre respondo que no puedo poner una etiqueta ni diagnosticar un trastorno por un comentario de tres frases en una red social. Lo importante es que tú te preguntes si esa forma de tratarte te hace bien a ti o no y, si no es así, preguntarte por qué sigues a su lado. Pero no hay que ir etiquetando a la gente de forma gratuita.

- B.M.: ¿Existe un "narcisismo sano"?

- S.C.: No. Rotundamente, no. Y he escuchado este término alguna vez, incluso por boca de algún psicólogo, y no te puedo ni describir lo que me produce. Cuando he escuchado a personas que lo comentan, en realidad se refieren a gente con una buena autoestima, segura de sí misma, que se enfrenta, que puede hablar en público, que a lo mejor tiene un cargo de responsabilidad, pero para hacer todo esto no necesitas tener un perfil de este tipo. Solo faltaría eso.

- B.M.: Hemos comentado antes que una persona narcisista no quiere cambiar. Pero imaginemos que quisiera. ¿También sería tratable?

- S.C.: A veces te dicen que quieren cambiar, pero no es sincero. Lo hacen cuando su pareja les plantea el ultimátum porque les va a dejar, como última carta acceden a veces incluso a ir al psicólogo. No sé si ellos mismos se lo llegan a creer incluso un poco, pero no es así, porque cuando vienen a consulta te das cuenta de que no se implican. Y es que no pueden porque, debido a ese cable que se desconectó en un momento determinado, son incapaces de conectar con la empatía, con el dolor que están causando a otras personas, no lo sienten.

- B.M.: No llegan a tener la frialdad del psicópata, pero tienen una incapacidad manifiesta para ponerse en el lugar del otro.

- S.C.: Sí, la diferencia con la psicopatía, es que no puede expresar emociones. El narcisista, si le interesa, sí puede expresarlas. Ambos son perfiles normalmente bastante inteligentes, pero el narcisista si quiere puede hacer un poco de teatro, mientras que el perfil psicopático no.

- B.M.: Una paradoja que comentas, y que a mí me parece que convierte a la estrategia del narcisista en especialmente insidiosa es que, al mismo tiempo que por una parte te hace sentir que no vales nada, por otra parte te manda otros mensajes contradictorios de cariño y bondad. Esto crea a las víctimas una duda sobre si les quiere o no les quiere.

- S.C.: Este es el peor de los maltratos, porque es el que más engancha, el que hace que te sientas más perdido y el que más hace que pierdas los papeles dentro de esa relación. Primero le idolatras, piensas que has tenido mucha suerte encontrando a esa persona tan perfecta, tan segura, tan triunfadora. Tú no te esperas que esa persona, que es en la que más confías, te haga daño, y cuando eso pasa te quedas totalmente fuera de lugar. Y ves que no cambia, o cuando estás a punto de reaccionar cambia otra vez, te manipula, tergiversa las cosas, te hace creer que lo hace por tu bien. Acaba manipulándote de tal manera que acabas pensando: qué tonta soy, pero qué suerte tengo de tener a esta persona a mi lado que vela por mí. Y ahí ya empieza el proceso de destrucción.

- B.M.: Incluso puede hacerte sentir culpable y trasladar la culpa hacia ti.

- S.C.: Sí, de hecho infinidad de personas, cuando te explican lo que viven, te comentan esto. A veces llegaban a un punto en el que ya no sabían si eran ellas las culpables. Es muy perverso.

- B.M.: En el último capítulo hablas de ciertas formas de maltrato psicológico muy curiosas, todas acabadas con el sufijo -ing, que yo desconocía. Por ejemplo, el “ghosting” o el “caspering”.

- S.C.: El “ghosting”, por ejemplo, viene de la palabra ghost, que significa fantasma en inglés, y es cuando tú empiezas una relación con alguien, estás en plena fase de enamoramiento y un día, de repente, sin ningún motivo aparente, deja de contestar a tus llamadas, aunque los ha leído ves que no contesta a tus mensajes, desaparece de tu vida. Y tú empiezas a preguntarte: ¿qué habrá pasado? ¿qué he hecho? ¿le habrá molestado algo? Empiezas a darle vueltas. Incluso llegas a pensar si le ha pasado algo a esa persona y por eso no puede contestar. Pero luego te cuentan que no, que le han visto por ahí y está estupendamente. Entonces empiezas a cortocircuitar y esto angustia mucho.

- B.M.: De alguna manera se hace invisible a ti, desaparece de golpe como un fantasma.

- S.C.: Sí. Todos esos términos hacen referencia a situaciones que yo he visto en pacientes a las que ahora se les ha puesto nombre. Nombres que tienen algo de gracia y que ayudan a que podamos identificarlas mejor. Y al estar identificadas eso significa que les pasa a más gente y que tú no eres la única persona que lo ha sufrido.

- B.M.: ¿Estas formas de actuar suelen ser estrategias recurrentes que usan las personas tóxicas?

- S.C.: La usan personas que no tienen recursos o agallas para enfrentarse a una situación y decirle a otra que ya no le interesa, que ya no le atrae o que se le ha pasado el enamoramiento. Esas personas tampoco saben hacerlo y salen por la puerta de atrás. Eso no significa que con la siguiente no lo den todo, creen una familia y les vaya fenomenal. No tienen por qué tener una tara, pero no les interesas. Y aprender a identificarlo para entender eso es necesario.

- B.M.: Hay una muy curiosa, ahora no recuerdo cuál de todas es, que es algo así como “ir dejando miguitas en el camino”.

- S.C.: “Breadcrumbing”, sí [risas]. Te van dando cosas poco a poco para que sigas pendiente y detrás como un perrito, pero no te dan nada en realidad. Te pasas el tiempo fantaseando con la idea de que un día tendrás una relación con esa persona, cuando nunca la tendrás.

- B.M.: Qué estrategias de comunicación más perversas.

- S.C.: Y qué triste que por culpa de estas estrategias ciertas personas tengan que acudir al psicólogo debido al daño que les están haciendo. Desde fuera puede parecer que no es así, pero cuando estás dentro sufres mucho. Y este tipo de cosas le pueden pasar a cualquiera.

- B.M.: A modo de conclusión, yo extraigo de tu libro dos grandes mensajes: rodéate solo de gente que te permita volar alto y aparta de tu vida todo lo que no sea sano, bueno, placentero.

- S.C.: Totalmente. Es que, al final, la vida es muy corta, la calidad de la vida que tenemos cada uno depende de la calidad de las relaciones que creamos y ser capaces de identificar a esas personas con las que pasamos tiempo que nos restan, que nos destruyen que nos deterioran o que nos angustian nos irá bien para tomar la responsabilidad y alejarnos de ellas y así, de paso, hacemos espacio para que entren personas que nos aporten más.

Desde Trabalibros agradecemos a Silvia Congost el tiempo que nos han dedicado y su amabilidad al contestar nuestras preguntas. Agradecemos también a la editorial Zenith el haber hecho posible este encuentro.
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